Ir al contenido principal

El impulso del jefe. Miguel Rodríguez Bescansa

Campañas de Marruecos en el siglo XX: Combates de Sidi Dauetz y Yebel Malmusi

17 de julio y 22 de septiembre de 1925



Miguel Rodríguez Bescansa, militar español bilaureado.

Primera Laureada
Siendo capitán de la Harka Indígena de Melilla, le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando por los méritos contraídos en el combate de Sidi Dauetz, el 17 de julio de 1925. Campañas de Marruecos.
    Decidida por el Alto Mando una operación que había de realizar el general Saro con su columna y dispuesta por éste la concurrencia de todos sus elementos, entre ellos, y en primer término, las harkas, el capitán Rodríguez Bescansa recibió la orden de salir hacia Malalien, a las dos de la madrugada; lo que efectuó en vanguardia de su Harka con una Mía (equivalente a una compañía), dirigiéndose con ella a la localidad de Silleras. Una vez allí, a las siete de la mañana se inició el avance sobre el bosque de Sidi Dauetz. Realizado con tal celeridad y decisión que, salvando en poco minutos la distancia que les separaba del enemigo y sufriendo sólo tres bajas en su tropa, sorprendió a éste y lo arrojó del bosque con bombas de mano, tras lo que fueron ocupadas unas posiciones defensivas en las que se mantuvo repeliendo los sucesivos contraataques.
    Ataques que se prolongaron durante toda la mañana, pues el terreno, accidentado y cubierto, favorecía las incursiones enemigas. Frente a la tropa española se situó un contingente formado por las cabilas de retaguardia, los de Beni Ider y nutridos grupos de rifeños mandados por Abd el Krim el Hach Alf Loch.
    El enemigo aunado intentó varias veces romper la línea española, sin conseguir su empeño, hasta que mediada la tarde, cubriéndose en las barrancadas y espesa gaba (terreno alfombrado de matorral), todavía más numeroso y más resuelto, se lanzó sobre toda ella. Nuestras fuerzas vacilaron ante tamaño empuje e iniciaron el retroceso, pero los jefes y oficiales lograron imponer la disciplina y el recomponer el valor, con lo que el enemigo fue contenido. Pero no fue suficiente para arredrarlo. De nuevo embistieron y lograron ocupar una parte del bosque. A consecuencia de este cambio de posiciones la línea defensiva fluctuó y en algunos sectores cedió; el enemigo presionaba fuertemente el flanco izquierdo, el de menos efectivos pues sólo contaba con la Harka Bescansa, para desbordar y cortar la retirada del resto de las fuerzas.
    En confusa lucha cuerpo a cuerpo se batían ambas facciones por la posesión del bosque, teniendo las de perder los españoles. Entonces acudió en su ayuda la aviación, lanzando unas bombas contra el enemigo, pero erradas en la dirección fueron a caer sobre los harqueños que huyeron a la desbandada. La situación, de por sí dramática, empeoraba con este suceso; lo que motivó al capitán Rodríguez Bescansa, consciente de su deber y dueño de sus nervios, pistola en mano a frenar el caos, imponiéndose a su tropa. Tomó en sus manos el banderín de la Harka, se puso al frente de los suyos, los arengó en árabe, avanzó a por el enemigo y los harqueños le siguieron espoleados, y con ese impulso arrollador que emanaba del jefe provocaron su retroceso y la inmediata persecución que posibilitó alcanzar unas peñas desde las que, a lo largo del día e impunemente por hallarse en ángulo muerto, habían sido hostilizados. En dicha posición cogieron al enemigo pertrechos y munición, además de cadáveres. Por el momento la situación se tornaba menos comprometida.
    Un breve paréntesis, pues rehecho de la sorpresa, el enemigo volvió a la carga queriendo reconquistar el terreno perdido. El capitán Rodríguez Bescansa estaba herido, pero había ocultado tal contingencia para no mermar el ánimo de su tropa. Afianzados en la posición, una tras otra rechazaron las acometidas de un enemigo muy superior en número, y con arrojo pudieron sostenerse hasta la llegada primero de la Mehalla de Tetuán, luego de dos Tabores de Regulares y a continuación de una Bandera del Tercio; entonces el auxilio fue efectivo. El número de bajas, la mayoría muertos, puso en evidencia la extrema dureza del combate.
    Es de señalar que carente de más oficialidad, en el capitán Rodríguez Bescansa recayeron todas las contingencias inherentes al mando.

Segunda Laureada
Siendo capitán de la Harka Indígena de Melilla, le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando por los méritos contraídos en el combate de las estribaciones de Yebel Malmusi, el 22 de septiembre de 1925. Campañas de Marruecos.
    Ordenado por el Alto Mando a las harcas un reconocimiento ofensivo para situar concretamente las posiciones del enemigo, así como su fuerza, disposiciones de combate y atrincheramientos, salieron en dirección Este Noreste dos tabores del comandante Muñoz Grandes y, como reserva, el Tabor del capitán Bescansa.
    Avanzando los dos tabores llegaron a corta distancia del enemigo, a la espera y oculto en las oquedades de un terreno sinuoso, que les recibió con nutrido fuego de fusilería, ametralladoras y bombas de mano, provocando la vacilación en la tropa y, al cabo de breve lucha, su retirada en desorden.
    En presencia de lo cual, el capitán Rodríguez Bescansa con su Tabor a resguardo de la vista y el fuego enemigo, sin esperar indicación ni medir el riesgo, tomó la iniciativa ignorando, además, lo numeroso de los efectivos en contra, las sólidas posiciones desde las que atacaban y la abundancia de armas y munición, y avanzó rápidamente al frente de sus soldados para auxiliar a las fuerzas comprometidas. Pero sus hombres también vacilaron ante la formidable presión e intenso y bien dirigido fuego enemigo, desorganizándose. En este crítico momento el capitán Rodríguez Bescansa, enarbolando el banderín del Tabor y arengando a los suyos, consiguió que le siguieran y juntos entablar lucha cuerpo a cuerpo, rechazar al enemigo y adueñarse, él en primer lugar, de las posiciones que arduamente sostenían. Las pérdidas entre la oficialidad y la tropa fueron cuantiosas.
    Una vez en las posiciones conquistadas organizó la defensa, y gracias a su valor y perseverancia, alentando constantemente a sus hombres, rechazó cuantos contraataques sucedieron para la reconquista. Hasta que le llegó la orden de retirada que cumplió ordenadamente, también desalojando a las bajas habidas. Pero poco después, ya efectuada la retirada, supo que faltaba por recuperar el cadáver de un kaid. Cosa que quiso remediar volviendo atrás, ayudado por alguno de sus soldados todavía indemne, ocasión que propició su muerte al recibir un balazo en la cabeza.
    En esta heroica acción, también destacó el capitán Miguel Zabalza de la Fuente con mérito idéntico al capitán Rodríguez Bescansa, misma suerte corrida y la misma máxima distinción, la Cruz Laureada de San Fernando.

