A las folclóricas —pero no por ello menos ciertas— tres cosas que en la vida son: salud, dinero y amor, para uso y disfrute de cuanto es posible hacer y tener, se añaden las complementarias: alimento, refugio y compañía, que para un sinnúmero de criaturas al albur de las circunstancias —a las que la salud, el factor primordial, dura lo que la naturaleza quiere— resultan decisivas.
Con alimento, refugio y compañía, se andan mejor los caminos y pasan más ufanos los días en el mundo a cada cual adjudicados.
Philipp Peter Roos: Paisaje con ganado (s. XVII).
Philipp Peter Roos: Una cabra, ovejas y un perro descansando en un paisaje (s. XVII).
Gracias a las tres mercedes conseguidas desde la necesidad al beneficio, el individuo y la especie subsisten y persisten, y aquello mal dado, siempre al acecho, cuesta de atravesar la fortaleza protectora.
Ventajas todas, o casi; perjuicios ninguno, o pocos.
A esa tres cosas cantadas que a la vida dan sentido en verso y baile, se integran esa tríada mostrada en obra y no sólo en razón; y así, unidas en el trayecto, el alimento es a la salud lo que el refugio al dinero y la compañía al amor. Y viceversa.