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Historia del Himno Nacional de España

Manuel de Espinosa, Bartolomé Pérez Casas y Francisco Grau Vegara



El cuaderno de Toques
En la música militar, los tambores y los pífanos alcanzan a lo largo del siglo XVIII su máxima importancia, sobre todo a partir de 1769 con la edición de los toques que siguió a la publicación de las Reales Ordenanzas de Carlos III. Antes de esta fecha, no obstante, en 1761, aparece una colección de toques y marchas que ilustra y fundamenta el propósito de esta síntesis histórica respecto al Himno Nacional de España.
El padre Nemesio Otaño (jesuita, insigne musicólogo que con Barbieri sentó las bases historiográficas de la Música Militar Española), halló los famosos Toques de Guerra de 1769 en la biblioteca del Marqués de Toca, en 1918, el más interesante y antiguo documento escrito de música militar de Ordenanza. El padre Otaño, en 1938, señaló la existencia de un manuscrito original en los fondos de la Biblioteca Nacional, correspondiente a la edición de 1769; pero no fue tal documento el encontrado por el historiador Ricardo Fernández de Latorre en su investigación sino uno fechado en 1761, con igual o mayor importancia. Muchos de los toques militares en el documento de 1761 difieren melódicamente de los recogidos en la edición de 1769. Este manuscrito se titula: Libro de la Ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan nuevamente en la Infantería Española compuestos por Manuel de Espinosa, 1761. (Sección de Músicade la Biblioteca Nacional. Sign. M-2791).
Se sabe poco de Manuel de Espinosa. En el Catálogo de la Sección de Música de la Biblioteca Nacional (H. Anglés y J. Subira) y en el Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Músicos Españoles (B. Saldoni) consta que: “Manuel Espinosa de los Monteros fue el primer oboe de la Capilla Real y director de las Reales Academias, después de haber entrado en dicha capilla en 1766. Falleció en 1810, a los 80 años de edad…”. Las piezas que recoge el cuaderno que firma Manuel de Espinosa, están instrumentadas generalmente para pífanos 1.º y 2.º y tambores, algunas sólo para pífanos. La colección de toques y marchas de 1761 comprende lo siguiente:
Fol. 1 v. La Generala
Fol. 2 v. La Samblea (Asamblea) para marchar
Fol. 3 v. La Marcha granadera
Fol. 4 v. El Alto
Fol. 4 v. La Retreta
Fol. 5 v. El Bando
Fol. 6 v. La Llamada
Fol. 7 v. La Bandera o Tropa
Fol. 8 v. La Marcha de Fusileros
Fol. 8 v. La Marcha de las Guardias Walonas (por don Carlos Julián)
Fol. 9 v. La Samblea (Asamblea) que tocan los guardias españoles
Fol. 10 v. La Calacuerda
Fol. 11 La Oración
Fol. 11 v. La Diana
Fol. 12 v. La Misa
Fol. 12 v. La Orden
Fol. 13 Diana sola
Fol. 23 (Un esbozo para dos pífanos y un tambor)
Los folios del 14 al 22, ambos incluidos, están en blanco, así como los comprendidos entre el 24 y el 28, donde acaba el cuaderno.

