Las leyes humanas dan mucho juego, señoras y señores legisladores; bien es cierto que unas más que otras. No voy a incomodarles ni a ser reiterativo para con una supuesta audiencia contando lo que ustedes, gobierno y oposición, han dispuesto para satisfacer las pretensiones y objetivos que les mueven y caracterizan, ajenas sus divergencias ideológicas cuando de repartir cargos, prebendas y el dinero de los atribulados contribuyentes se trata.
Inmortalizada queda la Ley por mano de artista, mientras los efectos de su omisión por quienes debieran velar su cumplimiento y eficacia en todos los ámbitos, de arriba abajo y viceversa, pasan a un segundo o tercer o cuarto plano, lejos de focos, crónicas y micrófonos.
La alegoría decora los solemnes espacios que regulan la cívica convivencia. Mira ella desde su serena postración a quien las contempla dando un paseo entretenido por la dimensión de la ciencia, desplegando a la manera del símbolo una elevada pedagogía de uso cotidiano.