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La daga de Guzmán el Bueno

La Reconquista en el Estrecho

El cerco de la plaza de Tarifa en 1294

Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Sancho IV el Bravo



Con la irreversible decadencia de Alfonso X el Sabio se inicia en Castilla una larga época de conflictos civiles en la que la reina doña María de Molina salvará dos veces el trono para su hijo Fernando IV y su nieto Alfonso XI. Inició su reinado Sancho IV el Bravo en abril de 1284; poco antes el caballeroso rey Pedro III de Aragón salvó su honor al comparecer arriesgadamente en el palenque donde su rival Carlos de Anjou le había desafiado a singular combate con la intención de hacerle prisionero. La Corana de Aragón logrará un gran triunfo contra los francos que habían invadido el Principado en 1285.

Al año justo de la muerte de Alfonso X y la coronación de su sucesor, Sancho IV, Abu Yusuf y su hijo desembarcan en Tarifa y saquean las villas cercanas de Vejer y Medina Sidonia, sitiando Jerez. Sancho IV socorre exitosamente la zona por tierra y mar, por lo que al emir se ve obligado a firmar la paz en Peña Cerrada, Jerez, el 21 de octubre10 de 1285, pagando con dinero por las pérdidas causadas y devolviendo a los granadinos las posesiones ocupadas salvo las importantes localidades de Tarifa, Algeciras, Ronda y Estepona.
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Alonso Pérez de Guzmán presentó en Sevilla sus servicios al monarca castellano; era el año 1291.
Sancho IV, con notable sentido estratégico, decidió asegurar el dominio de Castilla en el estrecho de Gibraltar después que el sultán de Marruecos hubiera amenazado de nuevo la ciudad de Sevilla y algunos puntos costeros.
Termina una tregua inconstante, Abu Yacub, sucesor de Abu Yusuf, desembarca en Algeciras saqueando la zona del Guadalete y se disponen a continuar la ocupación. Pero al hacer su aparición frente a Cádiz una escuadra castellana de cien velas, el sultán de los benimerines temió ver cortada la retirada y escapó como pudo a África, mientras los castellanos recuperaban la ciudad de Jerez. Casi simultáneamente el rey de Aragón eliminaba la amenaza francesa al destruir al ejército que pretendía la invasión de Cataluña. Dos años después, el nuevo rey de Aragón, Alfonso III, completaba el dominio de las Baleares, recuperadas con la toma de Menorca arrebatada al vasallo islámico Ibn Hazam.
No obstante y pese a las derrotas ante Sevilla y Jerez, los benimerines mantenían en torno a la plaza de Tarifa una importante cabeza de puente a este lado del Estrecho. Conforme a su estrategia, el rey Sancho IV el Bravo, que ya contaba con un heredero varón, Fernando, puso asedio a Tarifa con la colaboración de las naves de Castilla y las de Génova, a las órdenes de Benedetto Zaccaria, también genovés.
Dotada de las innovadoras galeras, el 6 de agosto de 1291 la escuadra de Castilla derrotó a la benimerín ante Gibraltar asegurando el dominio del mar para el resto de la campaña. La flota aliada, con su almirante genovés, persigue a las naves en fuga destruyéndolas en Tánger ante los ojos del emir. Aragón y Castilla se repartían ya como reserva el territorio africano que estaba enfrente de los dos Estados. El rey de Aragón envió una flota de diez galeras mientras el rey vasallo de Granada se encargaba de los aprovisionamientos.
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Comienza a prepararse el ataque a una de las puertas del Estrecho. Inicialmente sería Algeciras la elegida, pero posteriormente la decisión se dirigió a la plaza de Tarifa.
Se decidió que la hueste castellana asediaría por tierra, la aragonesa por mar, junto a la escuadra genovesa, y la granadina atacara plazas partidarias del sultanato de Fez. El 21 de septiembre de 1292 los defensores de Tarifa, probablemente atemorizados por los estampidos y los pedruscos de la artillería de sitio, máquinas de batir en terminología de la época (que ya había utilizado Alfonso X el Sabio en el asalto a la ciudad de Niebla) capitularon, incorporándose la fortaleza del Estrecho a la Corona de Castilla.
“E mandó los engeños e combatirla muy fuerte por mar e por tierra, por muchas veces fasta que la ovo de entrar por fuerza, e tomola en el mes de septiembre, el día de San Mateo apóstol e evangelista”
Cuenta en su estudio sobre la vida y obra de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno el historiador Andrés Andrades Gómez que como Sancho IV no cumplió la promesa de dar a Muhammad II de Granada dicha plaza si se conquistaba, en virtud de los acuerdos que sobre la marcha unos monarcas estipulaban con otros para mejor conseguir sus respectivos propósitos, dio lugar a que Muhammad II se aliara con el meriní derrotado en contra de Castilla. Siendo fortaleza fronteriza, muy codiciada y valorada, sería pues muy difícil defenderla. Por ello, el caballero Maestre de Calatrava, don Rodrigo, se comprometió a preservarla durante un año con la condición de que otro caballero le sustituyera terminado el plazo.
Llegado junio de 1293 y ante la ausencia de caballeros, don Alonso envió una misiva al rey con la propuesta de ser alcaide de Tarifa por menos salario.
En julio el monarca da su visto bueno, dirigiéndose el de Guzmán a la villa. En ésta refuerza las defensas y la abastece de Sevilla, en noviembre de 1293, llegó una gran recua cargada de trigo, encerrándose en ella con familia y huestes.
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Siguiendo la relación de Andrades Gómez, a todo eso el infante don Juan fue expulsado de la corte castellana por rebelarse contra su hermano Sancho IV. Se dirigió a Portugal, donde también fue expulsado. Y de allí cruzó el Estrecho para recalar intencionadamente en el Magreb, llevándose a su paje que era el hijo mayor de Don Alonso Pérez de Guzmán, Pedro. En Fez se puso a las órdenes de Abu Yacub, prometiéndole Tarifa. El meriní aceptó adjudicándole al mando de 5.000 zenetes ceutíes y parte de la guarnición algecireña. Como tantas veces sucede en la historia, son las ambiciones, los agravios, las envidias y las traiciones, sus escribientes.

