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Memoria recobrada (1931-1939) XXII


Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. Esta entrega resume la acción artillera por tierra y aire contra la sitiada ciudad de Oviedo en 1936, y reproduce el documento de Antonio Cores Fernández de Cañete que extracta las lecciones aprendidas en el sitio de la capital asturiana.

El sitio de Oviedo
Entre el 19 de julio y el 17 de octubre de 1936, la ciudad de Oviedo, capital de Asturias, sufre el asedio de una nutrida masa de combate, con buena organización, retomada del estallido revolucionario de octubre de 1934, y bien pertrechada de armas y municiones, afecta al Frente Popular de la República, que con total determinación y el empleo de cuantos recursos dispone, vuelca el ímpetu revolucionario en la conquista de la ciudad.
    Se opuso a un enemigo mucho más numeroso y mejor provisto de armamento y material de guerra, la guarnición militar y contingentes de la Guardia Civil y de Asalto, en número aproximado de mil ochocientos efectivos, a la que ya en principio sumó cuatrocientos defensores los civiles voluntarios y posteriormente, a lo largo del sitio, otros centenares provenientes de los más diversos ámbitos de servicio público y voluntarios si adscripción política o funcionarial alguna.
    Durante los noventa y un días de sitio, Oviedo y su población, que únicamente representaba un objetivo simbólico, pues no adornaban al municipio ninguno militar, estratégico ni económico, soportaron fuertes bombardeos artilleros y aéreos, recibiendo alrededor de 120.000 impactos de artillería y 10.000 bombas de aviación, suficiente para arrasar la ciudad entera, sin distinción de barrios, causando una cifra aproximada de bajas de 1.000 y otra similar por tifus debido al agua consumida que era de pozos.
    Y aunque desde el 17 de octubre de 1936 el cerco de Oviedo estaba roto, hasta el 21 de octubre de 1937, con la caída completa del frente Norte, sufrió la ciudad ataques artilleros, bombas de aviación e intentos de asalto. Precisamente, fue la última ofensiva marxista la más intensa; y no por azar, tras el nuevo fracaso y una línea de tiro cercana y directa, el que la rabia de los frustrados se cebara sobre el ya previamente dañado Hospital Provincial. Cuando la evacuación de enfermos y heridos se llevaba a cabo, en las penosas condiciones imaginables, la artillería cañoneó la ruta de retirada de los vehículos asistenciales.

“Numerosas baterías procedentes de Gijón, San Sebastián y Bilbao, fueron paulatinamente aumentando la potencia destructiva de las bocas de fuego ya presentes en torno a Oviedo a lo largo del sitio; los calibres eran de 7’5, de 10’5 y 15’5 cm. Acompañada su acción devastadora para favorecer el asalto con el bombardeo continuo de aviación”, escribe José Manuel Martínez Bande en Monografías de la Guerra de España n.º 16.
“Septiembre [de 1936] fue un mes de prueba para Oviedo. La aviación roja y los cañones enemigos se ensañaron brutalmente durante casi todo el mes con la ciudad”, escribe Oscar Pérez Solís en Sitio y defensa de Oviedo, 1938.
“En septiembre [de 1936] los bombarderos llegaron a ser horrorosos. El enemigo tenía magníficamente situadas sus numerosas piezas y los ampos de aterrizaje cerca de Oviedo, como el de Llanera, a unos diez kilómetros en línea recta […] Hubo semanas enteras en que volaron horas seguidas arrojando ranadas, y bombardeos como el del 8 de septiembre, festividad, por cierto, de Nuestra Señora de Covadonga, que duraron trece horas justas, de las siete de la mañana a las ocho de la tarde, tirando más de ochocientas bombas sobre las casas. Realizaban la agresión con escuadrillas de dos y tres aparatos que se relevaban en el aire, de modo que siempre los había volando y tirando. Causaron inmensos daños y produjeron bastantes incendios”, escribe Jesús Evaristo Casariego Fernández en La ciudad sitiada, 1939.
“El enemigo realizó impunemente 183 bombardeos [durante el sitio de noventa y un días], de ellos 120 en la población [Oviedo], empleando de uno a doce aviones y, generalmente, por el método de relevos, que le permitía prolongar los ataques hasta trece horas; en varias ocasiones, y preferentemente de noche [en los dos ataques nocturnos registrados], arrojó líquidos inflamables, causando incendios de consideración, que la falta de agua hacía difícil extinguir”, escribe en su Diario el coronel Antonio Aranda.
“A partir del día 9 de septiembre [de 1936] y salvo cuatro días: 19, 28, 29 y 30, las bombas de la aviación y los proyectiles de artillería regaron Oviedo. El parte del día habla de 500 bombas de aviación y 200 cañonazos”, escribe Óscar Pérez Solís, ob. cit.
“La jornada del 13 de octubre es aún más terrible. Los ataques para ocupar la plaza se centran en la Estación del Norte y las casas vecinas, y sobre la carretera de Trubia, con profusión de artillería y aviación que provoca grandes incendios”, escribe José Manuel Martínez Bande, ob. cit.