Exposición de motivos en la Real Orden de concesión de la Laureada:
Como recompensa ejemplar e inmediata a su extraordinario y distinguido comportamiento en el reconocimiento ofensivo practicado sobre la vertiente Norte de Yebel Malmusi (Alhucemas) el día 22 de septiembre pasado, en cuyo día el citado Capitán, en los momentos difíciles del combate que se entabló, dio pruebas de extraordinario valor, colocándose en los sitios donde era más inminente el riesgo para animar con el ejemplo a los harqueños, recibiendo heridas tan graves que falleció en la madrugada del día siguiente.

Otros méritos en la carrera militar de Miguel Rodríguez Bescansa
En 1915, el entonces soldado voluntario del Regimiento de Ceriñola, en Melilla, Rodríguez Bescansa, tomó parte en la conquista de Hassi Berkan y operaciones de Zeluán; recibiendo por el valor y la eficacia demostrados la Cruz del Mérito Militar.
El teniente Rodríguez Bescansa participó el año 1920 en la ocupación de la zona de Tafersit y el establecimiento de un campamento base en Dar Drius, combatiendo a continuación en las posiciones rifeñas de Dar Akoba y Kerikera al frente de tropas de Policía Indígena hasta su pase a Regulares con los que combatió en la batalla de Wad Lau, siendo citado como “Distinguido”.
    Al año siguiente tomó parte en todas las acciones relevantes acaecidas en la zona, recibiendo heridas en la acción de Draa el Assef sin que consintiera su retirada del combate.
    En 1922 fue ascendido a capitán por méritos de guerra y nuevamente herido en la posición del Zoco el Sebt. Poco después destacó en los combates de Buharras y Beni Hosmar, acciones por las que el mando le felicitó públicamente.
    Ya en posesión de su primera Cruz Laureada de San Fernando, intervino en el desembarco de Alhucemas siendo el primer español que puso pie en tierra.
    Como nota biográfica última, reseñamos que Miguel Rodríguez Bescansa era hijo del coronel laureado José Rodríguez Casademunt, quien consiguió la Cruz Laureada de San Fernando por los méritos contraídos en la defensa del poblado de Arayat, en Cuba, los días 19 y 20 de julio de 1897.
Artículo basado en la obra Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando (Infantería), de José Luis Isabel Sánchez, publicación del Ministerio de Defensa.


Entradas populares de este blog

Las tres vías místicas. San Juan de la Cruz

Siglo de Oro: La mística de san Juan de la Cruz Juan de Yepes y Álvarez, religioso y poeta español, nacido en Fontiveros, provincia de Ávila, el año 1542, estudió con los jesuitas, trabajó como camillero en el hospital de Medina del Campo, e ingresó a los diecinueve años como novicio en el colegio de los carmelitas con el nombre de fray Juan de Santo Matía. Prosiguió sus estudios en Salamanca y en 1567 fue ordenado sacerdote. Regresó entonces a Medina del Campo, donde conoció a santa Teresa de Jesús, quien acababa de fundar el primer convento reformado de la orden carmelita y que tanto le había de influir en el futuro. San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús Imagen de stj500.com Juan de la Cruz se hallaba animado de los mismos deseos reformadores de la santa, y había conseguido el permiso de sus superiores para mantenerse en la vieja y austera devoción de su orden.; desde ese momento tomó el nombre de fray Juan de la Cruz y comenzó la reforma del Carmelo masculin

Antropología de la esperanza. Pedro Laín Entralgo

Médico, antropólogo, filósofo y ensayista, Pedro Laín Entralgo, nacido en la turolense localidad de Urrea de Gaén el año 1908, estudió medicina y química y fue profesor de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense hasta 1978, año en que se jubiló de la docencia presencial, fundador de las revistas  Cuadernos Hispanoamericanos ,  Archivos Iberoamericanos de Historia de la Medicina  y  Asclepio  y miembro y presidente de la Real Academia Española, de la de Medicina y de la de Historia. Ha publicado numerosos trabajos de investigación en el campo médico, por ejemplo  Medicina e Historia , de 1941;  Estudios de historia de la medicina y antropología médica , de 1943;  Mysterium doloris: Hacia una teología cristiana de la enfermedad , de 1955;  La relación médico-enfermo: historia y teoría , de 1964,  El médico y el enfermo , de 1969;  Ciencia y vida , de 1970;  La medicina actual , de 1973; y  Ciencia, técnica y medicina , de 1986. Ha estudiado y trabajado cuestiones propias de