Lo vemos y lo oímos: Esto es lo que hay . Aunque no queramos mirar ni escuchar: Esto es lo que hay . Es lo que hay y, aún peor, lo que abunda y lo que más cunde. Finalizado el preámbulo podría concluir el artículo habiendo dejado escrito, en apenas un párrafo, en dos frases sentenciosas, todo lo que me he dispuesto a contar. Esto es lo que hay. No obstante, hay más. Sí, hay mucho más contenido en tan estricto y excluyente envoltorio. La entonación, por ejemplo. Cambia sustancialmente, expresado o leído, un: ¡Esto es lo que hay!, del: ¿Esto es lo que hay?; o, ausentes los signos de puntuación, al modo aséptico, en tono comedido pero muy, muy intencionado, una octava menos que grave, carraspeando el hablante, tendiendo a lo cavernoso, pincelado de autoridad morbosa, de siniestro egotismo, actuando con gesto estudiado, la boca hacia lo fruncido, en un susurro que cala: Es lo que hay. Carece de trascendencia el delimitar el énfasis, la agudeza oral, el