Recuerdo. Ya sólo es lo que la memoria dicta. No es largo ni es corto el tiempo dedicado a estar con lo que fue, con lo que es a fuerza de deseo. Cada ocasión, ahora, es un episodio sin contraste, contado de voz a espíritu. La voz suena queda, evanescente asiste el espíritu; la voz pronuncia tenue, el espíritu atiende sumisamente curioso.
Tristeza. Por el ausente, por la ausencia. Dos son las tristezas patentes ante el observador: la tristeza que registra el óbito y la tristeza que solemne acompaña al deceso.
Estatua funeraria, h. el siglo I a.C.
Estela funeraria, h. el siglo II d. C.
Recuerdo. Es lo que la devoción lega. La obra pervive al autor inserta en un motivo tomado de la naturaleza. La vida tras la vida sigue vinculada al arte en sus modelos, ofreciendo la imagen de esplendor que acude a la memoria remitida por la esculpida mediación.
Memento mori. Tú y todos. Al cabo, antes o después, víctimas de la causa última del nacimiento, seremos un retrato, artístico o desposeído de arte o tan realista e inexorable como sea interpretada la plasmación de la muerte. No hay vida sin muerte; de antiguo viene el consejo.