Ese objeto recipiendario de historia personal, en gran medida íntima, con el paso inefable del tiempo pincelada con suaves trazos de nostalgia, con gruesos trazos de afirmación y con trazos discontinuos de todavía incertidumbre, posee un alma que es de patrimonio compartido y unos sentidos que recuperan y avivan la memoria entre velos de sinceridad y reconocimiento.
Caja de las ágatas (siglo X). Cámara Santa de Oviedo.
Lo hermoso y lo terrible reposan, causa a efecto, en idéntico envoltorio; la luz y la oscuridad, también; y el olor, que emerge y flota, como los sabores, al abrir la tapa en la descubierta periódica hacia los rastros de vida propia. Hermoso es lo que así uno mismo califica de su obra y la participación de terceros en ella; terrible es aquello que llegó a ser no queriendo que pasara, o no que no pasó deseando que hubiera llegado.
El balance es, a la postre, tan sui géneris como sencilla su formulación.
Cierre del episodio sentimental.
Hasta la próxima.
Entonces, cuando tenga lugar el reencuentro, la expectación volverá a desplegar sus alas para volar los paisajes del pretérito perfecto y del pretérito imperfecto.