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Memoria recobrada (1931-1939) IV


Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. En esta entrega se pone de manifiesto el intento unificador de la izquierda en torno al designio de la Komintern (Internacional Comunista); la vesania criminal en la provincia de Málaga durante la dominación frentepopulista (republicana o roja, a voluntad la denominación); la extensión del terror a sus promotores; la ampliación de los datos sobre la organización del asalto armado revolucionario a mediados de 1936; y las torturas ideadas y desarrolladas en las checas.

El objetivo de la unidad en la izquierda

En marzo de 1936, las circunstancias favorecían la política de infiltración comunista dentro del socialismo, siguiendo consignas internacionales. El ala radical del PSOE encabezada por Francisco Largo Caballero, era un magnífico campo de cultivo.
El 4 de marzo, el Comité Central del Partido Comunista fue muy claro al proponer la ruptura con el Frente Popular y “la instauración de la dictadura del proletariado en la forma de soviets (o sóviets)”, según carta publicada al día siguiente en el órgano de comunicación comunista Mundo Obrero.
Como respuesta, el 19 de marzo, Claridad, diario de Largo Caballero y los bolcheviques del PSOE, publicaba un “Proyecto de reforma del Partido Socialista Obrero Español”. Se rechazaba en él la “ilusión” de que la revolución proletaria socialista pudiera llevarse a cabo  “reformando el estado social vigente”, por lo que el único camino posible era el de “destruirlo de raíz”. ¿Cómo? “Por cualesquiera medios que fuesen posibles”, entre los que figuraba la “supresión de los Ejércitos permanente y el armamento general del pueblo”. El documento terminaba pidiendo la unificación del proletariado, y consecuentemente del Partido Socialista y  el Comunista, con el que a tal fin ya se habían iniciado conversaciones.
Este camino de la unificación ya estaba logrado en el mundo sindical y ahora procedía allanarlo en el de las respetivas Juventudes. El proceso de fusión lo patrocinaban, principalmente, el caballerista Julio Álvarez del Vayo y el agente de la Komintern Vittorio Codovila, alias Medina; actores subordinados serán el secretario de la Federación de Juventudes Socialistas, Santiago Carrillo, y el de la Unión de Juventudes Comunistas, Trifón Medrano.
El dirigente socialista Luis Araquistáin escribiría posteriormente, en referencia a las reuniones que se celebraban en el domicilio de Álvarez del Vayo: “Fue allí donde se organizó el viaje a la Meca moscovita; y allí donde quedó convenido entregar al comunismo la Juventud Socialista, la nueva generación trabajadora de España”.
El 4 de abril se firmaban las bases generales para la unión de las dos Juventudes, documento que publicaría Mundo Obrero. Al día siguiente se celebraría un gigantesco mitin en la Plaza de Toros de Madrid, donde una inmensa multitud protegida por milicianos uniformados aplaudió frenética las más delirantes exaltaciones de la violencia. Largo caballero, en su tono habitual, afirmó: “La clase obrera marcha a la dictadura del proletariado a pasos de gigante”; si puede “lo hará pacíficamente”; si no, “por encima de todos los obstáculos”.
(Luis Araquistáin, El comunismo y la guerra de España, p. 9, Imprenta de Travailleurs Reunís, Carmaux, 1935.  Juan Simeón Vidarte, Todos fuimos culpables, pp. 56 y 57, Tezontle, Méjico, 1973. José Manuel Martínez Bande, Los años críticos, pp. 160 y 161, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007. Diario Claridad en las fechas citadas y posteriores).
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La formación de un Ejército Rojo
El PSOE dirigido por los bolcheviques, con la figura relevante de Francisco Largo Caballero al frente, aspiraba a contar con un ejército revolucionario. Para alcanzar sus objetivos, el PSOE y sus aliados precisaban una fuerza equiparable a un verdadero Ejército, por supuesto revolucionario o “rojo”, ya constantemente invocado durante las jornadas bélicas de la Revolución en Asturias.
