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Memoria recobrada (1931-1939) LIV

Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. Esta tercera y última entrega de tres resume las sacas y matanzas en masa que tuvieron lugar en Madrid y provincia desde julio de 1936, ideadas y perpetradas por el Frente Popular de la II República.

    Artículo complementario de la serie dedicada a la obra del cónsul Félix Schlayer, Diplomat im roten Madrid, publicada en Alemania el año 1938, y en España por la Editorial Áltera en 2006 con el título Matanzas en el Madrid republicano; en esta serie con primera entrega en Memoria recobrada (1931-1939) XII se resume la actividad criminal organizada y oficialmente dirigida por las autoridades del Frente Popular que provocó las sacas de las cárceles madrileñas y las matanzas en Torrejón de Ardoz y Paracuellos de Jarama.

    El presente artículo se refiere a la práctica asesina del Frente Popular en Rivas Vaciamadrid, Torrejón de Ardoz y Paracuellos de Jarama.

El objetivo prioritario del Frente Popular era el exterminio (denominado eufemística y falsariamente “evacuación”) de todos aquellos considerados enemigos de clase, con la aquiescencia sumisa de los autocalificados intelectuales que habían renunciado entusiásticamente a la manifestación crítica para subordinarse al dictado de la política miserable y criminal.

    El ministro de Justicia del gobierno frentepopulista, el anarquista Juan García Oliver, en posesión de la cartera desde el 4 de noviembre de 1936, informó al secretario técnico de Prisiones, Antonio Fernández Martínez, que la población reclusa de Madrid descendería de los diez mil quinientos presos a tan solo quinientos en muy pocos días. Era un acuerdo, oscilando de lo tácito a lo expreso, entre el PSOE, el PCE, la CNT e IR (Izquierda Republicana, el partido político de Manuel Azaña y Diego Martínez Barrio). También figuraba en la nómina criminal el asesor soviético enviado a España por la Komintern, Mijaíl Koltsov, y el dirigente de las Juventudes Socialistas, Santiago Carrillo Solares, incorporado previamente a la disciplina del PCE (partido comunista de obediencia soviética).

    Fechas antes de las grandes matanzas en Paracuellos de las víctimas de las sacas, principalmente de la cárcel Modelo, pero también de la de San Antón y de General Porlier; de San Antón salieron setenta y cinco presos el 4 de noviembre, la mayoría militares, de Porlier salieron un centenar de presos el mismo día, treinta y siete militares y el resto civiles, que fueron fusilados de madrugada junto al cementerio de la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid. Otros cuarenta militares corrieron la misma suerte en el mismo lugar un día después, llevados por las patrullas del comunista Enrique Castro Delado, jefe del 5º. Regimiento. Un total de 215 víctimas fueron exhumadas en Rivas Vaciamadrid para su definitivo traslado al cementerio de Paracuellos de Jarama.

    La primera saca de la cárcel Modelo provocó el asesinato de ochocientos presos en Paracuellos de Jarama.

    El 6 de noviembre, Santiago Carrillo Solares entraba en la Junta de Defensa en Madrid, para acto seguido asumir la consejería de Orden Público, ausente el gobierno del Frente Popular por haberse trasladado a Valencia huyendo del frente de guerra, avalado por el partido comunista y en persona por Enrique Castro Delgado; y aquel mismo día, el agente de la Komintern Mijaíl Koltsov, personado ante el Comité Central del PCE, en funciones aparentes de cronista de la guerra para los crédulos observadores internacionales, instó al fusilamiento inmediato de los presos hacinados en las cárceles madrileñas. Era una orden: debía procederse a las grandes sacas de las cárceles para fusilar en masa a los detenidos.

    La consejería de Orden Público había estado dirigida hasta entonces por la socialista Margarita Nelken, conocedora del proyecto de asesinatos masivos en ciernes.

El 6 de noviembre de 1936 tres agentes comunistas, con Santiago Álvarez Santiago al mando y Ramón Torrecilla, se presentaron en las cárceles Modelo, de General Porlier y de San Antón. El lugarteniente de Santiago Carrillo, y por ende su enlace con la Dirección General de Seguridad, Segundo Serrano Poncela, esa noche del 6 de noviembre, personado en las citadas cárceles, ordenó que se prepararan a los presos militares y burgueses para ser trasladados en autobuses (hacia paradero no comunicado). “Para ser evacuados definitivamente”. Esta orden estaba respaldada por el ministro de la Gobernación, el socialista Ángel Galarza. Cumplida sin rechistar la orden emanada de la consejería de Orden Público, los presos, varios centenares, fueron sacados de madrugada, despojados de sus objetos personales y también, en no pocos casos, de sus prendas en mejor estado, atadas las manos a la espalda o, en algunos casos, atados por parejas. A eso de las nueve horas y treinta minutos llegaron a la puerta de la cárcel Modelo entre siete y nueve autobuses de dos pisos del servicio público urbano, y dos autobuses de función habitual dedicada al turismo; en cada vehículo subieron un mínimo de sesenta detenidos y entre ocho y doce milicianos armados.

    Los que actuaban custodiando y al rato asesinaban a los presos, pertenecían a las Milicias de Vigilancia de la Retaguardia, cuyos miembros eran controlados por el consejo de la Dirección General de Seguridad, el consejero de Orden Público, Santiago Carrillo, y el delegado de Orden Público, Serrano Poncela, subordinado del anterior. El jefe de los milicianos era Federico Manzano, respondiendo él mismo o su delegado de que ninguno de los trasladados quedara con vida.

