Expectación y revuelo en las cercanías del Ágora.
Los personajes de mayor principio y fundamento invitados al magno acto de proclamación resplandecen a ojos del mundo admirado que los ha recibido y aclama con muy respetuosa y diligente veneración un poco antes del paso restringido. Ya llegan, ya de los correspondientes sitiales toman posesión las estrellas del virtuoso evento.
José Camarón y Bonanat (o Boronat): Alegoría a la ciudad de Valencia ante las Artes, 1761. Museo Municipal de Madrid.
Catalogadas en relieve y policromía, inscritas nombre a nombre y título a título en el selecto registro de autoridades imperecederas, las esbeltas figuras despachan honores y ascensos con el semblante ufano de quienes aumentan en prestigio con el volar del tiempo.
Galas y esmerados lucimientos acompasan el fasto, de las celebraciones modelo, de los ajenos anhelos parangón si la merced es propicia y a escala de posibles. Fanfarrias de anuncio festivo, siempre en lo alto la adusta vigilia del proceder sin mácula. Pulcras y lustrosas las eximias representantes de la variada índole de dones aparecen, saludan, departen, a las majestades honran, a la flor y al fruto protegen, del entusiasmo incontinente preservan, a la corte de electos presentan, afinadas y con talento.
Una vez más la noche sucede al día y el presente al pasado. El espectáculo enmudece y apaga, la fatiga vence al ansia y al contento, hasta el nuevo acontecimiento con similar pompa y boato, del que disfrutará desde el lugar asignado la generación porvenir. Entretanto, de hoy a cuando sea fijado el siguiente, circula el recuerdo de una jornada con sabor a gloria.