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La bomba de mano de gasolina


Primera utilización de la bomba de mano de gasolina en una acción de guerra

29 de octubre de 1936 en Seseña y Esquivias (Toledo)



Utilización por primera vez en acción de guerra de la bomba de mano de gasolina, conocida posteriormente como cóctel Molotov. Ofrecemos tres versiones sobre el mismo hecho.
José Manuel Martínez Bande en su libro Monografías de la Guerra de España n.º 1: La marcha sobre Madrid, tras estudiar la documentación archivada por el Servicio Histórico Militar y las referencias al uso de bombas de mano de gasolina contra los carros de combate en la batalla de Seseña-Esquivias escritas por Manuel Tagüeña, Testimonio de dos guerras, Mihail Koltsov, Diario de la guerra de España, Enrique Líster, Nuestra guerra y Testimonios de combatientes soviéticos, Bajo la bandera de la España republicana. Ed. Progreso, Moscú, expone:
La operación militar por tierra y aire para aliviar la presión que el Ejército nacional ejerce sobre Madrid en su avance desde el Suroeste, y en dirección Oeste y Sur de la capital de España, se inicia y concluye el día 29 de octubre de 1936 entre las localidades toledanas de Seseña y Esquivias. El Ejército del Frente Popular cuenta con tanques y aviones en abundancia procedentes de la Unión Soviética; el mando, que corresponde al coronel Burillo, “está muy animado, confía en que, si los tanques abren brecha puedan dar la vuelta a Illescas y hasta irrumpir en Toledo. Si no entran en la ciudad, por lo menos la hostigarán”. (Reflejado en el Diario del Ministerio de la Guerra, página 159.)
    La operación comenzó muy temprano, de noche en rigor. A las seis de la mañana [del 29 de octubre de 1936] se inicia el fuego artillero por la derecha. Por la izquierda aparecen los tanques a las seis y media, y a las seis y cuarenta minutos vuela la aviación. Al parecer los 15 tanques se dividen en tres secciones, dos de las cuales rodean el pueblo de Seseña y lo rebasan; pero la infantería no los sigue. Cuando los carros, ya en el campo entre Seseña y Esquivias, vuelven atrás, ahora seguramente por la carretera, creyendo que Seseña está ocupado, lo encuentran en poder de fuerzas enemigas. Hay alguna confusión por parte de unos y otros [atacantes y defensores], confusión que se resuelve persiguiéndose a los carros por las estrechas calles del pueblo con bombas y botellas de gasolina. Tres son destruidos, sufriendo los pretendidos atacantes 10 bajas. La infantería de Líster, si es que ha querido avanzar y socorrer a los vehículos cogidos en un cepo no ha podido o sabido hacerlo, quedando batida y en muy incómoda posición y no entrando siquiera en Seseña.
    Las unidades combatientes del Ejército del Frente Popular  en esta acción fueron las siguientes: en cuanto a Infantería, la I Brigada Mixta, del comunista Enrique Líster; parte de las columnas del teniente coronel  Uribarry y del coronel Burillo, también ambos de filiación comunista; en cuanto a carros y mando conjunto del contingente terrestre el general soviético Pat Bátov, que organizó junto con el comandante Semion Krivoshein, jefe de los vehículos de combate rusos, a las unidades de infantería y a la compañía de carros (15 en total) tripulados por soldados soviéticos y mandados por el soviético capitán Pável Armán.
    ¿Quién batió a los carros? En la orden general de organización de las fuerzas del general Varela [Ejército Nacional], dada la víspera, 28 de octubre, se sitúan en Seseña un batallón de Marinería y un tabor de la Mehal-la de Melilla, aparte de una batería de 65. Es, pues, probable, que fuesen los soldados de estas unidades los que destruyeron tres carros y dispersaron los restantes [mediante el empleo de las bombas de mano de gasolina].
    Manuel Tagüeña (Testimonio de dos guerras, página 139) refiere: “Una compañía de T-26 rompió las líneas enemigas el 29 de octubre, pero la infantería no los siguió, deambularon tranquilamente dispersando en Seseña a un tabor de Regulares, pero al regresar, los moros les prepararon una emboscada en las calles estrechas del pueblo, tirándoles botellas de gasolina que incendiaron varios de los tanques, aniquilándolos junto con sus tripulantes rusos ; un descalabro que permitió a los sublevados continuar hacia Madrid. Así nació en el campo de batalla una nueva, sencilla y terrible arma de combate contra las fuerzas blindadas, que recibió el injustificado nombre de Cócteles Molotov cuando fue empleada con profusión por los rusos contra las divisiones acorazadas alemanas en la Segunda Guerra Mundial.
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Ricardo de la Cierva en su obra Historia actualizada de la II República y la Guerra de España 1931-1939, cuenta el episodio de la bomba de mano de gasolina como sigue:
Los carros y los aviones soviéticos  se disponían a entrar en acción para abrir camino a la I Brigada Mixta del Ejército Popular. A las seis de la mañana del 29 de octubre [1936] la artillería del coronel Vorónov prepara el avance, y a las seis y media los carros de la Agrupación Krivoshein rompen la tenue línea frontal del coronel Monasterio [coronel de Caballería del Ejército Nacional, al mando de la Columna homónima, cuyo Agrupación de Tropas a Pie se encontraba acantonada en Seseña], rebasan Seseña —al parecer sin lucha— y penetran en las calles de Esquivias. Diez minutos después de su arrancada los nuevos aviones soviéticos tipo Natacha Rasante cubren la operación, pero la I Brigada Mixta falla y no sigue a los carros.
    Según el testimonio directo del entonces capitán de Caballería Jorge Ozores y Arraiz, la infantería del Frente Popular atacó Seseña y los carros Esquivias, donde Ozores y otros oficiales de Caballería enrollaron pañuelos impregnados como mecha con un alambre de paca al cuello de unas botellas llenas de gasolina, y las lanzan contra los carros soviéticos de los que llegaron a inutilizar tres, aunque el primer carro detenido fue remolcado por otro. Otras fuentes relatan un combate de la Mehal-la de Melilla contra los carros soviéticos cuando regresaban a sus líneas por Seseña; pero los testigos de Caballería creen que no hubo más combate de carros que el de Esquivias.
    Los soviéticos, asombrados, tomaron nota del invento de los jinetes españoles y con el nombre de cócteles Molotov lo usaron luego profusamente en 1941 contra los Panzers alemanes. El doctor Juan Peláez me asegura que uno de los carros quedó inutilizado por un botijo en llamas arrojado por un sanitario; él lo vio.
* * *

