El Imperio en Sudamérica: La conquista de Guayana
Explorador y conquistador, nacido en la villa onubense de Palos de la Frontera entre 1508 y 1510, Diego Fernández de Serpa, o también Diego Hernández de Serpa, viajó al Nuevo Mundo a la edad de quince años en tareas de carpintero de ribera, instalado en la isla venezolana de Cubagua.
Con sus deseos por medrar y una fértil imaginación que recogía magnificando las noticias llegadas, partió hacia Quito, donde residió ocho años, para luego dirigirse a Panamá. Sin éxito de momento en sus propósitos, regresó a España para formarse en la milicia.
En mayo de 1546 volvió a emprender la aventura americana acompañando al visitador de Perú Pedro de la Gasca. Desembarcado en Santa Marta, viajó al interior del Nuevo Reino de Granada. Con empeño sobrado, obtuvo el título de capitán de conquista de Guayana, una extensión de tierra situada en el oriente continental, entre los ríos Orinoco y Amazonas-Marañón; reclutó trescientos cincuenta hombres, acopió pertrechos y ganado, y desde Maracapaná comenzó su ruta que pronto se vio interrumpida por lo sustanciado en la controversia de Valladolid del año 1550.
Postergada su iniciativa, poco después formaba parte de la fundación de Barquisimeto y luego embarcó hacia la metrópoli para solicitar su nombramiento como gobernador de Nueva Andalucía, el oriente venezolano.
Concedida esa pretensión en 1565, rápido fue en organizar una expedición de poblamiento que en 1569 refundaba la ciudad de Cumaná; y después la de Santiago de los Caballeros en la boca del río Salado, donde estableció a las mujeres y los niños que con él viajaron desde España.
Acto seguido se adentró en la gobernación en busca, como otros, del mítico El Dorado. Tampoco tuvo premio su descubierta, pero conoció lo suficiente de aquel territorio extenso y prometedor.