Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. Esta entrega informa de la represión llevada a cabo por milicianos socialistas y comunistas en la provincia de Córdoba, por milicianos anarquistas en la localidad barcelonesa de Garraf, por milicianos del Frente Popular en el municipio toledano de Los Yébenes, y por los comités revolucionarios del Frente Popular en la comarca castellonense del Bajo Maestrazgo y las aledañas en las provincias de Teruel y Tarragona.
Asesinados en Córdoba el verano de 1936
La represión llevada a cabo por los milicianos socialistas, mayoritariamente, y comunistas en la provincia de Córdoba durante el verano de 1936 acabó con la vida de aproximadamente ochocientas personas.
Especial inquina sentían hacia la localidad de Pedroche los milicianos del Frente Popular. Tras varias sacas, violencias físicas y asaltos a los domicilios de los seleccionados para el castigo, fueron arrojados vivos a hogueras o fusilados o muertos a golpes. Concluida la masacre, los organizadores celebraron el éxito de su trabajo en público. Muchos de los recluidos en lugares improvisados al efecto a los que no había llegado la hora por el procedimiento expeditivo perecieron de hambre.
En Posadas fueron ochenta y siete los asesinados a golpes, disparos y por tortura hasta el descuartizamiento.
En Hornachuelos fueron dieciocho personas las conducidas a una mina próxima para acribillarlas; y allí arrojadas.
En Pozoblanco se contaron setenta represaliados.
En Alcaracejos unas treinta personas cayeron abatidas por disparos en los alrededores de un pozo que luego sirvió de sepultura común.
Aunque difícil el cálculo exacto, se registraron un centenar de asesinatos en las localidades de Torrecampo, Cardeña y Añora, siguiendo las prácticas descritas.
Asesinatos en las costas de Garraf
Las patrullas anarquistas de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), de fuerte implantación en Cataluña, condujeron y asesinaron en las costas de Garraf los primeros meses de la guerra a decenas de personas, principalmente vinculadas a la Iglesia católica. El lugar elegido para fusilarlas o despeñarlas fue el denominado Pas de la Mala Dona (Paso de la Mala Mujer), un acantilado sobre el mar con un desnivel de ciento diez metros. Las víctimas caían al mar muertas o vivas, falleciendo en las aguas del Mediterráneo.
En la obra La Quinta Columna, documento ilustrado con fotografías, Alberto Laguna Reyes y Antonio Vargas Márquez, narran con detalle el episodio de represalia acontecido en el puente de Vallbona. Nosotros lo resumimos.
El 6 de abril de 1938 una pareja de carabineros advirtió lo que parecían manchas de sangre en el puente de Vallbona, al inicio o al final, dependiendo del punto de vista, de las llamadas costas de Garraf entre los municipios barceloneses de Castelldefels, Garraf y Sitges citados en orden de norte a sur por el litoral. Siguiendo ese rastro delator llegaron a la playa, y allí distinguieron varios montículos en la arena. En ambos cundió la sospecha que acabó certificada al remover el primer montón de arena: apareció el cadáver de un varón tiroteado. Desenterraron parcialmente otros tres cuerpos antes de dar cuenta del hallazgo a la superioridad y solicitar refuerzos para desenterrar a todos los sepultados.
El sargento de carabineros, jefe accidental del puesto de Garraf, tomó a su cargo la investigación preliminar. Como providencia urgente mandó acordonar la zona, luego dio aviso al juez de Sitges para que procediera legalmente al levantamiento de los cadáveres y su identificación.
Las primeras diligencias judiciales tuvieron lugar el 7 de abril de 1938, el día después de hallados los cuerpos; pero el juez, militante de Esquerra Republicana de Cataluña y tiempo atrás del PSOE, no se personó hasta un día más tarde, el 8 de abril por la mañana, acompañado del secretario judicial y un médico de su misma localidad, personaje relevante en los círculos artísticos de Sitges.
