La ilusión por recibir lo que tanto se anhela es un regalo para quien obsequia. Poder realizar un sueño que desde su gestación se antoja imposible, pues una cosa es articular un deseo y otra muy distinta materializarlo para que la fantasía se vuelva tangible, es el culmen del propósito humano. Es obrar un milagro a la manera, discreta e improvisada, en que actúan los dadivosos padrinos del sentir puro.
Toma y disfruta.
Cuídalo.
Responsabilízate.
Rafael de Urbino: La dama del unicornio (1505-06). Galería Borghese, Roma.
Hay que responder al privilegio con una dedicación agradecida, con la promesa solemne de no olvidar el detalle ni abandonarse, pasada la emoción inicial, a una complacencia egoísta y petulante.
Hay que mantener activa y presente la constancia que motivó la entrega de un bien tan preciado, y validar a diario el merecimiento que un día tuvo lugar en el marco de una transacción desinteresada.
De ti depende.
Se consciente.
Enlázalo a tu vida sin limitar su encanto en el tiempo.