Iniciado el mes de abril de 1936, el afán de poseer esa milicia eficaz, aguerrida, bien armada y disciplinada, se hacía acuciante. El 2 de abril, Claridad, órgano de comunicación socialista al servicio de la facción bolchevique de Largo Caballero, había pedido la urgente constitución de las “milicias del pueblo”, que deberían organizarse “hasta la última aldea de España”. Se invocaba su necesidad: “Sólo si nos ven fuertes y resueltos nos respetarán”.
El 10 de abril el comunista José Díaz puntualizaría: “Queremos una sola milicia. Ni camisas rojas ni camisas azules; una sola milicia que sea embrión del Ejército rojo de España”.
Pero las milicias no se unificarían como los sindicatos y las Juventudes, aunque proliferasen. Los socialistas continuarían con sus milicias y su “Motorizada” y los comunistas con sus MAOC. Ni unos ni otros estaban dispuestos a debilitar sus grupos.
(José Manuel Martínez Bande, Los años críticos, pp. 161 y 162, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007. Diario Claridad en las fechas citadas y posteriores).
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La CNT no quiere unirse al pacto PSOE-PCE-UGT
En Zaragoza, el 1 de mayo de 1936, se inauguró un Congreso extraordinario de la CNT, dentro de cuyo temario figuraba el examen de la Revolución de Octubre (de 1934).
El juicio emitido sobre aquella Revolución fue contundente: los socialistas la planearon como fruto de “su iracundia por haber sido arrojados del poder” (en las elecciones de 1933; detrás de ellos, al acecho y a la espera de recoger futuros beneficios, estaban Manuel Azaña y Lluís Companys. Si la UGT deseaba marchar unida con la CNT debería aceptar la doctrina de ésta, anarquista; es decir, “destruir completamente el régimen político y social que regulaba la vida del país”, y, en definitiva, establecer Comunas Autónomas Libertarias (el comunismo libertario), que administrasen la riqueza tras “la abolición de la propiedad privada, del Estado, del principio de autoridad y de las clases sociales”.
Era el sueño por la unidad proletaria, deseo máximo de Largo Caballero, pero de imposible cumplimiento. El 13 de mayo, forzando la realidad al estilo socialista, en un discurso pronunciado en Madrid, Largo Caballero declaraba que costaría trabajo la unificación con la CNT pero que había que lograrla a toda costa: “Entonces no habrá en España ninguna fuerza, por muy armada que esté, que pueda con nosotros”. Días atrás se le había dado la respuesta: el 24 de abril Solidaridad Obrera, órgano anarquista, había escrito que el bolchevique Largo Caballero era “un dictador en embrión, que favorecería la hegemonía absoluta del Partido Socialista en el caso de una insurrección triunfante de la clase obrera”.
(Las sesiones de este Congreso de la CNT figuran en los números de Solidaridad Obrera, hasta el del 9 de mayo inclusive. José Peirats, La CNT en la Revolución Española, tomo I, pp. 117 a 133, Ed. Ruedo Ibérico, Paris, 1971. José Manuel Martínez Bande, Los años críticos, p. 162, Ediciones Encuentro, Madrid, 2007).
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La Málaga del Frente Popular
Triunfante la revolución en Málaga, con los elementos más extremistas y sanguinarios del Frente Popular y añadidos excarcelados por delitos comunes adueñados de la situación y el destino de personas y bienes, en la capital y su provincia se cometieron toda clase de desmanes. Como prólogo, la famosa calle Marqués de Larios, en la capital malagueña, fue quemada por las turbas de un extremo a otro. A continuación y durante casi siete meses, hasta el 8 de febrero de 1937, la misma turba protagonizó el masivo asesinato de civiles (imposible de cuantificar el número exacto de víctimas debido a la desaparición de los cadáveres arrojados al mar y otros descuartizados o devorados por animales hambrientos), seleccionados por el mero hecho de ser consideradas “de orden”.