La Marcha Granadera: origen español del Himno Nacional
La Marcha Granadera constituye el origen del Himno nacional. La división orgánica de la Infantería en piquerosy mosqueteros evolucionó a principios del siglo XVIII, con la adopción del fúsil, hacia la de granaderos y fusileros. Los granaderos eran por lo general soldados escogidos, de elevada estatura y gran fortaleza física, y tenían una misión de choque o asalto; disponían de granadas para arrojarlas sobre las defensas enemigas, abriendo paso a las cargas a la bayoneta de los fusileros.
La Marcha Granadera se ha atribuido, sin base sólida según Ricardo Fernández de Latorre, a Federico el Grande. Esta teoría tiene su punto de arranque en un artículo publicado en 1861 por el periódico “La España Militar”, que sentó el origen prusiano de la partitura. Se impuso la leyenda de unas conversaciones mantenidas entre Federico de Prusia y el conde de Aranda, en las que el monarca germano entrega una marcha al dignatario español cuando éste deja de ser embajador en aquella corte, para que la haga llegar, como ofrenda suya, a Carlos III. Superado el ecuador del siglo XX continuaba asentado este origen del Himno Nacional. Por ejemplo, en 1953, el hispanista alemán Hugo Kehrer, apoyándose en lo publicado por la enciclopedia Espasa al respecto del Himno Nacional, escribe en su obra Deutschland in Spanien: “El más importante y claro comprobante de que también la música alemana halló acogida en la España del siglo XVIII lo encontramos en la Marcha Real, himno nacional español, universalmente conocido. Según una insistente tradición está muy relacionado con Federico el Grande. En efecto, cuando el rey recibió en audiencia de despedida, a su vuelta a Madrid al embajador de España don Pedro Abarca de Bolea, conde de Aranda, le dijo estas palabras: “Tomad, señor ministro, esta marcha militar, que tenía destinada para honrar a mi persona”. Se cree que el mismo Federico el Grande la compuso y que sólo por muy altas consideraciones no dio a conocer su paternidad. […] El Rey de España Carlos III firmó el 3 de septiembre de 1770 un decreto por el que se declaraba esta marcha militar, la marcha de honor española”. (Hay que subrayar que en esta época, como prescriben las Ordenanzas en su “Tratado Quarto, Título XVII, Toques de caxa con que ha de señalarse el mando de Evoluciones”, aparece La Marcha encabezando un párrafo que dice: “En oyendo la Tropa este toque (a excepción de quando suene por razón de honor), deberá, sin más mando, marchar a su frente…” etc., etc. Significa ello que existía, aunque fuera a cargo de los tambores únicamente, un toque para la rendición de honores, que se recogía ya en las Ordenanzas de 1728 y que puede remontarse a mucho antes). La entrevista que supuestamente mantuvieron el conde de Aranda y Federico el Grande no se halla documentada ni fechada. Ciertamente el conde de Aranda era embajador, pero en Polonia y no en Prusia, y regresó a España en 1762 para dirigir la campaña de Portugal. En 1972, en la primera edición de su Antología, Ricardo Fernández de Latorre deshace, con base documental, el insistente y extendido error.
Al descubrir este historiador y musicólogo que el manuscrito de la música militar de Ordenanza del siglo XVIII conservado en la Biblioteca Nacional no era el original correspondiente a la edición impresa de 1769 sino otro de ocho años antes, de 1761, halló entre sus títulos La Marcha Granadera, fechada un año antes de la supuesta entrega de Federico a Aranda. El cuaderno lleva el significativo título: Libro de la Ordenanza de los Toques de Pífanos y Tambores que se tocan nuevamente en la Infantería Española, compuesto por don Manuel de Espinosa, 1761. El error en el estudio musical padecido hasta nuestros días radica en haber identificado Otaño el manuscrito de 1761 como el original de la colección impresa en 1769, reproducido por los estudiosos continuadores. Nadie se refería al manuscrito de 1761 como obra independiente; todos lo consideraban el original de la edición impresa en 1769.
El título del cuaderno de 1761 evidencia la autoría de los toques: Manuel de Espinosa. Es dable imaginar o suponer sin prejuicios, que Espinosa se hubiera inspirado (o reelaborara alguna página, cosa frecuente en el XVIII) en alguna música militar anterior, también nuestra, del mismo modo que cambió algunas al trasladarlas del cuaderno de 1761 al de 1769. O partir de líneas melódicas de composiciones no castrenses tales como las de una pavana real, recogida por el estudioso Valderrábano en 1574, en afirmación de José Guillermo García Valdecasas en su artículo publicado en el diario ABC el 2 de enero de 1996 “La Marcha Real en un aire de pavana”; o tomar rasgos de villancicos u obras de batalla del siglo XVII, como apunta Otaño, o que, incluso, alguna de sus frases se remonte a la Cantiga XLII de Alfonso X el Sabio, en opinión del historiador Ribera. O, aún concediendo más a la especulación, es posible que Espinosa, como otros compositores de Música Militar Española de su época (también compositores de otras nacionalidades en sus respectivos ámbitos) adoptara para la Marcha Granadera un cierre melódico francés. Pero el título de propiedad luce en el rótulo de la obra: los toques están compuestos por Espinosa.
En el análisis pormenorizado cabe discernir que este “compuestos” pudiera tener un carácter ambiguo (compuestos-arreglados-concertados). Pero Espinosa diferencia específicamente cuando en 1761 dice “compuestos” y en 1769 “concertados”. Uno es el original para pífanos y tambores; el otro, la adaptación para pífanos, clarinetes y tambores. El haber considerado a Espinosa como un mero concertador hasta 1972 procede de que Otaño, al escribir las notas que prologaban su magnífica edición de toques de 1769, patrocinada en 1939 por Radio Nacional de España, se refiere al manuscrito original de esa edición de 1769, dándolo como existente en la Biblioteca Nacional y no en el Palacio Real donde verdaderamente se encontraba.
Nemesio Otaño escribía en su prólogo a la edición de 1939: “También tiene significación muy expresiva la palabra que el coleccionador de 1769 emplea en el título para indicar su intervención; porque dice CONCERTADOS; es decir, arreglados, ajustados en esa determinada disposición instrumental para pífanos y clarinetes, y, en todo caso, puestos en orden y concierto para evitar arbitrarias interpretaciones y corruptelas y variantes infiltradas en la práctica. La palabra empleada por Espinosa excluye, precisamente, toda idea de creador o compositor. Materialmente, él es un coleccionador. Recoge los toques usados en el Ejército Español, ya de antes… Artísticamente fue un mero ajustador o instrumentador (de instrumentar, en una acepción arcaica)”. Aquí subyace el error de no haberle concedido los honores de la autoría a Espinosa. Si Otaño hubiese dispuesto para su estudio del manuscrito de la Biblioteca Nacional cuando proyectó en 1938, en Burgos, la edición de los Toques de 1769, habría observado no sólo que dicho documento es de fecha anterior -ocho años más antiguo- sino que hay variaciones sustanciales en el contenido de ambas obras, y que, y esto es lo más importante, en la primera hoja se refiere a los Toques con la palabra “compuestos”, lo que constituye una declaración de paternidad o de recreación, como se apuntó anteriormente de dichos Toques, y entre ellos de la Marcha Granadera. Otaño no tuvo posibilidad de consultar el manuscrito de la Biblioteca Nacional a causa de la Guerra Civil en curso.
Ricardo Fernández de Latorre destierra la tan reiterada especie del origen prusiano de nuestra Marcha Granadera, y, con ella, el de nuestro Himno Nacional, reconociendo a Espinosa, con las matizaciones señaladas, como el compositor que nos la legó. En su libro Nueve siglos de Música para las Armas de España (Philips, Madrid, 1972) cuenta Fernández Latorre: “A partir de hoy (1972) y mientras no se nos pruebe documentalmente que Espinosa se atribuyó lo que no era suyo, en una obra dedicada a un personaje tan importante como el Ayudante Militar de los Ejércitos de Su Majestad Católica el Rey de España, lo que le hubiese acarreado no pocos disgustos, sostendremos que el Himno Nacional o Marcha Real, es una creación española, y que su autor fue un músico modesto, como ocurre casi siempre en el caso de los buenos himnos, llamado Manuel de Espinosa”. La documentación identificada por Fernández Latorre, que acredita que la Marcha Granadera fue compuesta por Espinosa está a disposición de quien desee comprobarlo entre los manuscritos conservados en la Sección de Música de la Biblioteca Nacional de España, a menos que el músico mintiera dando como propia una obra ajena. Otras documentaciones que avalen la tesis de la importación musical son inexistentes como tales.