Artemio Mortera Pérez, en su artículo documental titulado 29 de octubre de 1936: Aquella Batería de Seseña, incluido en la obra Treinta y seis relatos de la Guerra del 36, narra al respecto del novedoso empleo de la bomba de mano de gasolina:
El día 29 [de octubre de 1936] amaneció cubierto de niebla, por lo que no pudo determinarse de dónde procedían tres carros de combate que se presentaron ante Seseña a las 7,00 horas por la carretera que conducía a la Cuesta de la Reina. Como quiera que se había anunciado a la guarnición la llegada de unos carros italianos para participar en la operación sobre Valdemoro, y éstos no eran aún conocidos por las tropas ya que habían hecho su aparición en el frente en otro sector sólo pocos días antes, fueron confundidos con ellos los tres T-26 soviéticos [del Ejército del Frente Popular], al mando de Ivan Lobach (según testimonio de Sergey Abrosov), que cruzaron el pueblo en misión de exploración sin ser molestados, hasta el punto de que el oficial de semana de la Batería (la 6.ª Batería de la Agrupación de Artillería de Melilla), que vigilaba el reparto del café del desayuno, ordenó a sus hombres ponerse firmes y dar frente a los carros que desfilaban tranquilamente en dirección a la salida del pueblo. Al poco llegaban unos paisanos alarmados, anunciando que venía el enemigo.
    Ordenóse entonces la entrada en batería de los dos mejores obuses de la misma en las dos salidas de Seseña, pues la neblina impedía ver por dónde se producía el ataque. Así, mientras la 3.ª pieza, al mando del teniente Candamo, entraba en posición en la salida hacia Esquivias, la 2.ª, a las órdenes del teniente Figuerola, era emplazada en la que miraba hacia la Cuesta de la Reina, junto a la ermita de la Concepción, aunque con órdenes concretas del capitán Sánchez Pérez de no abrir fuego hasta comprobar la identidad de los carros. El grueso de éstos se presentó poco después ate la ermita, avanzando por la carretera en columna y con sus tripulantes asomados a las escotillas abiertas, lo que aumentó la confusión. El diario de la Batería anota que fueron el teniente Figuerola y el artillero  2º Fermín López quienes salieron a la carretera para tratar de identificarlos; sin embargo, el capitán Sánchez Pérez afirma en su testimonio que él mismo formaba parte del grupo que se componía de seis o siete personas entre las cuales había dos marroquíes, tiradores del Rif. A la intimación del capitán los carros respondieron abriendo fuego, pero tan desordenado que no alcanzó a ninguno de los presentes, que lograron refugiarse en el talud de la carretera y tras la ermita. A la voz de mando del teniente Figuerola disparó la 2.ª pieza contra uno de los carros, errando la puntería por la gran relevación que tomaba el obús al tirar con la carga n.º 1 por ángulos negativos, pues se hallaba emplazada en un plano más alto que al carretera. Seguidamente los carros penetraron en la población haciendo fuego contra todo lo que en ella se movía y, particularmente, contra los coches y carros de labor que los defensores sacaban de los corrales para obstaculizar su progresión.