Con todo, los crímenes más terribles se produjeron en los pueblos de la sierra. Todos los sacerdotes y monjas cayeron muertos sin piedad con los métodos empleados por los “monfíes”  —bandoleros moriscos que solían actuar en cuadrillas; salteadores y criminales para los cristianos— de la guerra de las Alpujarras, que describe el cronista Luis del Mármol Carvajal en su famoso libro sobre el tema. Les quitaban la piel de las rodillas y les mantenían arrodillados antes de darles muerte arrojándolos a los pozos de cal viva.
Llegado el Ejército Nacional a las puertas de Málaga la huida de dichos elementos y de parte de la población civil, engañada —que al cabo retornó al estar exenta de delitos de sangre— o cómplice con la barbarie, fue a la desbandada.
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El entonces alférez de navío Enrique Manera, comandante del submarino B-4 de la autodenominada Flota Roja, ha dejado escrito lo siguiente sobre los últimos días vividos por él en Málaga (hospitalizado), previos a la entrada de las tropas nacionales.
“Uno de los hechos más trágicos de la conquista de Málaga fue la columna de fugitivos civiles que marchaban por la carretera hacia Motril. El capitán de navío don Pedro Recacho, que entonces era teniente de navío y mandaba parte de las baterías de 120 mm. del crucero Canarias, me contó hace tiempo que hicieron algún disparo a vehículos sospechosos pero que no dispararon sobre la columna de fugitivos.
“Estos llegaron destrozados a Almería y desde allí fueron trasladados en camiones a las poblaciones marítimas más cercanas. Yo estaba en aquellos días en Alicante y contemplé la llegada de los fugitivos de Málaga. Constituía un terrible espectáculo. Llegaban todos sucios y destrozados en verdaderos harapos; las mujeres con los niños en brazos. Los pequeños, como no habían sido lavados, llevaban la poco ropa pegada a la piel despidiendo un mal olor terrible. El aspecto del conjunto era de gitanería.
“La gente de la ciudad los contemplaba con horror. Fueron tratados al principio con humanidad, pero con miedo, pues sus aspectos no eran nada tranquilizantes, pues tenían fama de haber cometido toda clase de tropelías. La verdad que, al poco tiempo de estar allí, los que se quedaron refugiados en la zona se comportaban desvergonzadamente y, como ladronzuelos y abusones, desaparecieron poco a poco, negándose los alicantinos a admitirlos. Su presencia no era de fugitivos de guerra sino de malhechores huidos, en contraste con los tranquilos, trabajadores y limpios alicantinos.
“Recuerdo que al mismo tiempo que vi a estos desgraciados, pasó con dirección a  Almería una columna de camiones llevando una Brigada Internacional con muy buen aspecto militar, limpios y aseados, y que contemplaban a los fugitivos con verdadero horror.
“Esta huida masiva estaba justificada por el temor a que los nacionales tomaran represalias por los horrores cometidos en Málaga con increíble salvajismo.
“Yo estuve allí en los días que precedieron a la conquista de Málaga, hospitalizado por las heridas recibidas en un bombardeo, y unas enfermeras —que eran unas buenas chicas- me contaban los “paseos” que se habían llevado a cabo aquella noche. Algunas de ellas habían tropezado con más de 20 cadáveres, muchos de mujeres a las que se perseguía con verdadera saña. Recuerdo que una vez oí gritar por los pasillos: ¡Hemos cogido a la marquesita! No sé de quién se trataba, pero la desgraciada, que estaba escondida, cayó en poder de sus asesinos que la trataron como puede suponerse.
“Los crímenes cometidos en Málaga y su provincia y la saña demostrada por los asesinos justifican la enorme columna de fugitivos, entre los que figuraban muchos de aquellos energúmenos de ambos sexos. Nada semejante ocurrió en otras ciudades liberadas donde las columnas nacionales eran recibidas como tales liberadoras y, en general, los habitantes se quedaban en sus casas.
