La primera operación aeronaval para desembarco en zona hostil de la historia. El desembarco de Alhucemas
8 de septiembre de 1925
A mediados de 1925 alcanza la cumbre de su poder militar y político el cabecilla rifeño Abd-el-Krim. Desde principios de este año, el ejército rifeño intenta romper la línea española con renovados ataques sobre las posición estratégica de Tizzi Aza y otras menores, para establecer un dominio pleno sobre los territorios del Rif, la Yebala y Gomara, dentro del Protectorado español. A la vez, Abd-el-Krim ataca de abril a junio la zona francesa con peligrosas incursiones sobre las localidades de Tazza y Fez.
Las potencias afectadas por las acciones bélicas de Abd-el-Krim, España y Francia, se alían para contrarrestar la fuerza del enemigo común y emprender una campaña que devuelva el statu quo ante a la región con ambos protectorados.
El resultado del acuerdo entre España y Francia se firma en París el 11 de julio de 1925 y el definitivo en Algeciras el 21 de agosto, dando origen a la más ambiciosa operación aeronaval hasta entonces realizada: el desembarco en las playas de la bahía de Alhucemas; bajo un mando único, el del capitán general Miguel Primo de Rivera.
Fue en 1924 cuando el Presidente del Gobierno y capitán general Miguel Primo de Rivera, constituyó una comisión conjunta del Ejército y la Marina, delegando su dirección en el general Francisco Gómez Jordana Sousa, para retomar el antiguo proyecto de desembarco en la bahía de Alhucemas que había preparado en 1913 su padre, el general Francisco Gómez Jordana. La operación entrañaba un alto riesgo para los soldados y una gran dificultad en la ejecución, no obstante se estudió detenidamente y en absoluto secreto hasta conseguir el acuerdo y fijar la fecha. El plan consistía en la ocupación de un territorio en la costa enemiga donde maniobraran veinte mil hombres, desembarcados en la cabeza de playa, para ir ocupando posiciones en el las zonas de Bocoya, Beniurriaguel y Axdir.
Los efectivos por Tierra, Mar y Aire
Las fuerzas a cargo de esta gran operación eran dos brigadas, la de Ceuta y la de Melilla, sumando 18.500 hombres, quedando en cada cabecera una reserva de 1.500 hombres, además de una serie de unidades preparadas en la Península por si fuera requerida su participación. Las escuadras española y francesa protegerían el convoy de transporte y apoyarían con sus fuegos el desembarco; y varias escuadrillas aéreas sobrevolarían la zona en tareas de observación, bombardeo y ambulancia.
La fuerza naval española estaba al mando del vicealmirante Yolif y el contraalmirante Guerra Goyena; la fuerza naval francesa por el almirante Hallier. La fuerza aérea española la mandaba el general Soriano. Las fuerzas terrestres estaban al mando del general de división laureado José Sanjurjo Sacanell.
La Brigada de Ceuta, al mando del general Leopoldo de Saro y Marín, se organizó en tres columnas; la primera, mandada por el coronel Francisco Franco, en vanguardia, debía iniciar la operación y asegurar una cabeza de puente tras el desembarco; la segunda, del coronel Martín González, debía consolidar las ganancias obtenidas por la columna previa y acordonar un perímetro de protección para la infantería y los vehículos y piezas artilleras de acompañamiento; la tercera, del teniente coronel Campins, actuaría como núcleo de reserva.
La Brigada de Melilla, al mando del general Emilio Fernández Pérez, se organizó en dos columnas de actuación independiente según las circunstancias lo exigieran, mandadas respectivamente por los coroneles Goded Llopis y Vera.
Imagen de despertaferro-ediciones.com
El episodio de Kudia Tahar
Los preparativos del desembarco en Ceuta y Melilla no pasaron inadvertidos a Abd-el-Krim. De hecho, y para modificar la decisión de Miguel Primo de Rivera, jefe del Gobierno español, emprendió una acción desestabilizadora contra la plaza de Tetuán, capital del Protectorado español, atacando con toda clase de armas el día 3 de septiembre de 1925 las posiciones defensivas españolas en la cadena del Gorges, con la cabecera del sistema en Kudia Tahar. Los 400 soldados en total de la defensa, con su jefe el capitán Zarazíbar, sufrieron lo indecible para sostenerse frente a los 3.000 guerreros, asistidos por 8 cañones de 75 mm y uno de 105, de Ahmed ben Mohammed el Hormari, de la tribu de los Beni Hozmar, conocido por los españoles como El Jeriro. Los defensores en Kudia Tahar, sumaban 137 hombres y disponían de una batería de montaña de 70 mm.
El Jeriro dejó sin agua la posición de Kudia Tahar antes de bombardearla.
Hubo intentos de auxilio a la posición que no obtuvieron el resultado apetecido, aunque lograron introducir hombres en el castigado reducto. También la aviación, procedente del aeródromo de Río Martín, ayudó a soportar la ofensiva con 211 misiones en su haber.
