Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. Esta segunda entrega de tres resume las sacas y matanzas en masa que tuvieron lugar en Madrid y provincia desde julio de 1936, ideadas y perpetradas por el Frente Popular de la II República.
Artículo complementario de la serie dedicada a la obra del cónsul Félix Schlayer, Diplomat im roten Madrid, publicada en Alemania el año 1938, y en España por la Editorial Áltera en 2006 con el título Matanzas en el Madrid republicano; en esta serie con primera entrega en Memoria recobrada (1931-1939) XII se resume la actividad criminal organizada y oficialmente dirigida por las autoridades del Frente Popular que provocó las sacas de las cárceles madrileñas y las matanzas en Torrejón de Ardoz y Paracuellos de Jarama.
El presente artículo está dedicado a las matanzas en Boadilla del Monte y Aravaca principalmente, ambas localidades vecinas de la capital madrileña.
Los fusilamientos de los “enemigos de clase”, tildados así por los asesinos, se trasladaron enseguida de las cárceles a lugares del extrarradio de Madrid como, entre los más utilizados, la Casa de Campo (donde se habían abiertos fosas al respecto en las que todas las noches los milicianos y otros elementos fuera de control y delincuentes armados, conducían a sus víctimas y después de robarlas las asesinaban), los Altos del Hipódromo y las tapias del cementerio del Este.
Fuera del término municipal de la capital madrileña, esos lugares de traslado y asesinato se eligieron básicamente por la proximidad a Madrid.
Hablamos de Boadilla del Monte, que desde agosto a noviembre de 1936 registró 166 asesinados, con tan solo veinticinco identificados.
Hablamos de Aravaca, donde se centraron los asesinatos en su cementerio nuevo. La mayoría de asesinados en Aravaca provenían de la cárcel de Ventas, sacados por el Comité provincial de instrucción pública. Fueron, en número aún no definitivo, aproximadamente 775 personas, sepultadas en dieciocho fosas, entre agosto y noviembre; a las que se suma un número tampoco conocido exactamente, pero importante, de milicianos fusilados por el Frente Popular por deserciones y desavenencias de índole político, entre el 7 de noviembre de 1936, cuando finalizaron los asesinatos de los “enemigos de clase” sacados de las cárceles y las checas, en colaboración con la Policía gubernamental, y enero de 1937.
En septiembre de 1936, el gobierno efectivo del Frente Popular había decidido proceder al exterminio masivo de los considerados desafectos y enemigos potenciales, categorías ambas de una amplitud tal que permitía detener y asesinar, previamente habiendo torturado a las víctimas y confiscado sus bienes de tenerlos, a cualquiera que apeteciera sin otra justificación que ese deseo.
El que Boadilla y Aravaca dejaran de registrar traslados y asesinatos se debió al avance de las tropas nacionales, que el 4 de noviembre de 1936 habían entrado en Fuenlabrada, Móstoles y Getafe; y pocos días después alcanzaban la Casa de Campo y la Carretera de la Coruña. Entonces, dado el riesgo de la primera línea de frente, la acción exterminadora se orientó hacia las localidades de Torrejón de Ardoz y Paracuellos de Jarama.