Preso de fatiga, incapaz de vencer la acometida del sueño —que aguardaba reparador en su hornacina— apartó de su frente los útiles del trabajo en papel, para no apuntalar con ellos la frágil estructura de la configuración humana; lo que hubiese descompuesto la forma y el fondo del titulado creador.
Murmuraba el desconcierto que precede al punto y aparte en sus ajenos oídos, ya en viaje a la esfera subconsciente; acariciaban el embeleso y la remisión de la tarea pendiente con la sutil destreza de la ilusoria hechicería, compendio de artes volanderas, los párpados en despliegue, en telón abajo, en pausa y sosiego.
Duerme, maestro; reposa tus ideas, calibra tu proyecto. Da rienda suelta a la apoteosis, director de la obra.
Narciso Tomé: Transparente de la catedral de Toledo (1721-1732).
Contempla en silencio de estudio el desfile grandioso y movido del conjunto de esculturas; admira y conjuga con un verbo posible, sin declamar palabra alguna, fiado al sortilegio, auspiciado por el éxtasis, el sentimiento de epifanía de la luz cenital venido, en divinal descenso; cauda de inspiración, curvas y adornos en danza majestuosa de nubes y rayos corpóreos. Expresivos relieves de ahondada dimensión.
Despierta, maestro; ha pasado el tiempo de la renovación. Vuelve del sueño, recupera la conciencia de la gran tarea, y pon en cierto y manifiesto lo imaginado y latente para ensalzar el retablo.