Ir al contenido principal

Travesía (21)

Usurpaciones progresistas.

Con qué fruición la mediocridad imperante acoge y explaya las infiltraciones foráneas de palabros y acepciones embutidas a tontas y a locas en el lenguaje propio. Demencial el atropello del vehículo de comunicación más empleado, lamenta y condena Felio.

    Está enfadado. Le molesta, perturba y sacude la proliferación de distorsiones producto de la necedad. Ha hecho la prueba. Se ha cansado de confirmar el abuso del error, un error vencible, en los transmisores de noticias. Agota, se queja Felio, el poder de la ignorancia, la influencia de la incultura, el predominio en el lenguaje cotidiano de la boca de ganso y la interpretación de oído.

    Horroroso, vomitivo, es ponerse a contar las pifias y los destrozos al paso turbulento de las voces ignaras, cimeras ellas en el postín de la locución, al servicio de una causa demoledora.

    Aniquilación de los símbolos, denuncia Felio.

    Aunque en vano su denuncia, como si reclamara sensatez, tacto y gusto a los instructores de los operadores telefónicos; caída en baldío la denuncia, como una prédica en el desierto, y eso que el pronóstico es certero.

    Enfermiza inercia la que padecen y contagian los adictos a situarse por debajo de algo, de alguien y, en definitiva, de todo. No es que esa gota colmara el vaso, no, puesto que el agua derramada ya cubría la mitad del recipiente, pero denominar latino a lo hispano o ibérico es peor que un dolor de muelas, y de oídos. Resulta que desde la casta comunicadora española, que sólo es española en lo nominal, se premia cualquier neologismo importado del habla universal, el inglés de EE.UU., quizá será conveniente llamar coloamericano a ese idioma de aluvión y telegrama, de modo y manera que a Hispanoamérica o Iberoamérica se le concede filiación latina —y no precisamente por el Derecho Romano— para anunciarse servil y mecánicamente Latinoamérica; a los hispanos, latinos; a la cultura española, conglomerado latino; y a la raíz española, por aquello de extirpar obras, sentimientos y bases, filonativismopanlatino. Ahí queda eso. Con tal de que España, y su herencia, desaparezca de las mientes, los documentos y el paisaje, vale cualquier medio al alcance de la estulticia mancomunada y las muchas añadas de bilis. Lo que da más gracia, por no reparar en el llanto de las víctimas, reitera Felio, es el seguidismo de los “antiimperialistas” a los mandatos del “imperialismo”.

    Presto y por la trasera, con entusiasmo en los receptores, las redes emisoras copan las expresión de criterios y actitudes ofertando al coro de voz en grito una dialéctica de paupérrima y nefanda estofa.

    Vamos cuesta abajo rebozados en el polvo áspero del declive, ilustra Felio a su atribulada conciencia, no obstante combativa.

    La lucha por el desenmascaramiento tiene su aliciente personal y una recompensa en los espíritus afines. Lo primero es el discurso en un español diáfano, esencial, contundente y arraigado, un parlamento atinado desbrozado de trampas dialécticas, por el que mana un caudal limpio y esplendoroso de léxico, sintaxis y semántica en vez de un atropello de consignas y anuncios publicitarios embalados para el consumo masivo; lo segundo, inmediato y derivado, es llamar a cada cosa por su nombre, sin omitirlo ni alterarlo ni trasponerlo; lo tercero, siguiendo un orden de prelación gramatical, es evitar el trueque de confusión entre el sustantivo y el adjetivo.

    Sabe Felio, y mejor no llamarse a engaño, que la reconquista del espacio perdido es, además de ardua, una tarea en el límite de lo posible.

    Largo me lo fiais.

    Y gracias por mantener la esperanza.

    En vista del panorama, Felio y yo preferimos buscar otro horizonte.   

Entradas populares de este blog

Las tres vías místicas. San Juan de la Cruz

Siglo de Oro: La mística de san Juan de la Cruz Juan de Yepes y Álvarez, religioso y poeta español, nacido en Fontiveros, provincia de Ávila, el año 1542, estudió con los jesuitas, trabajó como camillero en el hospital de Medina del Campo, e ingresó a los diecinueve años como novicio en el colegio de los carmelitas con el nombre de fray Juan de Santo Matía. Prosiguió sus estudios en Salamanca y en 1567 fue ordenado sacerdote. Regresó entonces a Medina del Campo, donde conoció a santa Teresa de Jesús, quien acababa de fundar el primer convento reformado de la orden carmelita y que tanto le había de influir en el futuro. San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús Imagen de stj500.com Juan de la Cruz se hallaba animado de los mismos deseos reformadores de la santa, y había conseguido el permiso de sus superiores para mantenerse en la vieja y austera devoción de su orden.; desde ese momento tomó el nombre de fray Juan de la Cruz y comenzó la reforma del Carmelo masculin

Descubridor del Eritronio-Vanadio. Andrés Manuel del Río

Mineralogista y químico, el madrileño Andrés Manuel del Río Fernández, nacido en 1764, es el descubridor del elemento químico Vanadio. Andrés Manuel del Río Imagen de omnia.ie En su infancia escolar destacó en el aprendizaje de latín y griego, posteriormente se graduó de Bachiller en Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, y en 1781 inició sus estudios de física con el profesor José Solana.     Andrés Manuel del Río fue un alumno modélico en Física y Matemática. El ministro José de Gálvez en 1782 lo incorporó en calidad de pensionado en la Real Academia de Minas de Almadén, para que se instruyera en las materias de mineralogía y geometría subterránea con los maestros internacionales elegidos para el desarrollo científico e industrial de España. En Almadén dio inició su largo periplo por instituciones científicas de prestigio, forjando la actividad profesional que le caracterizaría. El propósito de la Corona por favorecer el desarrollo de la minería y la metalurgia en España y

El Camino Real de Tierra Adentro. Juan de Oñate

El imperio en América del Norte: La ruta hacia Nuevo México El Camino Real de Tierra Adentro era la ruta que llevaba desde la ciudad de México hasta la de Santa Fe de Nuevo México, actualmente capital del Estado homónimo integrado en los Estados Unidos; y durante más de dos siglos fue el cordón umbilical que mantuvo ligada a esta remota provincia del septentrión de la Nueva España. Cada tres años partía la llamara ‘conducta’, una caravana que trasladaba ganados, aperos y gentes, para mantener la colonización española en aquellas tierras. A través del Camino Real de Tierra Adentro penetró la cultura hispana en el Suroeste de Estados Unidos, ejerciendo aquí un papel semejante al del Camino de Santiago en España. El Camino Real de Tierra Adentro Cuando la corona española decide no abandonar la provincia de Nuevo México, ruinosa en todos los sentidos, sino mantenerla por razones de no desamparar a los indios ya cristianizados, el virreinato de Nueva España organiza un sistema