La sensación de respirar aire limpio y fresco es de las que culminan una aspiración que no por simple y fácil es menos grata al recibirla por dentro y por fuera, ardua de conseguir según donde se habite y escasa en el suministro del mayorista; el aire limpio y fresco vivifica el alma y tonifica el cuerpo con el amor de la obra bien realizada.
En parejo gusto anida y reposa la sensación de oler a limpio y a fresco, tras un deleitoso baño en aguas puras y corrientes, prolongado en un tiempo sin horario mientras acaricia la piel y seduce los sentidos.
Con el cuerpo fragante y aireado, con el alma henchida de placeres, es mejor la disposición a recibir el trato diario de la noticia y el balance, menos perjudicial en los compases negativos, más beneficiosa en los acordes positivos; y es bueno el carácter que juzga a uno y otro en el terreno de lidia de las confrontaciones.
Un bienestar pasajero, de corta duración en tantos casos, este que otorga el aire limpio y fresco y el agua incontaminada y juguetona en su deslizamiento natural de arriba abajo; pero cierto y repetible, de atinar los lugares que custodian y a mediciones estrictas dispensan la quintaesencia de la satisfacción, que sabe a gloria.