Languidece otro día en el emporio.
A la puesta de Sol se congregan las artes en el acantilado que mira la raya del horizonte.
—He oído que está al llegar.
—Yo también lo he oído.
Todo tiene su momento, recuerda la brisa del mar sabio.
—A mí me lo ha dicho.
—Y a mí.
Alphonse Osbert: Crepúsculo antiguo (1908).
Previsoras, comparecen al acontecimiento ataviadas con sus dones. Lucen, no obstante, discretas; pacientes en las maneras; comedidas en el habla.
Son muchas las sendas abiertas en el mar que el mar con presteza sutura. Así, de un tiempo al siguiente, tanto el que va como el que viene, ha de improvisar la ruta en la carta de navegación o atreverse a la odisea; y quien espera suponer el rumbo o la ventura.
—Es agradable.
—Es atractivo.
Los afortunados habitantes del emporio saben aguardar la llegada y la partida.