Objeto de uso cotidiano para abrir y cerrar.
Al conducir, por ejemplo un coche, o al ser conducido, como era el caso, Felio lleva los ojos bien abiertos, se fija en lo que aparece alrededor, todo en su debido momento, y traduce a conceptos habituales la sucesión de imágenes y sonidos.
“En qué piensas, Felio.”
Una pregunta tópica que la formula cualquiera, el prójimo inmediato o uno mismo cuando aún sigue hilando el argumento.
“La semana está compuesta por tres pasado mañana.”
Sentado en la parte posterior, todo el espacio para él, Felio mira hacia fuera descifrando el arcano que Susana baraja. Pura rutina. Un simple ejercitar las neuronas insomnes. La ventanilla permite una visibilidad aceptable pese a la hora y la alternancia de claroscuros; Susana es una activista contra la suciedad, es una mujer puntillosa con la limpieza de fines y medios y el orden doméstico. Susana cambia suavemente de marcha, acelera con moderación y frena sin brusquedad.
“Con método quirúrgico.”
La madrugada es fría pero es innecesario conectar la calefacción. Con tres respiraciones basta y sobra para caldear el habitáculo.
“Qué piensas, Felio.”
Son las diez y diez a simple vista. El volante es una esfera de reloj con huecos y los brazos de la conductora las manecillas en un tramo recto.
“Vamos a creernos lo que pasará a continuación.”
Susana circulaba a velocidad constante por debajo del límite autorizado, del límite recomendado, del límite que marca la prudencia. No habla hace rato. Parece a gusto con su mutismo. A lo mejor es que no hay nada más que decir hasta que descorra el telón.
—He pisado algo.
Mario recuerda un episodio anterior. Felio le obliga a rescatar la memoria en voz alta.
—¿Sólido, líquido, en descomposición?
—Creo que tirando a sólido, quebradizo.
—¿Antes de meterte en el coche, camino del aparcamiento, a la salida de El tranvía?
—Creo que cerca del coche. Es lo lógico si me refiero al suceso en presente: he pisado algo.
—¿Asfalto, acera, escalera, pasadizo, materia gris ajada o compacta?
Susana echó un vistazo a la parte afectada.
—¿Huele, mancha? —preguntó forzando los sentidos.
—No huelo… tampoco distingo el contorno de una mancha vieja ni el poso para la adivinación de una sustancia a poco consumible.
Susana pidió un cambio de tema.
“Es una noche con siluetas y mucha imaginación. Es una noche fantasiosa.”
Acomodado en el asiento trasero del coche, todo el espacio para él, Felio buscó una novedad, un aliciente, una señal de inquietud, un destello aventurado e incitador.
Mario palmeó dos veces al recordar lo que había pisado.
—Una llave.
—¿Dónde?
—Cerca del coche, ahora estoy seguro.
Y satisfecho.
“Tenemos una referencia en la noche.”
—Era una llave vieja.
Susana hurgó con los dedos en el bolsillo de la puerta hasta tocar la llave de la casa. En el lugar que la había dejado
—Servirá —dijo.