“Por todo ello, los que románticamente y de buena fe se quejan de las represalias y juicios llevados a cabo por los nacionales después de la toma de Málaga, desconocen u olvidan el cúmulo de hechos delictivos y los salvajes horrores a que fue sometida Málaga en los meses de dominio anarquista y marxista”.
(Testimonio de Enrique Manera Regueyra, citado en La guerra silenciosa y silenciada, Fernando y Salvador Moreno de Alborán y de Reyna, Volumen III, pp. 1547-1548, Madrid, 1998. Archivo Histórico de la Armada. Expediente Colomina. Fernando y Salvador Moreno de Alborán y de Reyna, La guerra silenciosa y silenciada, Volumen III, pp. 1478-1479, Madrid, 1998).
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El terror también alcanza a los que lo fomentan y practican
Los anarquistas habían comenzado a denunciar los métodos brutales (el terror) utilizados por el Frente Popular desde el verano de 1936 (aunque ellos tardaron un año en protestar). La misma palabra e idéntico concepto, “terror”, pasará de boca en boca de los socialistas a partir de 1938. En el Archivo Largo Caballero se guarda la denuncia del comisario político de la Zona Centro, el socialista Piñuela: “Una organización caciquil que maneja los ascensos y los castigos. Un sistema de terror que no se detiene ni ante la eliminación de los elementos disconformes, que después figuran en los partes como culpables de haber intentado pasarse a las filas enemigas”. Piñuela se refería al Partido Comunista, evidentemente. La presión comunista sobre el conjunto de fuerzas del Frente Popular era brutal; aunque consentida y quizá potenciada por elementos socialistas de relieve como Largo Caballero y Negrín.
A finales de marzo de 1938 varios líderes socialistas se reúnen en casa de Juan Negrín, presidente del Gobierno. Julián Zugazagoitia, ministro de Gobernación, le espeta: “¡Basta de comedia, don Juan! Nuestros camaradas en el frente están siendo asesinados porque se niegan a aceptar mandos comunistas”. Negrín contesta con el convencional pero terriblemente cierto argumento de la necesidad: el concurso soviético es imprescindible para sostener la guerra. Y Negrín desea por encima de todo mantener viva la guerra prolongándola hasta que se tornen favorables las circunstancias, pese a quien pese, suceda lo que suceda en su propio bando. Sucede esta declaración de sumisión al poder comunista a la vez que los comunistas han emprendido una campaña de aniquilación política contra Indalecio prieto, a la sazón ministro de Defensa, para destituirlo acusándole de derrotismo. Lo consiguen en breve.
El 5 de abril de 1938 se constituye el segundo gabinete Negrín. El cambio sustancial es que el propio presidente del Gobierno, Juan Negrín, toma el control de la cartera de Defensa, que incluye también al SIM (servicio de información militar). Las carteras claves de la represión, Gobernación y Justicia, fueron asignadas a dos socialistas de tendencia pro soviética: Paulino Gómez y Ramón González Peña.
Paulino Gómez había sido delegado de Orden Público en Cataluña tras los sucesos de mayo de 1937. Ramón González Peña, significado opositor a Largo Caballero en la UGT. Otro destacado socialista, bolchevique y hombre de confianza de Moscú, Julio Álvarez del Vayo, ocupa el ministerio de Estado (asuntos exteriores), al que vuelve. Los comunistas siguen reservándose las carteras de captación entre la clase obrera, Agricultura y Trabajo. Forma parte de este segundo gabinete Negrín un anarquista y se mantiene a varios republicanos, entre ellos y en Hacienda a Méndez Aspe, elemento de absoluta confianza de Negrín y, según todos los testimonios, pieza clave de los manejos financieros del presidente del Consejo de Ministros. Es el gobierno que Negrín elige para afrontar el epílogo de la guerra, resguardado de las críticas y las adversidades en su delirio resistente, expoliador y de obediencia al poder comunista.
