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Mostrando entradas de enero, 2015

Carbonilla me contaban

Al despuntar la mañana ya estoy cómodamente vestido para lo que tengo previsto hacer. La amplia bolsa de viaje revisada y cerrada sigue con mirada perezosa mis últimas idas y venidas por la habitación del hotel, acostumbrado a llegar y a partir con pocos días de diferencia; lo que se dice el viaje antes y después del viaje.     A la hora que me había fijado acabo un desayuno copioso, de esos que sólo ingiere quien ha experimentado con su estómago en múltiples ocasiones de muy variado cariz y sabe que bien alimentado el ánimo responde mejor. Ningún esfuerzo suplementario iba a exigirme a lo largo del día, salvo imprevistos difícilmente sospechados. Eso sí, y no es recomendación en balde: conviene cenar con frugalidad quijotesca la noche anterior, o lo que es lo mismo, la víspera de cualquier partida a distancia considerable y previsible trasiego psicosomático. Un sueño real y abrigado es de ayuda para encarar incluso lo deseado. “Siéntete despierta y absorbe la vida alrededor”. Los

Isabel I de Castilla: la mujer y la reina. Testamento y codicilo de Isabel la Católica

La reina Isabel la Católica 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo Isabel de Trastámara nació en la villa abulense de Madrigal de las Altas Torres el 22 de abril de 1451, Jueves Santo. Su padre fue Juan II de Castilla, que casó dos veces: la primera con doña María, la hija de Fernando de Aragón, que le dio un niño, Enrique IV, que llegaría a ser rey de Castilla; la segunda boda tuvo lugar con doña Isabel de Portugal, quien alumbró a Isabel y dos años después a su hermano Alfonso. Isabel comenzó a experimentar una profunda fe religiosa a muy temprana edad. Los inicios de la misma los debió a su abuela, doña Isabel de Barcelos; la posterior evolución estuvo vinculada al franciscano fray Lorenzo. Isabel I de Castilla No estaba llamada Isabel a ser reina dado que tenía un hermanastro y un hermano por delante en la línea sucesoria, no porque ley alguna lo impidiera. En el siglo XV, en Castilla, no existía ley que determinase el orden de sucesión del trono, por lo que el