Hay una prisa que no registra el tiempo. Esa prisa que registra el anhelo es la que empuja para llegar cuanto antes al lugar elegido donde se espera un acontecimiento.
En ese lugar que mira a la parte que traerá la noticia, la confirmación, el reencuentro, la voz interior dice a la brisa que también le gusta ser el otro lado. La voz que es de uno y habla para uno, cuenta que un día fue origen lo que ahora es destino; cuenta, impresionado el recuerdo de dulce nostalgia, que nada más poner pie en tierra surgió la promesa de reiterarse en ese puerto de acogida sujetando la expectación de lo que ha de venir un momento, una vida.
María Luisa Villaba: La otra orilla.
Son varias las emociones que concurren en el límite entre la tierra, el horizonte y el mar, ataviada de fiesta la curiosa impaciencia. Ha de suceder, proclama esa voz que es propia y es aire enredado en la gala.
Mientras, con la mirada al frente se murmura el apego a dos mundos unidos por un puente de memoria; un paso franco resistente a todas las circunstancias.