(Julián Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, Librería española, París, 1968. Indalecio Prieto, Yo y Moscú, p. 38, Madrid, 1955. Indalecio Prieto, Convulsiones de España, pp. 27 y ss. Oasis, México, 1968.  José Javier Esparza, El terror rojo en España. Epílogo: el terror blanco, pp. 329-331, Áltera, 2007).
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Ampliación del contenido de las informaciones confidenciales (circulares secretas) números 3 y 22, previamente publicados en la segunda entrega
Informe confidencial n.º 3.
Instrucciones y contraseñas
Con objeto de controlar debidamente los últimos detalles del movimiento, desde el próximo tres de Mayo sólo podrán cursar órdenes los agentes de enlace, que se entenderán entre sí por medio del cifrado “E.M.M. – 54 – 22”.
Los jefes locales deberán dar verbalmente las órdenes al Comité. La contraseña general es:
1-2 en 1:Orden de comenzar la movilización.
2-1 en 2: Orden de comenzar el movimiento.
2-2 en 1: Orden de comenzar el asalto a los puntos determinados.
2-3 en 5: Apresamiento general de contrarrevolucionarios.
2-3 en 3: Movilización sindical.
2-5 en 4: Huelga general.
2-6 en 5: Actos de sabotaje, voladuras de líneas férreas.
1-3 en 2: Aplazamiento del movimiento.
Del 1 al 10: Orden de aprovisionamiento.
10-0: La organización está a punto.
0-0: Cierre de fronteras y puertos.
1-1: Ejecución de los que figuren en las listas negras.
Todas estas órdenes se darán en días víspera del movimiento 10 de Mayo o 29 de Junio a las doce de la noche desde la estación emisora instalada en la Casa del Pueblo de Madrid, cuya longitud de onda es casi igual a la de Unión Radio de Madrid.
Organización de Madrid. Se divide en los siguientes radios:
A-B- Chamartín de la Rosa, depósito de la Casa del Pueblo de este punto. C y D- Cuatro Caminos: Depósito en el Círculo Socialista de la barriada. E y F- Distrito de Palacio: Depósito en la imprenta de Mundo Obrero. G y H- Distrito de la Universidad: Depósito en la redacción de El Socialista. I y J- Distrito de la Latina: Depósito en el Círculo Socialista del distrito. K y L- Distrito del Hospicio: Depósito en la Casa del Pueblo Secretaría 1, 2, 5, 7. M y N- Distrito de la Inclusa: Depósito en la Agrupación Socialista. Ñ y O- Distrito de Pardiñas: Depósito en Castelló n.º 19, Garaje. P y Q- Distrito del Sur: Depósito en Asociación Socialista de Vallecas. R y S- Carabancheles: Depósito en los Círculos Socialistas. T, U, V, X, Y, Z: Centro de Madrid: Depósito en la Casa del Pueblo, Secretarías números 2, 4, 6, 8 y del 10 al 20 y el salón terraza.
Plan a seguir en Madrid: El comienzo del movimiento lo señalarán cinco petardos que estallarán al anochecer. Inmediatamente se simulará una agresión fascista al centro de la C.N.T. declarándose la huelga general y sublevándose en el interior de los cuarteles los soldados comprometidos. Los radios comenzarán a actuar, encargándose los T, U, V de la toma del palacio de comunicaciones, Presidencia y Guerra. Los distritos asaltarán las comisarías y los X, Y, Z la Dirección General de Seguridad. Un radio especial compuesto exclusivamente de ametralladoras y bombas de mano irá al Ministerio de la Gobernación atacándolo por los itinerarios siguientes: Carretas, Montera, Mayor, Correos, Paz, Alcalá, Arenal, Preciados, Carmen, San Jerónimo. Los radios actuarán con 50 células de 10 hombres cada una y en las calles de segundo y tercer orden y con dos células solamente en las calles de primer  orden y paseos.
