En un bosque de antigua cultura. En lo profundo de un bosque, inmarcesible por imaginario, posan ajenos al humano supuesto los elementos animales de la venación. Son tres: cérvido, cánido y deidad flanqueada.
Cuenta la diosa a su hueste y a sus símbolos, inseparable de ambos, que ella protege la inocencia y la virtud. Luminosa en el claro de Luna, susurra ella a tan perspicaces oídos que su ropaje es breve, categórico su instinto y su intención la de amparo.
En las ocasiones preceptivas que impone su dignidad, viste una túnica larga argentada y un velo largo plateado. Luce destellos de Luna su paso.
El cérvido y el cánido demoran complacidos la suposición. Sus huellas no muestran prisa y sus finos olfatos no alertan de un peligro cercano o una amenaza inminente.