Sin variar los planes del desembarco, Primo de Rivera ordenó el día 9 que un tabor de Regulares y dos Banderas del Tercio acudieran en auxilio de los sitiados, lo que se consiguió el 13.
Por su parte, la estrategia española para despistar sobre el verdadero lugar del desembarco consistió en dos acciones demostrativas ante Sidi Dris y Uad Lau.
El desembarco
No pudo operarse el día 7, como se había previsto, por las adversas condiciones atmosféricas. A la espera del día siguiente, la escuadra bombardeó intensamente varios puntos de la costa.
El día 8 de septiembre de 1925, a las 11:40 horas, las barcazas “K”, transportaron la primera oleada de desembarco de la Brigada Saro, cubiertas por el cañoneo de la escuadra y el bombardeo de la aviación. A las 12 horas, las primeras barcazas varaban a 50 metros de la orilla en la playa de la Cebadilla y a más de uno de profundidad; descartada para esta primera oleada de desembarco la playa contigua de Ixdain por las dificultades que ofrecía (posteriormente en ella desembarcaría la brigada de Melilla). Las alturas de Morro Nuevo, dominantes por la izquierda de la playa, fueron inmediatamente ocupadas por los legionarios, apoderándose de un cañón, mientras los harqueños de Regulares ocupaban los arenales de la derecha. Ya había dos playas aptas para el desembarco. Poco después desembarcó la Mehal-la de Larache para ocupar el centro del despliegue y enlazar con las vanguardias que seguían avanzando tierra adentro y ocupando la posición de la Punta de los Frailes, con la captura de la batería allí situada.
Terminado el desembarco de la Primera columna a las 13 horas, lo inició la Segunda, y luego la Tercera a la caída de la noche, emplazando una batería de obuses y descargando los carros de asalto.
El desconcierto cundió en los rifeños a la expectativa pues, aunque conocedores de los preparativos del desembarco, y de éste en definitiva, fallaron al suponerlo en lugar distinto al de la playa de la Cebadilla. De modo que no pudieron ofrecer una defensa numerosa y eficaz en el primer momento por la dispersión de sus fuerzas defensivas. Pero al día siguiente, 9 de septiembre, Abd-el-Krim, concentró a la mayoría de sus efectivos para rechazar la invasión y devolver al agua a los españoles ya desplegados.
Mientras, la Brigada Fernández Pérez, la de Melilla, continuaba a bordo de sus transportes debido a los sucesos de Kudia Tahar (la ofensiva rifeña contra Tetuán) y a las condiciones adversas para el desembarco por el mal tiempo. Hasta que entre los días 10 y 11 desembarcaba en primer lugar la Columna Goded para ocupar la zona montañosa de Morro Nuevo.
Precisamente el anochecer de la jornada del 11 registra un fiero ataque rifeño con lo mejor de sus fuerzas y artillería procurando el desalojo inmediato de la cabeza de puente. Lo cuenta así Manuel Goded Llopis, jefe de la columna homónima, en su obra Marruecos. Las etapas de pacificación.
“La esperada reacción [de las fuerzas de Abd-el-Krim] llegó en la misma noche del 11, principalmente contra el sector de la Columna Goded, extendiéndose con menor intensidad sobre todo el frente. A las ocho y media de la noche inició el enemigo el combate [para hundir el frente de la Columna Melilla] con un intenso bombardeo de artillería y morteros; a las diez comienza el ataque con granadas de fusil y de mano, concentrando su esfuerzo sobre la Casamata del Cañón, que defendía una mía de la Mehal-la de Melilla, que es violentamente atacada y cae en poder del enemigo, muriendo en ella todos sus defensores. Fue enviado rápidamente un tabor de la harka Varela con la orden terminante de recuperar la Casamata a toda costa. A la media hora escasa [de recibir la orden], el violento estruendo de las granadas de mano nos hace comprender que se desarrolla un fuerte episodio, en el que el capitán Lapatza y el teniente Domínguez, al frente de sus indígenas [los Regulares, el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas], hacen derroche de su valor y lanzando personalmente granadas recuperan el puesto, quedando en él una mía de la harka que, en tan reducido espacio, hubo de permanecer toda la noche sobre los cadáveres de los defensores de la obra y de los rifeños que de ella se habían apoderado y que allí murieron.”
De madrugada, los rifeños, habiendo demostrado su valor y preparación militar, se retiraron dejando numerosas bajas a la vista.
Entre los días 12 y 13 prosiguió el desembarco de la Brigada de Melilla, aún con la meteorología desfavorable. El día 13 se bombardeó intensamente el monte Malmusi y el 17, artillería e hidroaviones combinaron sus acciones para batir los refugios excavados en las rocas. Una vez terminado el desembarco de hombres y material y aprovisionada la tropa, el día 21, la Harka de Tetuán, mandada por Muñoz Grandes y la Harkla de Melilla, por Varela, operaron en reconocimiento ofensivo averiguando el buen grado de atrincheramiento y defensa del enemigo.
