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A velas desplegadas

Soplar las velas para que se produzcan acontecimientos.

    Travesía adelante, con todas las rutas prestas al descubrimiento, cada día es una sorpresa y cada sorpresa una lección de vida.

    De una idea, originada en la voluntad, de un propósito, gestado en la razón, parte la nave propia a surcar los caminos aéreos, terrestres y marítimos del mundo, cuyas trazas auguran una suerte de revelaciones con las que alimentar el espíritu y el cuerpo, con las que servir de guía y herramienta a los medios que posibilitan el viaje.

Alejo Fernández: Virgen de los Navegantes (1531-37). Real Alcázar de Sevilla.

Sueltas las amarras, por detrás y en la memoria queda la estela de una tarea cumplida.

    Los viajes cotidianos, más o menos cortos o largos, dependiendo del número de escalas en los puertos que surgen de la inmensidad, son la piedra de toque en la preparación de la gran travesía. Lo que con los sentidos despiertos se ha ido acopiando es el cuaderno de bitácora y la carta de navegación. Cuanto se atiende y percibe, cuanto se intuye y deduce, es útil para la imaginación que otea el horizonte desde la elevada cofa; pues la experiencia interrogada es la verdadera base de la prodigiosa aventura.

    Baten las alas de la victoria en sobrevuelo de la nave que va.

    Buen viento la lleve. 

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