El tiempo es la medida de todas las cosas: las que han de venir y las que antes o después pasarán. Al tiempo lo conduce un infalible director de acontecimientos ubicado en paradero desconocido, no obstante omnipresente, inmutable jerarca, decisivo juez de instancia suprema.
Un tipo encumbrado a todas luces, que ordena y es obedecido con presteza por eficientes mensajeros.
Tintoretto: El anuncio a la mujer de Manué (1555-59). Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Portadores de noticias, informes y avisos que al correspondiente destinatario entregan sin más comentario, y que cada cual actúe en consecuencia una vez leídos, escuchados o interpretados en sus justos términos.
Llamadas, anuncios, medios directos habituales para la comunicación expresiva; advertencias, indicaciones, medios indirectos, de corte subordinado, prudentes y asépticos según la circunstancia o la persona, frecuentes en la comunicación expositiva. Seguros o probables, los hechos planean sobre los asignados al suceso, terrible o feliz, inevitable o sorteable, por completo imprevisto o deducible por sus señales.
Un aviso a tiempo es bien recibido hasta por los adoradores de la ignorancia, esa preconizada madrastra de la felicidad. Las noticias son condición necesaria para saber adónde ir o que mejor no hacer ante una disyuntiva a cara o cruz.