En la primavera de 1294 se inició el sitio. El rey castellano, mientras tanto, había mandado al emisario Fernán Pérez Maimón a contratar la escuadra aragonesa, había alertado y abastecido las poblaciones fronterizas cercanas y organizado una flota y tropas de socorro.
El despechado infante don Juan procuró tentar a don Alonso Pérez de Guzmán, llamado el Bueno, de variadas maneras. Ante la negativa y desprecio de éste, intentó tomar la plaza por la fuerza. Sin embargo, tanto las defensas como los defensores resistieron todos los embates. Encolerizado y apurado el infante Juan por no poder cumplir la palabra que había dado al rey, acordó de probar por otra vía lo que por la fuerza no era posible. Así que maniató a Pedro Alonso, el hijo de Alonso Pérez de Guzmán, y tras presentarlo a su padre de esta guisa estremecedora amenazó con degollarlo en el lugar.
Es célebre, y motivo de este apunte histórico, la negativa de Guzmán el Bueno y el gesto de arrojar su daga para con ella, si era preciso, acabar con la vida de su hijo.
“E don Alonso Pérez le dijo que la villa que gela non darie; que cuanto por la muerte de su fijo, que él le daria el cuchillo con que lo matase; é alazólez de encima del adarve un cuchillo, é dijo que ante quería que le matase aquel fijo é otros cinco si los toviese, que non darle la villa del Rey su señor, de que él ficiera omenaje.”
No dudó el jefe de la plaza en sacrificar la vida de su hijo antes que rendir su estandarte. Irritado ante tan significada actitud, el infante Juan degolló a Pedro, mandó cortar su cabeza y la catapultó al castillo.
Viendo los invasores que era imposible conquistarla mientras estuviese Alonso Pérez de Guzmán el Bueno en ella y que llegaban las escuadras castellana y aragonesa además de tropas por tierra, abandonaron el asedio principiado septiembre de 1294.
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Enterado el monarca castellano de la gesta, se apresuró a llamarlo a Alcalá de Henares, donde lo recibió con todo tipo de honores. De palabra le concedió títulos y posesiones: Sanlúcar, Rota Chipiona, Puerto de Santa María y toda la tierra desde la desembocadura del Guadalquivir a la del Guadalete. A la vez, le encargó defender Andalucía para su hijo.

Salvador Martínez Cubells: Guzmán el Bueno arrojando su daga en el cerco de Tarifa.

Museo de Arte Contemporáneo, Madrid.

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Guzmán el Bueno

(Soneto compuesto por Lope de Vega)
Al tierno infante, al nuevo Isaac cristiano,
en el arena de Tarifa mira
el mejor padre con piadosa ira,
la lealtad y el amor luchando en vano.
Alta la daga en la tendida mano,
glorioso vence, intrépido la tira,
ciega el Sol, nace Roma, amor suspira,
triunfa España, enmudece el africano.
Bajo la frente Italia, y de la suya
quitó a Torcuato el lauro en oro y bronces,
porque ninguno ser Guzmán presuma:
Y la fama, principio de la tuya,
“Guzmán el Bueno” escribe, siendo entonces
la tinta sangre, y el cuchillo pluma.

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