El día 23 se reiniciaba el ataque general para ocupar las posiciones de Morro Viejo y el monte Malmusi, la llave para abrir el camino de Axdir, la capital de Abd-el-Krim, que aunque en el interior estaba situada frente al peñón de Alhucemas y las islas adyacentes de tierra y mar. La operación resultó satisfactoria, ejecutada con brillantez y en no pocos momentos cuerpo a cuerpo, ocupándose los objetivos señalados a pesar de la enconada resistencia, apoyada en una eficiente organización defensiva escalonada y acompañamiento de abundante artillería, armas automáticas y morteros. Finalmente, a las 9:45, la bandera española ondeaba sobre los picachos de la línea de objetivos.
Los días sucesivos consolidaron las ganancias de la jornada del 23. El 24, desalojada de enemigos la zona, continuaba el desembarco de tropas y material de guerra en la Cala del Quemado, dentro de la bahía de Alhucemas, uno de los últimos bastiones de brava resistencia. Continuaron su avance las brigadas con lentitud, dado el terreno, pero sin excesiva resistencia una vez superada la citada línea defensiva de Morro Viejo y Malmusi, alcanzando Axdir el 1 de octubre; Abd-el-Krim había huido.
Entre el 3 y el 6 de octubre continuó el avance para asegurar la defensa del territorio ocupado. El día 13 dieron inicio las operaciones para descongestionar el frente y acabar con las bolsas de resistencia.
Meses después fue ocupado la totalidad del territorio del Rif. Y ya en julio de 1927 se dio por concluida definitivamente la guerra en el Protectorado.
Imagen de lahistoriaconmapas.com
El desembarco de Alhucemas, concebido con brillantez y ejecutado con éxito, ha servido de estudio y referencia a militares extranjeros para su puesta en práctica en conflictos internacionales. El general norteamericano Dwight Eisenhower (que visitaría España como presidente de los Estados Unidos de América) aplicó las enseñanzas de la operación en la bahía de Alhucemas para la preparación del desembarco de Normandía (Operación Overlord) durante la Segunda Guerra Mundial.
José Moreno Carbonero: Desembarco de Alhucemas (1929).
Imagen de museodelprado.es.
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Cruces Laureadas de San Fernando
Durante la defensa de Kudia Tahar, del 3 al 12 de septiembre de 1925, fueron concedidas las siguientes Cruces Laureadas de San Fernando:
Sargento de Infantería Mariano Azcoz Caballero.
Teniente de Artillería Joaquín Fuertes Pila.
Comandante del Tercio Francisco García Escámez.
Capitán de Infantería José Gómez Zarazíbar.
Teniente de Ingenieros José Martínez Anglada.
Teniente de Infantería Bartolomé Muntané Cirici.
Teniente de Aviación Antonio Nombela Tomasich.
Capitán de Regulares Miguel Rodrigo Martínez.
Teniente de Ingenieros Ángel Sevillano Cousillas.
Durante las operaciones en Alhucemas entre el 8 de septiembre y el 1 de octubre de 1925 fueron concedidas las siguientes Cruces Laureadas de San Fernando:
Teniente de Infantería José Espinosa Orive.
Teniente de Ingenieros Gonzalo Herrán Rodiles.
Alférez de Infantería Antonio Navarro Miegimolle.
Teniente de Artillería en servicio de Aviación Senén Ordiales y González.
Teniente de Regulares Francisco Pueyo y Aineto.
Capitán de Infantería Miguel Rodríguez Bescansa.
Capitán de Regulares Miguel Zabalza de la Fuente.
Medallas Militares
Durante las operaciones en Alhucemas entre el 19 de septiembre y el 21 de octubre de 1925 fueron concedidas las siguientes Medallas Militares individuales:
Comandante de Infantería Luis Soláns Lavadán.
Teniente de Infantería Antonio Azcona Arivillaga.
Capitán de Corbeta Fernando Delgado Otalaurruchi.
Comandante de Artillería Fernando Roldán Díaz Azcaya.
Capitán Médico César Merás Vázquez.
Capitán de Infantería Miguel Rodríguez Bescansa.
Teniente de Infantería Fernando Silveiro Álvarez.
Teniente coronel Miguel Abriat Cantó.
Teniente de Caballería José Héctor Vázquez.
Teniente de Infantería Carmelo Trías Martín.
Capitán de Infantería Juan Ramírez Domingo.
Alférez de Infantería Gonzalo Cevallos Alviach.
Comandante de Infantería Agustín Muñoz Grandes.
Teniente de Infantería Juan Domínguez Catalán.
Teniente de Infantería Emilio Gutiérrez Ayala.
Capitán de Infantería José Orduña López.
Suboficial del Tercio Antonio Sangiorgi Francisconi.