Los cambios aportan una desazón sólo equiparable al contento que provocan. Las mudanzas entrañan una alteración en el ánimo, trasladada a las costumbres de antaño que, cual es predecible, dejan paso a las futuras y a nuevas inquietudes en alguna medida heredadas. Estas variaciones de situación y de estado, huelga decirlo, provocan una contrariedad, a veces fácilmente superada y no siempre por la influyente resignación, o inducen al precipitado desarraigo de una identidad en un visto y no visto caduca. La circunstancia mutable se caracteriza por una síntesis de angustia, vacío, pesimismo, rechazo y duda, todo ello condensado en proporción variable, según rija uno u otro carácter en el raciocinio. El movimiento que hila paciente o de improviso su urdimbre atraviesa el tiempo y arremete contra los espacios, los cánones y los precedentes geométricos, aritméticos y filosóficos, las notaciones y los relatos. En consecuencia, el símbolo sustituye al concepto y la sugerencia a la práctica docente secular de aula y paseo.
La de los significados es, por tanto, para los inficionados de miedo, una tarea prioritaria, de tamaña urgencia, ceñida al agobio, como su equivalencia para los renuentes a validar las sensaciones en sentimientos.