En una de las etapas de la guerra de Vietnam, que se prolongó casi dos décadas, hubo un contingente militar español mandado por el gobierno de España a colaborar con sus aliados occidentales. La página elgrancapitan.org dedica un extenso artículo a este tan ignorado como significativo episodio.
El presidente norteamericano Lyndon Baines Johnson propuso una gran alianza contra el comunismo en el Sureste asiático, concretamente en territorio de Vietnam. Pidió al gobierno español, manifiestamente enemigo del comunismo, que sumara fuerzas a la causa; sin embargo, Francisco Franco negó esa colaboración argumentando, en una misiva, las razones que por experiencia militar y política aconsejaban desestimar un conflicto armado en terreno selvático que derivaría en guerra de guerrillas favoreciendo a los combatientes autóctonos, que aun con menos efectivos podía enfrentarlos causando graves pérdidas e incluso la derrota: un análisis profético. La carta del general Franco se conserva en el Archivo Nacional de Estados Unidos.
No obstante la firme negativa a participar en acciones militares, el gobierno español envió un grupo de militares a Vietnam del Sur en tarea humanitaria; fueron cuatro médicos, con un capitán al frente, siete enfermeros y un intendente logístico: los doce de la fama, como han pasado a la historia menos conocida públicamente. El historiador Javier Santamarta recuerda sus nombres en el libro Siempre tuvimos héroes.
El destino del grupo fue la comarca de Go Cong en el delta del río Mekong, y su misión la de habilitar y dirigir el precario y menudo hospital de solo ciento cincuenta camas para la población civil allí instalado. También fueron atendidos soldados norteamericanos y vietnamitas.
El grupo aprendió muy rápido la manera de tratar enfermedades endémicas y entender las costumbres de la zona.
Desde 1966 a 1971, de relevo en relevo con reenganches, una treintena de sanitarios españoles en tres tandas, faltos de medios pero sobrados de voluntariosa humanidad y ciencia, se ganó a pulso el afecto de los civiles, el ejército norteamericano y también de la guerrilla comunista del Vietcong. La población civil integrada por campesinos, refugiados y guerrilleros, entre treinta y cuarenta mil personas, dispuso de un rudimentario pero eficaz sistema médico para tratar las heridas de guerra y asimismo tratamientos paliativos, cuantas vacunaciones permitían las mínimas existencias y cura de enfermedades como la malaria, la tuberculosis, el cólera, la disentería, el paludismo y la lepra, en la totalidad de una zona que los españoles recorrieron auxiliando sin desmayo a enfermos y heridos, cuyo agradecimiento estaba presente en cada atención. En vista de aquella enorme labor ejercida, el Ejército norteamericano suministró el imprescindible material sanitario y posteriormente rindió homenaje y condecoró a los españoles, y en conjunto con los civiles dieron el nombre de España a un puente: Tây Ban Nha; y hasta el enemigo del Vietcong mostró a los españoles respeto y admiración por su encomiable tarea que nunca discriminó a nadie en los cuidados.
Ningún español pereció en ese periodo de misión sanitaria.
En España se les recompensó con la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo.