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Mostrando entradas de julio, 2015

Las hazañas y pendencias del Sansón extremeño. Diego García de Paredes

El Imperio en Europa: el coronel Diego García de Paredes Salía de su ciudad, con la aurora el cielo despertando, el hijodalgo Diego García de Paredes, caballero en un cuartago tordo de gran alzada y anchos pechos, canturreando la copla: Porque me parto lejos llora mi amor; ya reirá cuando vuelva, si lo quiere Dios. Recordaba uno de sus galanteos nocturnos, más célebre y narrado de boca en boca porque “arrancó la reja que le molestaba mientras cortejaba a una dama”, “la prenda de su alma a quien no vería sino en sueños al llegar el alba, y Dios sabe si nunca ya con los ojos”. “Dejadme estar a vuestro lado”  — pidió a ella —  “que es estar en el cielo, y yo haré que el agua no pueda denunciarnos”. En aquel instante de arrebato amoroso, víctima del que fue la reja, la lluvia era tromba y el viento vendaval. Horas después las nubes vacías arrumbaban otro horizonte y la Luna reflejaba su esplendor en los charcos. El mozo y gallardo Diego salía por el espacio mismo de la

La Luna nos ve

La noche camina en paralelo a una esplendorosa luna de invierno. Un viento solícito, dispensador de poesía, ha despejado el firmamento de nubes y otras interferencias naturales hoy no pretendidas; es un viento cartero que concluida la tarea, ya transformado en brisa ya acondicionado el ambiente, aleja su presencia al confín del sueño. Es una noche de invierno con todos los pronunciamientos, fría, evocadora; de estrellas perezosas, retraídas, séquito respetuoso y discreto de la majestad nocturna en su apogeo. Ella primero, ella en su rotundidad, ella con ella recorriendo el cielo; única ella a la vista. El poeta y el narrador de este acontecimiento, nos dirigimos a la Luna para vernos en ella fuera del tiempo. Alrededor de lo que es luce un manto de color cambiante, un tránsito del dorado tímido al blanco expuesto surcando las rutas de la memoria. Una de esas rutas acude a nosotros que mantenemos la mirada absorta en el astro de brillo pálido. Fulge la intensidad del aviso, es

Reconocimiento a la abnegación. Francisco Moreno Fernández

Alocución a la Flota Nacional en febrero de 1937 A LAS DOTACIONES DE LA FLOTA (Alocución del Almirante Jefe de la Flota Nacional, Francisco Moreno Fernández, con motivo de la toma de Málaga  — 8 de febrero de 1937 —  por las tropas nacionales) Por primera vez desde mi nombramiento para el mando de la Flora Nacional me dirijo a vosotros, tripulantes de todos estos buques, que con tanta firmeza y entusiasmo desempeñáis vuestro cometido en esta dura campaña. Y he querido hacerlo precisamente en esta ocasión porque entiendo que la reconquista de Málaga, en la que habéis tomado parte muy directa, marca una etapa muy importante en el desarrollo de las operaciones navales. Todos sabéis las condiciones en que empezó para nosotros esta guerra, condiciones que difícilmente se encontrarán en la Historia de las Marinas mundiales desde muchos siglos atrás. Sublevada la Flota, vilmente asesinados multitud de jefes y oficiales, sólo quedaron en nuestras manos desde los primeros momento