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Mostrando entradas de julio, 2017

Revelación

Os escribo desde la esfera de luz, asistido por la magna influencia del conocimiento, abstraído en mi simbólica tarea que he elegido de entre las varias en oferta, ubicado por el designio adjudicador en un lugar que es un punto equidistante a todas las certezas del universo.     Con lo dicho hasta ahora en esta carta sin remite, que supera la catalogación de preámbulo, os informo, en especial a ti, ya sabes quien eres, también a ti y luego a ti, que sabéis quienes sois, valga el orden de mención, os he descrito suficientemente mi paradero.     Encarezco a vuestra imaginación un dibujo atinado de la maravilla que os contempla a diario, unos días más que otros, eso sí, con la debida proporción y los colores en consonancia, para que de la idea surja el detalle y a partir de él un anhelo, una causa seguida de su efecto, una curiosidad al alcance del propósito; incluso, permitidme subrayar el término, una necesidad.     Daros esa oportunidad, de vosotros depende cruzar la frontera,

Lo inferior como superior, lo regresivo como “progreso”. Julián Marías

Julián Marías Aguilera, vallisoletano nacido en 1914, ha presentado y desenvuelto en forma sistemática los temas capitales filosóficos a la luz de la filosofía de la razón vital. Escribe “La filosofía tiene la exigencia de justificarse a sí misma, de no apoyarse en ninguna otra certidumbre, sino, por el contrario, dar razón de la realidad misma, por debajo de sus interpretaciones y, por tanto, también de las presuntas certidumbres que encuentro”.     Afirma que la trascendencia es la condición misma de la vida; que la vida humana presenta una estructura empírica, campo intermedio entre la teoría analítica de la vida humana y la narración biográfica concreta de ella, compuesta por elementos a la vez variables y permanentes, forma precisa de nuestra circunstancialidad; y que en la vida, realidad radical, se constituyen las realidades como tales, de ahí que la teoría de la vida humana no sea una preparación para la metafísica sino la metafísica: toda realidad se da radicada y complicada

Prólogo a la segunda parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

Escrito por Miguel de Cervantes Saavedra Válame Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre, o quier plebeyo, este prólogo, creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor del segundo  Don Quijote , digo de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona. Pues en verdad que no te he de dar este contento, que puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla. Quisieras tú que lo diera del asno, del mentecato y del atrevido; pero no me pasa por el pensamiento: castíguele su pecado, con su pan se lo coma, y allá se lo haya. Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis feridas no resplandecen en

Declaración universal de los derechos humanos. La controversia de Valladolid

Las Leyes Nuevas de 1542 Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas Agosto de 1550 en Valladolid Corre el año 1550, transcurridos cincuenta y ocho desde el descubrimiento de América. Es entonces cuando el emperador Carlos I quiere tener la certeza de que en las conquistas del Nuevo Mundo se obra con justicia, dadas las noticias contradictorias que recibe la Corte española. Para ello ordena la convocatoria de una junta especial de sabios que determine cuál es la forma justa de proceder en Las Indias (América); queriendo clarificar a todas luces si allende el mundo conocido también existe el derecho de conquista tipificado por las fuentes clásicas del derecho romano, medieval y pontificio. La junta de sabios reunida a tal propósito en Valladolid polemiza sobre las dos vertientes en litigio: la teológica y la jurídica, o su equivalencia del alma y de la razón; y de tales intercambios espirituales e intelectuales surgió la idea moderna de los derechos humanos.     Con