Las órdenes son de ejecución inmediata de los detenidos antirrevolucionarios. Lo revolucionarios del F.P. serán invitados a secundar el movimiento y en caso de negarse a ello los expulsarán de España.
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Informe confidencial n.º 22 
Se confirman las fechas 11 de Mayo o 29 de Junio para la iniciación del movimiento subversivo según el resultado de las elecciones de Presidente de la República, según se indica en el informe anterior.
SOVIET NACIONAL.- Presidente = Largo Caballero. Comisario del Interior = Hernández Zancajo, socialista. Id. Exterior = Luis Araquistáin, socialista. Id. Trabajo = Pascual Tomás, socialista. Id. Instrucción = Eduardo Ortega Gasset, del Socorro Rojo Internacional. Id. Agricultura = Zabalza, socialista. Id. Hacienda = Julio Álvarez del Bayo, socialista. Id. Guerra = Teniente Coronel Mangada. Id. Marina = Jerónimo Bujeda, socialista. Id. Ejército Rojo = Francisco Galán, comunista. Id. Ferrocarriles = Álvarez Angulo, socialista. Id. Industria = Baraibar. Id. Comercio = Vega, del Socorro Rojo Internacional. Id. O.P. = José Díaz, comunista. Id. Propaganda y Prensa = Javier Bueno, socialista. Id. Justicia = Luis Jiménez Asúa, socialista. Asesor de la Presidencia = Ventura, delegado de la III Internacional.
La Plana Mayor del movimiento estará constituida por Largo Caballero, Hernández Zancajo y Francisco Galán. Los enlaces de la forma siguiente: (citados en la 2.ª entrega).
MILICIAS.- Se dividen en tres clases, según la misión que tienen asignada: Las de Asalto.- Cuya función es ofensiva. Las de Resistencia.- Cuya función son los servicios complementarios. Las Sindicales.- Cuyo motivo es la huelga general. El número aproximado de estas fuerzas en toda España es: (citado en la 2.ª entrega. El número de las fuerzas sindicales se desconoce). El número aproximado de armas que tienen son: Armas largas de todas clases: 250.000. Pistolas ametralladoras: 30.000. Ametralladoras: 250. Dinamita para equipar a 20.000 hombres.
La organización de resistencia tiene solamente armas cortas.
MANDO GENERAL DE LAS MILICIAS.- Jefe Superior = Santiago Carrillo. Jefe Euzkadi = Fulgencio Mateos, de Bilbao. Id. Castilla = Luis Azcázaga y Bruno Alonso. Id. Extremadura = Nicolás de Pablo. Id. Andalucía = Fernando Bolaños. Id. Asturias = Graciano Antura. Id. Cataluña = Miguel Valdés. Id. Levante = Sapia. Id. Galicia = Fernando Osorio. Id. Aragón = Castillejos. Id. Baleares y canarias = No tienen.
RADIOS Y CÉLULAS.- Las Radios se componen de mil hombres y las Células de 10 y el Jefe.
ZONAS DE ASALTO.- Son: Madrid, Asturias, Extremadura, Cataluña, Andalucía, Galicia, Alicante, Santander, Zona Minera y Fabril de Vitoria, Pasajes y Mondragón en Guipúzcoa, Murcia, Barruelo, Reinosa y Logroño. El resto de España es zona de resistencia.
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Algunos métodos de tortura en las checas
Nos referimos a las torturas bajo techo, a cubierto, al margen de miradas curiosas, casuales, incómodas, testificales o acusadoras; sin ser exhaustiva su enumeración.
