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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Servicio esmerado

Ha llegado el esperado tras un azaroso viaje. La esperada ha llegado de su previsto viaje. Los dos han llegado al punto de encuentro, quizá sin saberlo, a hora parecida, en condiciones similares. Puestas las miradas en ellos sin que la inmediatez los atosigue. Diligencia en el cumplimiento del deber. Ante todo profesionalidad y eficiencia. Obren como saben y deben los serviles instrumentos de la apariencia. Acudan prestos los serviles y rehabiliten las fisonomías que los trayectos prolongados ajan, debilitan, ensombrecen. ¡Quién fuera él!, quizá piense el atento servicio. François Girardon: Apolo servido por las ninfas de Thétis (1673). Palacio de Versalles, Francia. ¡Quién como ella cautivase!, quizá suspire la devota atención. Hugues Taraval: El aseo de Venus (s.XVIII). Museo de Bellas Artes de Moscú. Dioses mundanos parecen, asequibles, conmovidos a veces. Él observa la mano que le pertenece por agua limpia rociada, al final del brazo, extremidad

Exaltaciones literarias con influencia universal

El español lengua universal Las lenguas, los idiomas, son instrumentos de comunicación y, valga el símil, puentes que unen a las personas, que amplían horizontes y facilitan los intercambios de toda clase. También, contemplado desde el reverso de la historia, las lenguas, los idiomas, sirven para distanciar a las personas, excluir horizontes o romper intercambios. Desde el episodio de la Torre de Babel a nuestros días, sean cuales fueren éstos, muestras de lo uno y de lo otro abundan por doquier; y si no hay que recorrer grandes distancias para comprobar los vínculos entre sociedades gracias a una lengua, un idioma, de uso común, generalizado, tampoco hay que viajar mucho ni lejos para topar con los obstáculos dimanantes de una lengua, un idioma, cuyo destino es separar. Claro que la lengua o el idioma no son responsables per se de lo que su capacidad, en boca e intención de los autores, permite y consigue. El español, que es una lengua, o idioma, universal, nació para u

Males endémicos

El juego a la vista es anodino, superfluo; el otro juego, el que vale para el resultado y no para la quiniela del contribuyente, es subterráneo. El partido es bronco, tal y como se ha ido prefigurando día a día, con minuciosa escenificación desde que el calendario corre hacia delante ajeno a las oscilaciones y las sacudidas. El enfrentamiento suena a cosa hecha y sabe a guiso recalentado, a la moda de las trincheras con decorado posmoderno, toda clase de comodidades y accesos a la comunicación unidireccional e inmediata. En los extremos del estadio  — la reducción al pan y circo viene que ni pintada, la realidad ayer y hoy es la que fue y es — , vociferan oposición y desafío mientras en el esfumado paisaje de los centros el público asistente, mayoritario en el recuento del aforo, ni coge ni deja, sólo espera, puede que incluso confíe en el equipo arbitral, confundido con el paisaje, y aquí paz y después gloria que nunca pasa nada y si pasa no importa. El juego a la vista es an