El cuaderno oficial de 1769
El rey Carlos III, conocedor de los toques que dedicó Espinosa al general Martín Álvarez de Sotomayor, debió ordenar, ente 1767 o 1768, se encargase a este músico, Manuel de Espinosa, la recopilación y ajuste para pífanos, clarinetes y tambores y para clarines de los toques que habrían de declararse reglamentarios para la Infantería y la Caballería españolas. Y Espinosa rindió cuentas de su trabajo al año siguiente con la edición de una colección titulada: Toques de Guerra que deberán observar uniformemente los pífanos, clarinetes y tambores de la Infantería de S. M., concertados por don Manuel de Espinosa, músico de la Capilla Real, Madrid 1769, cuyo manuscrito original se halla hoy en la Biblioteca del Palacio Real.
Los Toques para la Infantería incluidos en el cuaderno de 1769 son:
N.º I La Generala
N.º II La Asamblea
N.º III La Bandera o Tropa
N.º IV La Marcha de Fusileros
N.º V La Marcha de Granaderos
N.º VI El Alto (tambor solo)
N.º VII La Retreta
N.º VIII El Bando
N.º IX La Llamada
N.º X La Misa
N.º IX La Oración (tambor solo)
N.º XII La Orden (tambor solo)
N.º XIII La Fagina (Fajina)
N.º XIV La Diana (tambor solo)
N.º XV El Ataque

