Nacido en la localidad barcelonesa de Malgrat de Mar el año 1854, el científico y pensador Ramón Turró y Darder, veterinario, biólogo y filósofo, fue un estudioso de la microbiología en cuanto a la inmunidad e higiene. Pero su aspecto más relevante lo constituye la simbiosis de sus meditaciones filosóficas con sus investigaciones biológicas.
Esta combinación de filosofía y biología quedó patente en su teoría del conocimiento, que basa el conocer en el fenómeno primordial del hambre, que es una suma de tendencias electivas. Según confirma, la especificidad de las sensaciones tróficas no muestra que todo acto de conocimiento sea reducible a ellas, sino que ellas son el estrato básico o condición sine qua non del conocimiento. Al requerir de algo diferenciado, la sensación trófica obra un acto de elección: el hambre además de sentir algo, siente, o conoce, el elemento con el que ha de satisfacerse.
Explica Turró que las impresiones sensoriales, que permiten reconocer las propiedades nutrimenticias, difieren de las imágenes sensoriales, que reconocen los objetos. Pero su distinción es meramente lógica y no real. Si la sensación y la representación son diferentes, ello no impide que la primera sea condición de la segunda; de ahí que la cosa que nutre, al ser percibida como algo exterior, no es ya como lo fue en un momento más oscuro de la intelección, una cosa que ingresa y determina un efecto benéfico, sino lo que ha de ingresar para producirlo; ya no es lo que extingue el hambre, sino lo que ha de extinguirla.
La doctrina trófica de Turró es la interpretación de un naturalismo que no excluye el idealismo ético, sino las formas subjetivistas, arbitrarias y mal fundadas del idealismo trascendental.
Representativa del positivismo hispánico, su obra científica abarca los temas inmunitarios, fisiológicos, de psicofisiología y filosóficos, entre las que destacamos: Orígenes del conocimiento: el hambre, de 1914; Los fermentos defensivos en la inmunidad natural y adquirida, de 1916; La base trófica de la inteligencia, de 1918; La disciplina mental, de 1924; Tres diálogos sobre filosofía de la estética y de la ciencia, de 1951.