Las checas eran centros de detención, retención y aislamiento (en menor medida directamente el asesinato), presididos por la violencia y la codicia. En ellos se practicaba la represión física, intelectual y moral, estando el preso completamente indefenso ante la arbitrariedad de su captura, trato vejatorio y cruel, la rapiña de los objetos que portara encima y el encierro indefinido e incomunicado.
Las checas contaban con diferentes celdas ideadas para la tortura física tanto como psicológica; a lo que se unía la falta de higiene, el frío y la escasez de alimentos. Veamos significativos ejemplos de celdas.
—Las celdas armario consistían en tres estructuras de madera de aproximadamente 50 centímetros de ancho por 40 de profundidad; el techo era de madera corrediza, regulable en altura para obligar al preso a permanecer encogido y con la cabeza inclinada; en el fondo había un saliente inclinado de 13 centímetros y a una altura de 65, para que el preso se pudiera apoyar pero no sentarse.
—Las celdas confesionario consistían en una serie de pequeños departamentos sin techo ni puertas y con una cortina a la entrada; con un potente reflector se enfocaba al prisionero para interrogarle.
—En la celda nevera, o la nevera, el detenido era sometido periódicamente a duchas de agua helada.
—En la celda de castigo las paredes y el mobiliario estaban inclinados; el preso era sometido a un juego de luces con la finalidad de trastornarlo psíquicamente.
—El huevo era una celda ovalada o circular de un metro y veinte centímetros de diámetro.
—La celda diabólica tenía el suelo estaba cubierto de ladrillos verticales, colocados en forma de la letra T, que impedían arrodillarse, sentarse o pasear, obligando al prisionero a permanecer en pie o apoyado contra la pared o a desplazarse dando pequeños saltos con los pies torcidos; no había cama, únicamente un asiento de un metro de altura adosado a la pared, también inutilizable (salvo a fuerza de flexionar los brazos mientras se aguantara) porque estaba inclinado y era liso. Una variante de esta celda tenía las paredes pintadas con figuras geométricas de colores muy vivos. Otra variante presentaba una cama inclinada en tal grado que el agotado caía a un suelo de cemento rallado, resquebrajado y lleno de aristas destinado a herir el cuerpo.
—Se construyeron celdas con tejados de vuelta que producían eco o resonancias; se instalaba un metrónomo que funcionaba constantemente ocasionando trastornos mentales.
—En otras celdas se aplicaba la luz como tortura principal; al prisionero se le sentaba y ataba adaptándole un mecanismo metálico alrededor de los ojos que le impedía parpadear; a continuación se encendía una luz durante el tiempo de permanencia de la víctima provocándole alteraciones visuales entre otras relacionadas con la tortura.
Todas las celdas eran de dimensiones inhumanamente reducidas.
Además de las celdas propiamente dichas, existían unas salas de tortura especializada.
—La silla eléctrica consistía en el armazón metálico del asiento de un coche conectado a unos hilos conductores, por vía subterránea, del fluido eléctrico. Los torturados eran sometidos a lentas quemaduras. Una variante empleada era la del casco eléctrico, donde dos electrodos instalados en un secador de cabello producían convulsiones. Además de los padecimientos imaginables, se añadía el provocado por un foco potente que durante todo el proceso iluminaba a la víctima.
—Otra tortura física habitual consistía en colgar al detenido por los pies de una argolla, de manera que la cabeza se sumergía dentro de un recipiente con agua; las víctimas tenían que mantenerse flexionadas para evitar ahogarse. Las porras de perdigones y los látigos solían acompañar la puesta en escena del tormento.
(Indagaciones del periodista e historiador César Alcalá en diversas obras: Las checas del terror, Ed. LibrosLibres, Madrid, 2007. Las checas de Barcelona, Ed. Belacqua, Barcelona, 2005. Persecución en la retaguardia, Ed. Actas, Madrid, 2001. Causa General: Testimonios, Akrón, Astorga (León), 2008.