Según las diligencias judiciales, los cadáveres aparecieron en el punto kilómetro 312-200 de la vía férrea de la compañía MZA (siglas de Madrid, Zaragoza, Alicante), en un terraplén en dirección al mar; sin que se cite el inmediato puente de Vallbona. Posteriormente se supo que los cadáveres aparecieron muy cerca del túnel situado al final de la playa de Castelldefels, donde el apeadero del tren, aunque en el término municipal de Sitges. En aquella zona entonces abundaban los puestos defensivos de tipo fortín y nido de ametralladoras para evitar desembarcos construidos en 1937.
La oportuna excavación en la playa reveló la presencia de diecinueve cadáveres, muertos de forma reciente y violenta, que fueron trasladados a dependencia forense en el cementerio de Sitges para su estudio. Previo el traslado, los carabineros procedieron al registro de los cuerpos en aras a su identificación.
Realizaron las debidas autopsias dos médicos, uno de ellos experto forense, confirmando que los diecinueve varones murieron asesinados por arma de fuego en diferentes partes del cuerpo. La descripción oficial de las pertenencias individuales no aportó datos suficientes para identificar a los varones, de manera que fueron inscritos como desconocidos y enterrados bajo la misma condición en el cementerio de Sitges. No obstante, el juez procedió a investigar las identidades con la ayuda de los médicos hasta conseguir el conocimiento de casi todas las víctimas de Garraf.
Los diecinueve varones fusilados en el puente de Vallbona estaban relacionados con Falange Española y la mayoría formaban en organizaciones de la quinta columna operando en Cataluña. Todos ellos sufrieron reclusión en las checas del SIM (Servicio de Información Militar del Frente Popular de la República) y en los barcos prisión Argentina y Villa de Madrid, de los que salieron la madrugada del 5 de abril de 1938 para su conducción al puente de Vallbona.
Los asesinos fueron agentes del SIM.
Diez de los asesinados yacen en el cementerio de San Sebastián de Sitges. Los otros nueve, a petición de las familias, fueron exhumados para su traslado al cementerio de Montjuic en Barcelona. Los dos grupos cuentan con mausoleo y lápida.
Asesinatos en Los Yébenes
En el municipio toledano de Los Yébenes fueron asesinadas más de ciento ochenta personas por los milicianos del Frente Popular. La elección de las víctimas tuvo que ver con la pertenencia a formaciones políticas opuestas al Frente Popular, especialmente Acción Popular (que perdió a cuarenta y un afiliados y simpatizantes) y el Partido Radical (que perdió a cuatro afiliados); con las creencias religiosas y el ejercicio pastoral; y con los rencores, envidias y venganzas del comité revolucionario dirigido por el entonces alcalde Santos González Triana.
Además hubo víctimas sin adscripción política ni significada opulencia a la que tanto encono se atribuye; eran el secretario municipal y el cartero, gentes dedicadas al comercio, la agricultura y los oficios, y el veterinario.
Pero los asesinados en Los Yébenes también residían en otros municipios: Urda, Manzaneque, Madridejos, Orgaz y Consuegra, en número de noventa y cinco; aproximadamente la mitad de los represaliados contra la tapia del cementerio.
Pozo de Serretes
En el pozo de Serretes, situado en el kilómetro 13 de la carretera nacional que une la localidad castellonense de Vinaroz con la de Cabañas de Virtus en la provincia de Burgos, término municipal de Traiguera, provincia de Castellón, fueron arrojados casi un centenar de asesinados desde julio de 1936; todos ellos víctimas de los comités revolucionarios locales del Frente Popular, residían en poblaciones de Castellón, la mayoría, Teruel y Tarragona. Un monumento erigido al finalizar la contienda guarda memoria de lo sucedido.
La primera noticia de la utilización del pozo de cuarenta metros de profundidad como fosa común, vertedero de cadáveres, data del 14 de agosto de 1936, correspondiente al asesinado en las inmediaciones, vecino de la tarraconense localidad de Alcanar, que los milicianos decidieron tirar ocultándolo de la vista pública y la búsqueda de sus familiares.
El registro de las víctimas arrojadas al pozo de Serretes llega a octubre de 1936.