    El teniente Suanzes ordenó que los dos obuses restantes se incorporaran a sus respectivas secciones, partiendo la 1.ª pieza, mandada por el brigada Enrique Camps Trías hacia la ermita y la 4.ª, con su jefe el también brigada Mariano Gil Burgos en dirección a la salida hacia Esquivias. Al doblar una esquina el camión que transportaba la 1.ª pieza chocó con el T-26 que encabezaba la columna, que trataba de avanzar por la calle que nacía en la plaza del pueblo. El carro embistió una y otra vez al camión intentando pasarle por encima merced a sus orugas, y cuando parecía que iba a conseguirlo quedó inmovilizado. Entretanto, la 4.ª pieza, imposibilitada de abandonar la plaza por la calle bloqueada, fue descargada del camión en una de las bocacalles y emplazada en un portal. Desde allí, dirigida personalmente por el teniente Suanzes, abrió fuego sobre el carro atascado, estrellándose sus disparos, altos, contra las casas fronteras, pues dadas las características del material, era imposible apuntar correctamente a tan corta distancia. El teniente y el artillero Antonio Martínez González resultaron heridos por la respuesta del carro, continuando el fuego el brigada Gil Burgos que logró inutilizarle una cadena de tracción, siendo la causa por la que quedó inmovilizado; no obstante, el teniente Suanzes asegura en su relato de los hechos que la cadena se le había soltado a consecuencia de los repetidos choques con el camión; y aún existe una tercera versión, la del capitán Sánchez Pérez, que atribuye la inutilización de la cadena a la explosión de un atadijo de petardos de trilita arrojado desde la taberna.
    Mientras tanto, el teniente Candamo hacía frente con la 3.ª pieza a los T-26 que trataban de salir de Seseña en dirección a Esquivias. Tras ordenar a sus hombres que se pusieran a cubierto, hizo fuego sobre un carro a menos de seis metros de distancia, fallando igualmente por la nula idoneidad de los obuses para esta modalidad de empleo; el carro embistió la pieza, aprisionando al teniente que pudo liberarse de la trampa con sólo leves heridas y contusiones por el choque de un segundo carro. El obús resultó inutilizado, con las ruedas destrozadas y el cierre falseado por un impacto directo.
    Volviendo al carro inutilizado en las proximidades de la plaza de Seseña, el brigada Camps, imposibilitado de incorporarse a su sección en ese momento, discurrió utilizar la gasolina de los camiones atascados para incendiar el vehículo enemigo. Ordenó a sus hombres que reunieran todas las botellas y botijos que encontraran, al tiempo que apostaba unos tiradores en las ventanas de la casa inmediata al carro para evitar que nadie escapara de él. El brigada Camps subió al tejado de la casa para ir arrojando sobre el T-26 los recipientes con el líquido inflamable que los artilleros le pasaban formando una cadena en su interior, y una vez que lo consideró suficientemente empapado lanzó sobre él un trapo encendido con el que logró hacerlo arder a costa de caerse del tejado, resultando con heridas que obligaron a su evacuación y hospitalización. Dos de los tripulantes del blindado trataron de escapar pero fueron abatidos a tiros; el tercero pereció carbonizado dentro del carro.
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La Infantería de Marina, la Agrupación de Tropas a pie de la Caballería, la Mehal-la de Melilla, Sanidad Militar en campaña o los artilleros de la 6.ª Batería de la Agrupación de Melilla, inventaron la bomba de mano de gasolina en acción de guerra, posteriormente conocida mundialmente como cóctel Molotov, el 29 de octubre de 1936 en la localidad toledana de Seseña o en su vecina la de Esquivias.


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