La conversión de la Marcha en Himno
La enciclopedia que difundió la paternidad de Federico el Grande a la Marcha Granadera, asegura que Carlos III elevó en 1780 esta pieza militar a la categoría de “Marcha de Honor”, pero nadie ha encontrado la disposición que consagra a esta página musical como Himno. Fernández Latorre también lo cree así Otaño aboga porque lo más lógico es considerar que se impusiera por la costumbre.
No obstante, hay autores que expiden su partida de nacimiento, como Muñiz y Terrones, quien asegura que la “Marcha Real” fue ejecutada por primera vez como música de honor para un Monarca el 10 de octubre de 1846, en la ceremonia nupcial de S. M. la Reina Isabel II con su primo el Infante Don Francisco de Asís María de Borbón. Pese a ello, en los periódicos de aquellos días, se recogen alusiones a la “Marcha Real” que permiten deducir que su interpretación para la rendición de honores es anterior. En El Imparcial del 13 de octubre, se lee que a la entrada de los Reyes en el Teatro de la Cruz, dos días después de la boda, con motivo de una función de gala: “…los marciales ecos de las músicas que tocaban la Marcha Real, anunciaron la presencia de las augustas personas en su palco…”. También se inserta en El Semanario Pintoresco Español: “…Como a las tres de la tarde, el estruendo del cañón y los ecos de la Marcha Real anunciaron el regreso de la regia comitiva…”. Obviamente, no se alude a un himno recién estrenado, acontecimiento que, en su caso, hubiera merecido los honores de una mención muy destacada. Es más, hay referencias a años anteriores, como la que hace Galdós de la solemne pieza con motivo de la entrada en Madrid de María Cristina de Nápoles el 12 de diciembre de 1829, tras su matrimonio con Fernando VII, cuando nos dice que realzaba el paso de la comitiva “el estruendo solemne de la Marcha Real…”
Benito Pérez Galdós era particularmente escrupuloso en los datos que ofrecía, pero hay un testimonio mucho más antiguo. Leyendo a Ramón de Mesonero Romanos en sus Memorias de un setentón, se evoca la salida al balcón del Rey Fernando VII, el día 9 de marzo de 1820, después de la jura de la Constitución. “Las tropas de la Guardia formaban en la misma plaza, y las músicas y bandas de tambores ejecutaban la Marcha Real…”. Mesonero Romanos era un escritor costumbrista, propenso a fijarse en los detalles.
En realidad, no hay ninguna disposición oficial en torno a esta página musical hasta 1853, en que una Real Orden dicta: “S. M. la Reina (q. D. g.) ha tenido a bien resolver que, en lugar de la marcha prescrita por el Reglamento de Táctica de Infantería, aprobado por R. O. de 18 de octubre de 1850, y que actualmente usan los Cuerpos de su Arma, solo (sólo) se toque en lo sucesivo, tanto por estos Cuerpos como por los demás del Ejército, la antigua española, vulgarmente conocida con el nombre de granadera…”. Con anterioridad sólo se establecía la interpretación de la Marcha a cargo de los tambores. El Reglamento para el Ejercicio y Maniobras de la Infantería, aprobado por R. O. de 18 de octubre de 1850, a que aludía el de 4 de septiembre de 1853, dispone: “Se suprime el compás regular excepto en el de Marcha, el cual no solo (sólo) es preciso para la instrucción, sino para hacer honores, y para cuando las tropas marchen acompañando al Santísimo”. Esta disposición de 1850 y los toques de caja correspondientes, aparecen ya (quizá los haya, también, en documentos anteriores) en el “Reglamento para el Ejercicio y Maniobras de la Infantería” de 1848, publicación que guarda en su archivo el coronel Luis de Arana.
Tras los avatares políticos y dinásticos entre 1868 y 1871 (cuyo detalle excedería el propósito de esta reseña) con Amadeo I en el Trono, una disposición de 8 de enero de 1871 consagra la vieja marcha granadera como nuestro Himno Nacional. Dictaba la Real Orden: “…En consecuencia, S. M. se ha servido declarar Marcha Nacional española la Marcha Granadera, resolviendo que sea tocada por las músicas del Ejército en todos aquellos casos con arreglo a la Ordenanza, dejando sin efecto la Orden de 31 de agosto último, que disponía se tocase interinamente, en lugar de la expresada Marcha Granadera, la compuesta por el Músico Mayor del 2º Regimiento de Ingenieros, José Squadrani”.
Quedó, pues, la Marcha Granadera, pasando por la oficialización del arreglo instrumental de Pérez Casas, en 1908, hasta que la desterró la II República, en 1931.

