El realismo barroco
Nacido en la localidad valenciana de Játiva el año 1591, José de Ribera fue pintor y grabador, probablemente el primero de los grandes pintores del barroco español, caracterizado por la precisión en el dibujo, la pincelada pastosa, la grandiosidad de las figuras, la expresividad de los personajes y la combinación de luz y tiniebla. La mayoría de sus obras son de tema religioso y mitológico y el retrato. Sus obras influyeron en pintores barrocos españoles de la talla de Velázquez y Murillo y creó la escuela napolitana de pintura barroca.
Aunque a la edad de dieciocho años se trasladó a las ciudades de la península itálica de Parma y Roma, donde residió un largo tiempo, siempre se definió español. Firmaba sus cuadros con el seudónimo valentino; sin embargo, fue conocido como el Spagnoletto (Españolito, por su baja estatura).
La trayectoria de Ribera comprende dos etapas: la primera de formación, en España hasta 1610, estableciéndose en Parma un año y luego en Roma hasta 1616, y la segunda de madurez, en Nápoles, desde 1616 hasta su fallecimiento en 1652. Hasta 1632 sus cuadros son tenebristas: de contraste entre luces y sombras y con tonalidades oscuras, hasta 1650 son coloristas: con predominio del color, tonalidades claras y escenas dinámicas; en los últimos años de su vida recuperó el estilo tenebrista.
En Roma completó su formación estudiando las obras de Ludovico Carracci y de Caravaggio. De esta etapa destacan los cuadros: San Martín compartiendo su capa con un pobre (1611); la serie Los cinco sentidos (1615), en la que desde un enfoque naturalista se interpretan los sentidos mediante simbolismos: la vista se asocia a un telescopio, el oído a un laúd, el tacto a una escultura, el gusto a la acción de comer y el olfato a una cebolla; La resurrección de San Lázaro (1616).
El gusto (1615).
Los virreyes españoles en Nápoles atrajeron el arte magistral de Ribera; de hecho, alcanzó el título de Pintor de la Corte en 1624.
En la tercera década del siglo XVII, los grabados fueron su seña distintiva y admirada en Europa. Casi todos los grabados, para un total de dieciocho planchas, surgieron de cuadros ya pintados. Destacan: Lágrimas de san Pedro, San Jerónimo leyendo y Sileno ebrio. Rembrandt calificó los grabados de excepcionales.
Lágrimas de San Pedro
Sus cuadros más tenebristas se fechan de 1626 a 1632. Atravesado el lienzo por diagonales de luz que remarcan los contrastes entre las zonas iluminadas y las dejadas en sombra. Destacan: Sileno borracho (1626); Martirio de san Andrés (1628), San Andrés apóstol (1630), la serie Filósofos (1630) y La mujer barbuda (1631).
Sileno borracho (1626)
Martirio de San Andrés (1628)
La mujer barbuda (1631)
En la cuarta década del siglo XVII evolucionó desde el estilo tenebrista a otro más colorista y luminoso, conservando los mismos temas y el absoluto naturalismo. Destacan: Inmaculada Concepción (1636), Asunción de la Magdalena (1636), Isaac y Jacob (1639), Martirio de san Felipe (1639, obra maestra de Ribera), El sueño de Jacob (1639) y El patizambo (también conocido por El pie varo, Niño cojo o Niño tullido, 1642).
Asunción de la Magdalena (1636)
Martirio de San Felipe (1639)
El patizambo (1642)
Los últimos años de su vida y arte recuperan el tenebrismo de la primera época. Destacan: Santa María Egipciaca (1651) y San Jerónimo penitente (1652).