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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Sentencias brillantes y frases hechas perdurables. José Zorrilla

Don Juan Tenorio 28 de marzo de 1844 en el Teatro de la Cruz de Madrid El vallisoletano José Zorrilla, poeta, dramaturgo y novelista, nacido en 1817, se reveló públicamente en la peculiar circunstancia del entierro de Mariano José de Larra. Fue allí, ante el féretro del suicidado y frente a un auditorio reputado, donde Zorrilla declamó un poema fúnebre cuyo inicio es: “Ese vago clamor que rasga el viento / es la voz funeral de una campana…” Tan sonora intervención, según Nicomedes-Pastor Díaz, “era la primera corona que en nuestros días se consagra al talento; la primera vez que acaso se declaraba que el genio en la sociedad es una aristocracia, un poder”. Miel sobre hojuelas, el ascenso a la fama. Desde entonces José Zorrilla viviría en el candelero, popular y admirado, pero siempre en la precariedad económica y buscando el arrimo de protectores que le permitieran seguir su vocación. Los tuvo directos, siendo los más notables por nombre y rango los emperadores de Mé

¿Tan largo me lo fiáis? Tirso de Molina

Siglo de Oro: Nace la mítica figura de don Juan con  el burlador de Sevilla Entre 1612 y 1625 en Madrid Tirso de Molina, de nombre Gabriel Téllez (1579-1648), estudió en la universidad de Alcalá de Henares, ingresa en 1600 en el convento de la Merced de Madrid y profesa en la orden al año siguiente; en ella adquirirá una sólida formación humanística. En 1610 ya tiene fama como dramaturgo. Entre 1614 y 1615 residió en el convento mercedario de Estercuel, en Teruel. Participará en una expedición a Santo Domingo (1616-1618) para impartir cursos de teología, y a la vuelta se establecerá en Madrid hasta el dictamen de la Junta de Reformación que censura sus comedias “profanas y de malos incentivos y ejemplos”, 1625, confinado al convento de Cuenca. Se traslada a Sevilla, donde se publicará la  Primera parte  de sus comedias, 1627, él es comendador del convento de Trujillo; será nombrado cronista general de la orden y, al final de su vida, comendador del convento de Soria.

Disección de un arte eterno

Por los sentidos entra y por la expresión corporal sale. Adivina, adivinanza: tiene la última palabra, la que escribe el epílogo, al concluir el último acorde, que suena en el trayecto del emisor al receptor durante un tiempo indefinido. Las semejanzas entre las artes que la naturaleza humana compone son públicas y notorias, seguidoras de un abecedario de normas de uso y recomendaciones para una adecuada dosificación. Las equivalencias, similitudes y analogías entre las magnas obras de la naturaleza libre y activa componen, tabuladas desde la gaya ciencia, con precaria afinación y deslavazada orquesta, una deslumbrante fenomenología apartada de los cauces que el analista o el déspota, que ambos a una, idearon y trazaron con escaso intelecto e insuficiente técnica. Siendo indulgente la sentencia. Tomás Iriarte: La música, grabado de 1779. Una vez fuera del genio, una vez dentro de la sensibilidad, ya camino de su destino, de regreso al parnaso el soplo fecundo,

El cuento del ratoncito Pérez. Luis Coloma

El escritor, académico y religioso Luis Coloma Roldán, nacido en Jerez de la Frontera en 1841, debe su fama popular a un cuento que ha trascendido el ámbito de la narración para alcanzar el de modo de comportamiento. Antes de consolidar su carrera literaria, iniciada en Sevilla bajo la influencia de Fernán Caballero (seudónimo de la escritora Cecilia Böhl de Faber), decisiva en sus cuentos, había ingresado en la Escuela Naval. Duró poco este periodo, pues en breve decidió cursar Leyes en la Universidad de la capital hispalense. Una vez concluidos sus estudios se estableció en Madrid y allí, frecuentando tertulias de opinión y reuniones de copete, tomó partido para activamente impulsar la restauración borbónica patrocinada de manera destacada por el político liberal-conservador Antonio Cánovas del Castillo. Sus asiduos contactos, las ganas de conocer y trasladar al lector futuro los distintos ambientes de la sociedad madrileña y una innata traza para la comunicación, lo afirmaron

Pactos de poder excluyente

Sin medios imposible llegar, ver y vencer. Salvo que no haga falta dinero para hacer y deshacer o, expresado de otra manera, se disponga de dinero sin un límite previsto ni obligatoriedad en la devolución contante y sonante. No hay don sin din es un dicho que trasciende épocas con su carga de mordaz señalamiento. Podemos criticar cuanto queramos la supeditación al dinero y el afán acaparador del papel moneda en la sociedad, pero eso no va a excluir la certeza del asunto y lo que conlleva. Sin dinero cuesta hasta respirar; sin dinero a duras penas se siente si no vacío; sin dinero se sobrevive a la espera de un desenlace supuesto, temido o, en la fase resolutiva, buscado. Sin dinero los únicos colores en el mundo son los correspondientes a la gama del gris. Sin medios cuantificables es imposible llegar, ver y vencer. Salvo que no haga falta dinero para hacer y deshacer o, expresado de otra manera, se disponga de dinero sin un límite previsto ni obligatoriedad en la evolución

Del estilo gótico al renacentista y visos del barroco. Gil de Siloé y Diego de Siloé

Gil de Siloé   o también Gil de Siloe (¿Amberes, 1440?-Burgos, 1501) es el escultor más sobresaliente en estilo gótico isabelino y gótico flamígero o tardogótico. Probablemente de origen flamenco, se instaló en Burgos en 1486 y desarrolló su actividad profesional en Castilla el último cuarto del siglo XV. Las características artísticas de Gil de Siloé son las siguientes: Entendía la obra de arte como una herramienta al servicio de la religión y la política Tuvo una concepción global de la obra de arte, que debía integrar el programa iconográfico en armonía con el marco arquitectónico. En sus conjuntos escultóricos prevalece un orden geométrico estricto y una jerarquía en los mensajes a trasmitir al espectador. Se especializó en escultura religiosa. Trabajó en madera policromada y alabastro. Se especializó en retablos y sepulcros. Las figuras se distinguen por su realismo. Evita el horror vacui. Virtuosismo técnico que se plasma en un derroche de decoración minuciosa. El