Versiones oficiales de la Marcha Real
Ante la falta de unidad artística y técnica, y la brevísima línea melódica (dieciséis compases) de la “Marcha Real”, el Rey Alfonso XIII, en 1908, dispuso se unificaran los criterios armónicos, rítmicos e instrumentales, y alargar su contenido. El cometido fue asignado al maestro Pérez Casas, famoso músico mayor del real Cuerpo de Guardias Alabarderos; y a él debemos que dotara al himno de esa solemnidad, de esa severidad que lo preside, que, en efecto, es de auténtica estirpe polifónica. La Marcha Real era una obra de cierta gracia pero su brevedad y su corte, estrictamente, de marcha impedía a sus instrumentistas precedentes un despliegue hímnico brillante.
Bartolomé Pérez Casas, extraordinario técnico, estudió concienzudamente cuantas versiones logró reunir, que, al parecer, fueron muchas y sus trabajos fueron del total agrado del Monarca y de las personas que le asesoraron. En virtud de ello, un Decreto de 17 de agosto 1908 convirtió en oficial la versión encargada al gran músico. La expresada norma dispone que: “Por las bandas militares se ejecuten la Marcha Real y la Llamada de Infantes, ordenadas por el Músico Mayor del Real Cuerpo de Alabarderos Don Bartolomé Pérez Casas…”. La versión de Pérez Casas, describe Fernández Latorre, es un prodigio de sencillez y, a la vez, de solemnidad y prestancia. Tiene una segunda parte un cambio de tonalidad muy elegante para alargar el breve contenido melódico de la “Granadera” y permitir una cierta variedad auditiva a la hora de esa prolongación de la pieza que exigían las largas revistas de S. M. a una unidad formada.

Letras para la Marcha Real
En mayo de 1927, durante las celebraciones de las bodas de plata del reinado de Alfonso XIII, el poeta Eduardo Marquina hizo llegar al Monarca doce estrofas para convertir la Marcha Real en un himno nacional cantado. Era el primer propósito firme para hacerlo, y así, de una manera práctica y atractiva, motivar a civiles y militares en la participación de la solemnidad y estima del símbolo patrio.
Marquina expuso previamente su proyecto al soberano, recibiendo de éste unas indicaciones en el sentido de que los versos constituyeran “un grito de afirmación y de fe, que no sólo no se enturbiase con la menor tendencia política, sino que estuviesen limpios de esa forma agresiva del orgullo patriótico que, al acrecentarse con caracteres de exclusividad y animosamente contra otros pueblos, privara al Himno de la dulce prerrogativa de entonarse y sonar bajo un cielo que no fuera español…” Laboró con afán el poeta en su proyecto, convencido de la trascendencia del mismo. Al cabo declaraba: “Trabajé reforzando mentalmente la realidad española, proyectando sobre ella, en pensamiento, las tres grandes fuerzas que en el proceso del tiempo mantienen y labran la Nación, o sean: la virtud de su acontecer histórico, las exigencias de la cultura universal y el aporte diario, menudo y trivial, pero ferviente y fecundo, de la constante y total labor de sus hijos…” Al recibir los versos, el Rey dijo que el poeta había “interpretado maravillosamente su pensamiento…” Una carta del Secretario Particular de S. M., Emilio María de Torres, dirigida a Eduardo Marquina el 14 de mayo de 1927, rezaba:
“S. M. el Rey (q. D. g.) se ha dignado ordenarme dé a Vd. las más sinceras y expresivas gracias por la carta que ha tenido a bien dirigirle juntamente con las estrofas por Vd. compuestas para poder ser cantadas con música de la Marcha Real.
El Rey envía a Vd. su más entusiasta felicitación por estas hermosas estrofas y desea le haga saber que ha interpretado maravillosamente su pensamiento.
Me encarga S. M. diga a Vd. que ha leído con enorme emoción y complacencia viva todas las estrofas que ha tenido a bien enviar; habiendo escogido tres de ellas, que son precisamente de las que Vd. señalaba.”
El martes 17 de mayo, después de la ceremonia religiosa oficiada para conmemorar la elevación al trono del Rey Alfonso XIII, un coro, conducido por el maestro Saco del Valle, director de la Capilla Musical de Palacio, interpretó la Marcha Real con las tres letras elegidas por el Monarca. Decían así:

