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Memoria recobrada (1931-1939) LII

Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. Esta primera entrega de tres resume las sacas y matanzas en masa que tuvieron lugar en Madrid y provincia desde julio de 1936, ideadas y perpetradas por el Frente Popular de la II República.

    Artículo complementario de la serie dedicada a la obra del cónsul Félix Schlayer, Diplomat im roten Madrid, publicada en Alemania el año 1938, y en España por la Editorial Áltera en 2006 con el título Matanzas en el Madrid republicano; en esta serie con primera entrega en Memoria recobrada (1931-1939) XII se resume la actividad criminal organizada y oficialmente dirigida por las autoridades del Frente Popular que provocó las sacas de las cárceles madrileñas y las matanzas en Torrejón de Ardoz y Paracuellos de Jarama.

    El presente artículo está dedicado a las sacas de las cárceles madrileñas Modelo y Ventas.

En las zonas de España controladas por el Frente Popular de la II República se ejerció contra segmentos enteros de la población una tarea metódica tanto como arbitraria de persecución, detención y exterminio, colaborando los aparatos del Estado con los elementos incontrolados y aquellos otros consentidos provenientes de las organizaciones políticas y sindicales (también políticas, en definitiva) englobadas en el Frente Popular.

    El procedimiento del “paseo”, inicialmente utilizado para asesinar a las personas detenidas, que yacían a continuación en las cunetas o al pie de muros y paredes, resultaba lento y en exceso individualizado; había que pensar en un procedimiento más contundente y masivo que daría sepultura apresurada a las víctimas en grandes fosas colectivas.

    En agosto de 1936 comenzaron las sacas y los asesinatos en masa en los lugares donde, al acabar, quedarían depositadas anónima y conjuntamente las víctimas. El día 15 y en la Checa oficial del Comité Provincial de Investigación Pública, creado por Manuel Muñoz Martínez, director general de Seguridad, diputado de Izquierda Republicana (el partido político de Manuel Azaña) y masón de grado 33, popularmente conocida como la checa de Fomento por ubicarse en esta calle, fue donde se decidió proceder con las sacas de presos, habiendo sido exhaustiva y humillantemente cacheados antes, despojándolos de cuanto personal llevaran encima, para fusilarlos lejos de la cárcel. La orden procedía del directos general de Seguridad aprobada por el Comité provincial de investigación pública (la citada checa de Fomento). El ejecutor del plan fue el anarquista de la CNT Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo, alias Doctor Muñiz, recluido en la cárcel por delito de sangre antes de estallar la guerra.

    Desde ese día 15 al 21 de agosto continuaron las sacas en la cárcel Modelo con números reducidos de presos trasladados. Hasta que el 22 se presentaron por la mañana en la cárcel Modelo aproximadamente cuarenta milicianos anarquistas de la CNT y la FAI al mando de Emilio Sandoval, reclutados para el crimen en la checa del cine Europa, en la calle de Bravo Murillo, 150. En connivencia con los milicianos, los detenidos por causa tipificada en la ley de vagos situados en el sótano y la quinta galería, provocaron un incendio que atrajo la presencia de los altos cargos de la dirección general de Seguridad y los bomberos, además de grupos de milicianos apostados en las inmediaciones con intención de disparar a los presos que salieran huyendo del fuego interior. Dentro del cárcel hubo asesinatos que no fueron ni denunciados ni evitados. El incidente sirvió de excusa a los dirigentes del Frente Popular para excarcelar a todos los presos comunes y cuantos no tuvieran la etiqueta de presos políticos o presos militares.

    Los siguientes días 22 y 23, en la asaltada cárcel Modelo, con los presos hacinados en la primera galería y en el patio, vigilados y acosados por los milicianos que mandaba un tal Santiago Aligues Bermúdez, se constituyó un tribunal chequista donde se juzgó sumariamente a diputados, militares de alto rango y probada capacidad, a dirigentes republicanos y de Falange Española, a ex ministros, policías de la escala superior y profesionales liberales, por el hecho de ser cada uno lo que era; y de inmediato, tras la farsa judicial, sanos y enfermos, se les condenó a muerte y procedió a ejecutar la sentencia.

    El terror revolucionario había dado con la tecla para eliminar a desafectos y adversarios, a envidiados y prohombres, de manera expeditiva.

    El socialista Indalecio Prieto al conocer los sucesos exclamó “¡Hoy hemos perdido la guerra!”, siendo esa preocupación el motivo de reprobar en público la comisión de los asesinatos; pero no tardó en ocultarse para que las salpicaduras, y puede que las venganzas, cayeran lejos de su figura.

    Estos crímenes alertaron y convencieron al cuerpo diplomático destacado en España de la actividad revolucionaria del gobierno; quedaba de manifiesto que no defendía la democracia, sino que impulsaba un sistema de exterminio puesto en funcionamiento en la Unión Soviética, una metodología de corte marxista bolchevique, la auténtica batuta gubernamental.

Las sacas en la cárcel de Ventas, antes prisión de mujeres, reconvertida en julio de 1936 en Prisión provisional de hombres número 3, sumaron en ocho meses cuatrocientas personas, sacadas del recinto y conducidas a la muerte por fusilamiento.

    Ni las sacas ni las matanzas posteriores fueron obra de incontrolados, igual que sucediera en la cárcel Modelo. También en Ventas destaca la huella de Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo, ese personaje ya expuesto en líneas anteriores, que cumplía servicio en el Comité provincial de investigación pública (la checa de Fomento) dependiente, como él, de la Dirección General de Seguridad. Es el aparato del Estado el director de la acción directa y represiva.

    Desde mediados de septiembre de 1936, concretamente el día 14, las sacas fueron una práctica habitual; y prosiguieron hasta la madrugada del 7 de noviembre. 

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