Suena la Suite Karelia, Op. 11 , de Jean Sibelius Es la voz del origen. Suena alrededor del mundo que los sentidos abarcan la voz, esa voz única, serena y concisa, que al nacido en tan prodigioso lugar canta los dones, que le han sido legados, y las preces, que le serán concedidas si su merecer lo dispone. La voz que ningún frío hiela ni apaga, que viento alguno pierde, que fuego impío sonroja ni quema, que jamás desdicha en plañidero duelo sume, la voz que impone su cálido abrazo en la peor circunstancia, vierte en los oídos sensibles a la caricia, del arrullo atentos, un relato tras otro de la historia que la sangre a su modo cuenta, que por la sangre a su impulso navega, que entre la sangre fluye para conocimiento perpetuo del honrado con la memoria. “Tuyo es el testigo, ahora. Tuya, ahora, la responsabilidad de proseguir, con armas y bagajes que natura entrega, la cuenta del tiempo y la de los sucesos a él acogidos.” Es un cuento de bella factura, que provoca lágrimas
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