PRIMERA: ESPAÑA, HERENCIA SAGRADA
Una Patria
nos dieron nuestros padres
y escogieron bien:
¡jamás la hubo mejor!

Una tierra
tendida entre dos mares
para ver nacer
y declinar el sol.

Patria, si el aire te gasta al pasar
nuestras cenizas cubran lo que él desgastó.

Ríos de España, si os mengua el caudal
¡vierta, en vosotros, sangre nuestro corazón!

SEGUNDA: ESPAÑA, FUENTE DE ACCIÓN
Danos, Patria,
las armas de Cantabria
y el valor del Cid:
¡queremos campear!
Danos, Patria, la lanza del Quijote,
de Teresa el Dios
¡queremos delirar!
Vida de justos queremos vivir;
¡danos la encina augusta de tu fe civil!
Antes de verte menguar o sufrir
¡queremos, Madre España, sucumbir por ti!

Apostilla el musicólogo e historiador Fernández de Latorre que algunas referencias señalan, como últimos cuatro versos de esta estrofa, otros, cuya procedencia ignora, ya que no se encuentran en la propuesta de Marquina:
Una bandera queremos tejer:
¡danos la rueca de oro que movió Isabel!
Más que los siglos, queremos durar
¡danos tu barro, España, que será inmortal!

TERCERA: ¡VIVA ESPAÑA!
¡Viva España!
Del grito de la Patria
la explosión triunfal
siguió en su rumbo al sol:

¡Viva España! Repiten veinte pueblos
que al hablar; dan fe
del ánimo español…

¡Marquen arado, martillo y clarín
su noble ritmo al grito de la patria fe!
¡Muestre la mente a la mano su fin,
y al Viva España asista toda España en pie!

Poco tiempo después, estos textos de la Marcha Real serían grabados en discos gramofónicos por el tenor Juan García, como solista, la Masa Coral de Madrid, dirigida por su titular, Rafael Benedito, y la Banda Parlophon, todos bajo la batuta del maestro Pascual Marquina.
Incluyo a continuación, una letra atribuida a Eduardo Marquina, pese a no haber podido cotejarla con las fuentes de que dispongo para esta reseña histórica. Eludo en este supuesto la investigación exhaustiva y, dado el carácter ilustrativo, y a mi parecer merecedora de mejor suerte y mayor interés que el olvido la dicha composición, procedo a reproducirla para enjuiciamiento del lector:
Gloria, gloria, Corona de la Patria,
soberana luz
que es oro en tu Pendón.

Vida, vida, futuro de la Patria
que en tus ojos es
abierto corazón.

Púrpura y oro: bandera inmortal;
en tus colores, juntas, alma y carne están.
Púrpura y oro: querer y lograr;
tú eres, bandera, el signo del humano afán.

Gloria, gloria, corona de la Patria,
soberana luz
que es oro en tu pendón.

Púrpura y oro: bandera inmortal;
En tus colores, juntas, alma y carne están.

Otras aportaciones a la letra del Himno Nacional
Antonio Planelles Torres ponía letra en 1929 a la Marcha Real con propósitos difusores del certamen iberoamericano de Sevilla y dudoso encaje con la música:
Mirad, mirad, cuanto clavel, cuanto lirio
cuanta planta en flor.
Vivir aquí es soñar.
Hijas de allende el Atlántico mar,
venid a España en santa peregrinación.
Venid contentos a España admirar
y a formar parte de su gran Exposición.

