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Memoria recobrada (1931-1939) LXV

Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. Esta entrega ofrece una muestra de testimonios autorizados respecto a lo que supuso para España y la II República el advenimiento del Frente Popular, integrado por los partidos y sindicatos de izquierda, desde la burguesa a la proletaria, dirigido por la Internacional Comunista bajo el férreo auspicio de la Unión Soviética gobernada por el tirano Joseph Stalin.

Salvador de Madariaga, diplomático, escritor y ministro en la II República: “El país había entrado en una fase claramente revolucionaria [desde las fraudulentas elecciones de febrero de 1936]. Ni la vida ni la propiedad estaban a salvo en ninguna parte”.

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Niceto Alcalá-Zamora: “[Informado de madrugada lo que sucedía en su finca de Jaén] donde se persigue y prende a mi familia en masa. [Cuando llegaron los guardias de asalto] se llevaron presas a treinta siete personas más respetadas de mi familia y amigos, con el párroco y los coadjutores a la cabeza, que no habían podido huir, y dejaron tranquilos y dueños del pueblo a los alborotadores”.

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Miguel Maura, ministro en la II República: “[Los crímenes, desmanes, atentados, amenazas y estragos eran] la verdadera plaga bolchevique que está asolando el país. Los ciudadanos pacíficos viven con la sensación de que las leyes son letra muerta”.

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Niceto Alcalá-Zamora, jurista, presidente de la II República, el 8 de marzo de 1936, sobre las elecciones a Cortes: “Una de las cosas más extrañamente difíciles ha resultado conocer los datos numéricos de votación en las recientes elecciones (…) Ha costado días y esfuerzos saberlo porque las manipulaciones de prestidigitación a partir del lunes 17 [de febrero], preparatorias de tantas resurrecciones y muertes de candidatos, lo imposibilitan”.

Niceto Alcalá-Zamora declaró en el Journal de Génève, el 17 de enero de 1937: “[El Frente Popular había logrado la mayoría absoluta] violando todos los escrúpulos de legalidad y de conciencia (…) sin esperar el fin del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados (…) desencadenó en la calle la ofensiva del desorden, reclamó el poder por medio de la violencia (…) A instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó de los documentos electorales; en muchas localidades los resultados pudieron ser falsificados (…) Reforzada con una extraña alianza con los reaccionarios vascos, el Frente Popular eligió la Comisión de validez de las actas parlamentarias, la que procedió de una manera arbitraria. Se anularon todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa; se proclamó diputados a candidatos amigos vencidos. Se expulsó de las Cortes a varios diputados de la minoría”.

Niceto Alcalá-Zamora declaró meses después: “La fuga de los gobernadores y su reemplazo tumultuario por irresponsables y aun anónimos permitió que la documentación electoral quedarse en poder de subalternos, carteros, peones camineros o sencillamente de audaces asaltantes, y con ello todo fue posible (…) ¿Cuántas actas falsificaron? El cálculo más generalizado de las alteraciones postelectorales las refiere a ochenta actas”.

Más declaraciones de Niceto Alcalá Zamora en Memoria recobrada (1931-1939) XI e Incitación al odio y la violencia.

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Manuel Azaña, ministro y presidente de la II República, escribió sobre las elecciones a Cortes de 1936 lo siguiente a su cuñado Cipriano Rivas Cherif: “En La Coruña íbamos a sacar cinco o seis. Pero antes del escrutinio surgió la crisis, y entonces los poseedores de 90.000 votos en blanco se asustaron ante las iras populares, y hemos ganado los trece puestos… ¡Veleidades del sufragio!… Han sacado al otro… para que no saliera Emiliano, a quien metimos preso la misma noche de formarse el gobierno, para salvarle la vida, decían los de allí (…) hemos sacado (…) otro en Guipúzcoa… y no tenemos dos porque los comunistas se llevaron las actas pistola en mano”.

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Francisco Ayala, literato y jurista, promotor intelectual de la II República, escribió sobre los dirigentes republicanos: “Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a los pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco. Lo que nunca pude concebir es que hubiesen sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza”.

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Gregorio Marañón, médico, promotor intelectual de la II República, así se expresó contra los dirigentes y milicianos del Frente Popular: “¡Qué gentes! Todo es en ellos latrocinio, locura, estupidez (…) Tendremos que estar varios años maldiciendo la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales, y aún no habremos acabado. ¿Cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado? (…) Y aun es mayor mi dolor por haber sido amigo de tales escarabajos (…) No tenemos derecho a quejarnos de la dictadura, pues la hemos hecho necesaria por nuestra ayuda estúpida a la barbarie roja”.

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Indalecio Prieto, socialista del PSOE, ministro en los gobiernos del Frente Popular: “Una sola cosa está clara: que vamos a merecer, por estúpidos, la catástrofe”.

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Julián Besteiro, socialista del PSOE declarado enemigo de los comunistas: “La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas. Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoievski y de Tolstoi. La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran cruzada anticomintern”.

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Stanley G. Payne, hispanista: “La fenecida «República democrática», a partir de las fraudulentas elecciones de febrero del 36, era poco más que un recuerdo, aunque tendría una vida muy larga como mero eslogan de propaganda”. 

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