Fuentes principales:
Antonio Cores Fernández de Cañete, El sitio de Oviedo, Editorial San Martín.
José Manuel Martínez Bande, Monografías de la Guerra de España n.º 16, Servicio Histórico Militar-Editorial San Martín.
http://devale.blogspot.com.es/: El sitio de Oviedo

La lección de la gesta de Oviedo para el futuro
La historia necesita mucha sedimentación para reflejar bien la verdad.
   Día a día y en un observatorio adecuado, pude vivir lo ocurrido en Oviedo, tanto en la fase preparatoria en 1934 como luego, en 1936, en uno de los primeros episodios de la Guerra Civil; y que era indispensable para que España continuara siendo un Estado-Nación y no convertirse en el inicial experimento de un Estado-satélite, igual que esos que proliferaron al resolverse la Segunda Guerra Mundial.
    El episodio motivo de este libro tiene un aliciente de curiosidad en cuanto cae de lleno en una de las dos variantes o hipótesis del comienzo de todo conflicto armado. Tenemos que convenir que un estado de sitio es muy distinto al estado de guerra; tan distintos, que significan previsiones muy delimitadas y específicas en el Derecho Internacional clásico. No obstante, el estado de sitio está poco respetado en las formas actuales de los conflictos armados pese a que en tiempo exigió de un articulado propio para los pueblos sitiados; quiere decir que existe un estado de excepción y, por tanto, que los pueblos, como el ovetense sitiado y asediado, sufrió y resolvió por sí mismo un problema psicológico.
    En palabras del profesor J. De Soto, de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Económicas de Estrasburgo, tras estudiar los aspectos diversos de la defensa nacional en sus relaciones con el poder civil: “El estado de sitio es una situación muy simple en cuanto a la atribución de poderes para la defensa, la subsistencia de los hombres y el mantenimiento del orden; pero es extremadamente complicada si los asaltantes están inspirados por una táctica revolucionaria de enorme influencia en la psicología de la población sitiada”. Es el caso de Oviedo en 1934 y 1936.
    El escritor José María Zunzunegui comenta en relación con los sucesos de los años treinta lo siguiente: “Lo que en el futuro, en los años dos mil, podría ser una repetición de lo ocurrido entonces, en el 34 y sobre todo el 36”.
    A continuación se incluyen dos anexos en los que se detalla sendos esquemas psicológicos, subrayando los objetivos, la duración y las áreas de acción de cuanto el hecho histórico puso aprueba y demostró la población ovetense como una masa sujeta a fenómenos de psicosis, unos de pánico y otros de depresión o de optimismo, de tanto o mayor interés que el hecho de armas. Esquema que puede tener también para el futuro un orden de aplicación para prever las medidas que pueden ser motivo de reacción en una población civil sitiada, en una repetición del caso de Oviedo.
    En conclusión, ha de cuidarse cada vez más el concepto de los reductos que tan bien encaja en la fisiografía peninsular, no sólo como bases de una resistencia tenaz y a ultranza, como fue Oviedo en el año 1936, sino como moneda de cambio para mantener y ampliar la ayuda de los aliados fuertes que sepan estimar la fortaleza de esos reductos y la de la moral de sus defensores, que ya en el futuro han de serlo todos en el nuevo concepto de la defensa nacional.
Julio de 1974.

ESQUEMA PSICOLÓGICO (A): Clasificación de las medidas activas de la acción psicológica
I.- Psicosis de masas
    Objetivo: rumores provocados; duración: larga; área de acción: total.
    Objetivo: espiomanía; duración larga; área de acción: parcial.
    Objetivo: ficción de amenaza; duración: corta; área de acción: total o local.
    Objetivo: Manía de agentes; duración: corta; área de acción: total y progresiva.
II.- Pánico
    Objetivo: amenaza de agresión; duración: variable; área de acción: total.
    Objetivo: Movimiento de tropas; duración: variable; área de acción: total.
    Objetivo: Nuevas armas; duración: corta; área de acción: total.
    Objetivo: moneda falsa; duración corta; área de acción: variable.
    Objetivo: demostraciones aéreas; duración: frecuente; área de acción: total
    Objetivo: incursiones; duración: frecuente; área de acción: total.
III.- Depresión
    Objetivo: el miedo; duración: ocasional; área de acción: total.
    Objetivo: bombardeo de ciudades; duración: ocasional; área de acción: total.
    Objetivo: acciones de agresión y desórdenes; duración: continua; área de acción: total.
    Objetivo: propaganda; duración: continua; área de acción: total.

ESQUEMA PSICOLÓGICO (B): Clasificación de las medidas activas de la acción psicológica
I.- Medidas reactivas
    Desorientación: de corta duración, en grupos pacíficos, para desvío de su atención de fines u objetivos fundamentales. Para encubrir medidas políticas, desplazamientos de personas y desfiguración de otros acontecimientos vitales.
    Desmoralización: de larga duración, para actuar sobre masas pacíficas con objetivos locales o generales, según los casos. Con calumnias, provocaciones, asesinatos y raptos; descomposición de grupos políticos.
II.- Demostraciones
    Militares: para actuar sobre masas, con efectos de larga duración.
    Provocaciones: sobre masas, con efectos de larga duración.
    Políticas: con matices culturales o de origen estatal, para actuar largamente sobre masas con una extensa área de acción.
    Económicas: para transformar grupos pacíficos en masas con efectos de duración variable, a controlar por el provocador del resorte psicológico.
III.- Neutralización
    Terror: de larga duración, sobre grupos pacíficos con efecto local.
    Acciones políticas: sobre masas, de larga duración.
    Rumores: de larga duración, con un área general de actuación.
    Acciones militares: en área de actuación local, de larga duración y sobre las masas afectadas por una acción militar directa por tierra, mar y aire, aislada o en combinación.
    Medidas económicas: de larga duración, sobre masas y con un área de acción general.

Estudio del historiador y Teniente general Antonio Cores Fernández de Cañete, publicado en su obra El sitio de Oviedo

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