No sería ésta la primera ni la última letra colocada a las notas de la Marcha Real para convertirla en obra cantable. La Gaceta de Madrid del 18 de septiembre de 1843, ya mostraba un texto, firmado por Ventura de la Vega, con el siguiente estribillo:
Venid, españoles / al grito acudid.
Dios salve a la Reina / Dios salve al país

Los versos, apostilla Fernández de Latorre, no encajan en ningún pasaje de la música.
En los años veinte, hubo también textos de Aurelio Fuentes, José R. del Franco y, posteriormente ignorándose las fechas concretas otras, debidas a Manuel J. González Riera y Antonio García D. Figar O. P., del colegio de Santo Tomás de Ávila. Durante la última guerra civil, José María Pemán, presidente de la Comisión de Cultura y Educación de la Junta Técnica del Estado (en la España Nacional, cuyo Jefe del Estado, Francisco Franco, recuperaba la antigua Marcha Granadera como Himno Nacional), dotó al Himno Nacional de letra sin que llegara a ser oficial ni entonces ni después. (Esta letra, parece fue compuesta en 1928, a instancias del entonces Jefe de Gobierno Miguel Primo de Rivera y Orbaneja):
¡Viva España!, alzad los brazos (alzad la frente, en la versión de 1928)
hijos del pueblo español
que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria
que supo seguir
sobre el azul del mar
el caminar del sol (bis).

Triunfa España
los yunques y las ruedas
cantan al compás (canten al compás un nuevo himno de fe, en la versión de 1928)
nuevos himnos de fe (en la versión original) – del himno de la fe (adaptación).
Juntos con ellos cantemos de pie
la vida nueva y fuerte
de trabajo y paz.
¡Viva España!, alzad los brazos
hijos del pueblo español
que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria
que supo seguir
sobre el azul del mar
el caminar del sol (bis).
Por su parte, los Carlistas idearon una letra para el Himno Nacional:
¡Viva España!,
Gloria de Tradiciones,
con la sola ley que puede prosperar.

¡Viva España!,
que es madre de Naciones
con Dios, Patria, Rey
con que supo imperar.

Guerra al perjuro,
traidor y masón
que con su aliento impuro
hunde la Nación.
Es su bandera
la historia de su Gloria;
por ella dará
su vida el español.

Fe verdadera
que en rojo de amor
aprisiona briosa
un rayo de sol.

También hubo en esta época un texto para la Marcha Real del Hermano Miguel Antonio, marista, sobre una versión de la Marcha Granadera del jesuita Nemesio Otaño:
¡Salve, salve!
Bandera de la Patria,
vida, amor y fe
del español hogar.

Nueva aurora
anunciando el sol
de la España Imperial.
Vuelven los siglos
de Gloria y Honor
por el solar hispano
con paso triunfal.

Luz, esperanza,
amor, juventud.
España entera
vuelve fuerte
a resurgir.

Son tus pliegues
recuerdo de los bravos
que en la lid
lograron revivir.

¡Santa bandera
que mi alma venera,
a tu sombra
quiero yo morir!

Nuevas tentativas
En 1977 llegaron a poder de Ricardo Fernández de Latorre distintas versiones del Himno Nacional cantado, con los textos de Marquina y Pemán, arreglados, que fueron registradas por la Orquesta y Coro de RTVE. Pero fue prohibida su emisión pública.
Himno Nacional de España, partitura para banda.

Con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol de 1982, se constituyó una comisión para otorgar letra al Himno Nacional, sin encontrar eco en los medios oficiales ni marcado interés en el público. No obstante, un año después, surgió una nueva letra, original de Etheria Artay.
El 21 de abril de 1990 es presentada al Registro de la Propiedad Intelectual una versión del Himno Nacional, bajo el título de “Marcha Granadera Cantable”, a nombre de Juan Iriarte del Río, con adaptación musical del comandante música retirado Ricardo Vidal Tolosa, que fue durante catorce años director de la Banda del regimiento de la Guardia del Jefe del Estado. La versión de Vidal estaba basada en la “Marcha de Granaderos” de Espinosa, del cuaderno de 1769, en compás de dos por cuatro y tiempo “maestoso-solemne”, a diferencia de la de Pérez Casas, que está en compás binario y aire marcial. La instrumentación fue estrenada el 26 de abril de 1990, en el Cuartel General del Ejército, bajo la dirección de Vidal.
En diciembre de 1994, el periódico tarraconense El Diari, publicaba una carta abierta de un lector en la que sugería una letra nueva para el símbolo musical de la Patria:
¡Viva España!
Tus hijos, siempre unidos
en Constitución
jurada ante el Rey,
con democracia
queremos seguir
por caminos de paz,
de amor y libertad.