Cualquier fuente de la época, nacional o frentepopulista (republicana), que por un motivo u otro, denunciador o burlesco, informaba al respecto. César Vidal: Checas de Madrid, Ed. Carroggio-Ed. Belacqua, Barcelona, 2003. José Javier Esparza, El terror rojo en España. Epílogo: el terror blanco, ED. Áltera, Barcelona, 2007.  César Vidal, Paracuellos-Katyn, Ed. LibrosLibres, Madrid, 2005. Félix Schlayer, Matanzas en el Madrid republicano, Éd. Áltera, Barcelona, 2005. José María Fontana, Los catalanes en la guerra de España, Grafite Ediciones, Baracaldo (Vizcaya), 2005. Entre otras, numerosas y bien documentadas, fuentes.

El trato en las checas

Se afirma que donde más brutalmente actuaron los chequistas fue en Barcelona. Es cierto en cuanto al refinamiento criminal empleado en las checas del SIM (Servicio de Información Militar, creado por el socialista Indalecio Prieto, sobre el que se explicitará en próximas entregas). No obstante, en las checas madrileñas comunistas y socialistas se emplearon también procedimientos que en barbarie y saña en nada desmerecían a las de Barcelona y las de Valencia.
Por ejemplo, en la madrileña checa de la calle Alonso Heredia, número 9, en la Guindalera, se dispusieron técnicas siniestras perfeccionadas tales como aplicaciones de hierros candentes y arrancamiento de uñas de las manos y los pies; en esta checa se llegó a asesinar a los detenidos disparándoles en una habitación destinada al efecto.
En numerosas checas madrileñas, principalmente en las comunistas y socialistas, compitiendo entre ellas, inferían a las detenidas ultrajes a su honor; muchos de los cadáveres de las muchachas y mujeres que fueron conducidas a las checas y posteriormente fusiladas (algo habitual) presentaban signos de violación. El procedimiento era tan simple como salvaje: si la detenida, más joven o menos joven, no respondía como esperaban sus captores o no confesaba de plano lo que ellos dictaban o no entregaba sus joyas o no delataba a familiares, allegados o conocidos, se las golpeaba bárbaramente a medida que eran despojadas de sus prendas; una vez desnudas, hecha o no la confesión a gusto del “tribunal”, si apetecía, uno tras otros los milicianos abusaban de ellas en presencia de la propia familia, el marido o el novio si habían sido igualmente detenidos.
En el turno de Valencia, y dentro de este sumarísimo repaso, “una de las especialidades” era la de introducir al detenido en una habitación inundada de agua, donde debía mantener flexionado el cuerpo, durante un prolongado periodo de tiempo; hasta treinta y seis días, martirio suficiente para provocar la muerte o lesiones de por vida en la columna vertebral y el aparato excretor.
A los chequistas de Valencia les gustaba cometer sus atrocidades, su infinidad de crímenes parejos a los de sus “hermanos frentepopulistas” en la playa, dejando luego de consumadas las acciones los cadáveres sobre la arena, o bien trasladando a las víctimas mar adentro en una lancha en la que los asesinaban a balazos o los arrojaban directamente al agua tras herirlos con arma blanca. Fueron numerosos los cadáveres devueltos por el mar a las playas de la capital valenciana y a los pueblos cercanos.
Las checas de Barcelona fueron montadas por elementos rusos, para seguir ejercitando lo aprendido desde 1917 a todos cuantos fueron “seleccionados” para la tortura. En realidad, las checas son una invención soviética exportada a la sometida España del Frente Popular.
Tan rápida, despavorida ciertamente, fue la huida de los chequistas barceloneses que no les dio tiempo a desmontar los aparatos de tortura, quedando expuestos al conocimiento público de la ciudadanía y los periodistas extranjeros que seguían la retaguardia de los frentepopulistas (republicanos o rojos, la denominación que se prefiera) y la vanguardia de los nacionales.
(Mismas fuentes que en el capítulo anterior)

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