¡Nuestra España!
con las demás naciones
y en comunidad
vamos a defender
a los valores humanos de razas
con su religión
y con su justa paz.
¡Viva España!
¡Viva el Rey!

Regulación del Himno Nacional
El Real Decreto de 3 de octubre de 1997 dispuso la adquisición exclusiva por el Estado de los derechos de explotación de la versión oficial del título tradicionalmente conocido como “Marcha Granadera” o “Marcha Real Española”,por medio de una indemnización a los herederos de Pérez Casas destinatarios de los derechos de adaptación e instrumentación de la obra, no de autoría como se ha venido sosteniendo equivocadamente por algunos comentaristas.
Una semana más tarde, una disposición del mismo rango el R. D. 1560/1997, de 10 de octubre, establecía oficialmente una nueva versión del “Himno Nacional de España” destinada a orquesta sinfónica, banda de música y órgano. En virtud de ello fue derogada la Real Orden Circular de 27 de agosto de 1908, que oficializaba la versión de Bartolomé Pérez CasasMúsico Mayor del Ejército y director de la Banda del real Cuerpo de Guardias Alabarderos , que quedaba sustituida por una revisión e instrumentación debidas al teniente coronel director de la Unidad de Música de la Guardia real, Francisco Grau Vegara. El Real Decreto de 18 de septiembre de 1998, aceptaba la cesión gratuita efectuada por el maestro Grau de los derechos de explotación por la revisión y orquestación del “Himno Nacional” y la atribución de la administración de tales derechos al Ministerio de Educación y Cultura.
Himno Nacional de España, partitura para orquesta sinfónica.


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Siglo de Oro: La mística de san Juan de la Cruz Juan de Yepes y Álvarez, religioso y poeta español, nacido en Fontiveros, provincia de Ávila, el año 1542, estudió con los jesuitas, trabajó como camillero en el hospital de Medina del Campo, e ingresó a los diecinueve años como novicio en el colegio de los carmelitas con el nombre de fray Juan de Santo Matía. Prosiguió sus estudios en Salamanca y en 1567 fue ordenado sacerdote. Regresó entonces a Medina del Campo, donde conoció a santa Teresa de Jesús, quien acababa de fundar el primer convento reformado de la orden carmelita y que tanto le había de influir en el futuro. San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús Imagen de stj500.com Juan de la Cruz se hallaba animado de los mismos deseos reformadores de la santa, y había conseguido el permiso de sus superiores para mantenerse en la vieja y austera devoción de su orden.; desde ese momento tomó el nombre de fray Juan de la Cruz y comenzó la reforma del Carmelo masculin

Antropología de la esperanza. Pedro Laín Entralgo

Médico, antropólogo, filósofo y ensayista, Pedro Laín Entralgo, nacido en la turolense localidad de Urrea de Gaén el año 1908, estudió medicina y química y fue profesor de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense hasta 1978, año en que se jubiló de la docencia presencial, fundador de las revistas  Cuadernos Hispanoamericanos ,  Archivos Iberoamericanos de Historia de la Medicina  y  Asclepio  y miembro y presidente de la Real Academia Española, de la de Medicina y de la de Historia. Ha publicado numerosos trabajos de investigación en el campo médico, por ejemplo  Medicina e Historia , de 1941;  Estudios de historia de la medicina y antropología médica , de 1943;  Mysterium doloris: Hacia una teología cristiana de la enfermedad , de 1955;  La relación médico-enfermo: historia y teoría , de 1964,  El médico y el enfermo , de 1969;  Ciencia y vida , de 1970;  La medicina actual , de 1973; y  Ciencia, técnica y medicina , de 1986. Ha estudiado y trabajado cuestiones propias de