    A eso de las cuatro horas del 7 de noviembre, los milicianos de Vigilancia de la Retaguardia efectuaron una saca de doscientos presos de la cárcel de San Antón; conducidos en tres autobuses a Paracuellos de Jarama fueron fusilados sobre las ocho de la mañana, arrojados los cadáveres a las zanjas previamente excavadas y cubiertos precipitadamente con tierra.

    Este día 7 se produjo una segunda saca de la cárcel Modelo, aproximadamente doscientos presos que al anochecer serían ametrallados en Paracuellos de Jarama.

La madrugada del 8 de noviembre los milicianos procedieron a otra saca en la cárcel Modelo, siguiendo el método establecido. En un número oscilando de mil a mil cien detenidos, llegaron a Paracuellos de Jarama para ser fusilados y arrojados a las fosas.

    Entre el 9 y el 17 de noviembre la actividad criminal de las sacas fue incesante, aunque en menor cuantía que las jornadas precedentes. En sesión celebrada el día 10, el consejo de Orden Público informó de la ejecución (asesinato) en Torrejón de Ardoz (lugar que descubriera Félix Schlayer) de los presos transportados en cinco autobuses, mientras que el resto de trasladados lo habían sido en Paracuellos de Jarama.

    El 11 de noviembre, el responsable de Orden Público, Santiago Carrillo Solares, firmó la orden de la consejería que organizaba los servicios de investigación y vigilancia; el departamento de Carrillo sumaba no menos de cinco mil efectivos para la represión. También el día 11 se reunió la Junta de Defensa, en el curso de la cual Carrillo recabó la autoridad sobre el traslado de presos: le fue confirmada la autoridad. De esta manera continuaría bajo la supervisión directa de Carrillo, y su impulso, de la salida de presos de las cárceles madrileñas, las sacas, que momentáneamente tuvo que suspenderse a causa de las protestas del cuerpo diplomático, una intervención que buscaba salvar vidas.

    Tal era el grado de indignación y ganas de poner fin a los crímenes del cuerpo diplomático, que el 14 de noviembre la Junta de Defensa, órgano sustituto del gobierno del Frente Popular huido a Valencia, emitió una nota calificando de falsas e infames las acusaciones sobre las sacas y los fusilamientos, añadiendo la rotunda afirmación de que ni los presos eran víctimas de malos tratos ni tampoco se debía temer por su vida.

    Pero el cuerpo diplomático encabezado por el cónsul Schlayer conocía, por haberlos descubierto, los dos lugares de matanzas y enterramientos de las grandes sacas de los primeros días de noviembre: Torrejón de Ardoz y Paracuellos de Jarama.

Descubierta la mentira del comunicado de la Junta de Defensa, y sin que en ella hubiera propósito de enmienda, el 16 de noviembre se trasladó a todos los presos de la cárcel Modelo: mil quinientos fueron llevados a la de San Antón, dos mil quinientos a la de Porlier y mil a la de Ventas. Quedaron los presos hacinados, pero no hubo víctimas mortales en estos traslados.

    Fue dos días después, el 18, cuando se retomó la actividad criminal de las sacas y los fusilamientos, que duraría hasta el 4 de diciembre. En la cárcel de Porlier se realizaron siete sacas desde el 18 de noviembre hasta el 3 de diciembre, para un total de 474 presos trasladados a Paracuellos. El 4 de diciembre aún hubo otras dos sacas de presos, la una llegó a Alcalá de Henares y la otra marchó directamente a Paracuellos de Jarama.

    En este periodo, de la cárcel de Ventas sacaron más de trescientos presos en dirección a Paracuellos de Jarama.

    El 27 de noviembre dieron inicio las sacas en la cárcel de San Antón, fueron ciento trece los conducidos a Paracuellos para su asesinato; y el día veintinueve se repitió el procedimiento con un número similar de víctimas.

La enérgica acción diplomática detuvo momentáneamente las matanzas. Al calor de este movimiento, el nombramiento del anarquista Melchor Rodríguez, hombre que demostró un sentido de la justicia carente en sus predecesores y cómplices, interrumpió asimismo las matanzas. La medida que adoptó fue tan simple como eficaz: toda salida de prisión, por la vía legal, debía llevar su firma y sello.

    Con todo, faltaba un trecho asesino para acabar con la práctica del exterminio.

Conocer la cifra exacta de asesinados en Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz es imposible. La aproximación más verosímil sitúa a las víctimas entre cuatro mil doscientas, plenamente identificadas, y cuatro mil novecientas, contando las setecientas inhumadas (y posteriormente enterradas en la fosa número 7) pertenecientes a los ciento cuarenta y siete fusilados en Boadilla del Monte, los cuatrocientos catorce fusilados en Soto de Aldovea (sólo noventa y seis identificados), y hasta el resto de cadáveres que fueron localizados en Barajas, principalmente, y otros lugares próximos a Madrid capital, y trasladados al cementerio de Paracuellos de Jarama.

    Siete fosas excavadas entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936 contienen a las víctimas de las matanzas, con excepción de la séptima que fue abierta en 1940 para alojar los cadáveres dispersos. La fosa número 1 recoge los cadáveres de los presos procedentes de las varias sacas durante la madrugada y la mañana en las cárceles Modelo, San Antón y Porlier, asesinados el 7 de noviembre. La fosa número 2 recoge los cadáveres de los presos procedentes de las cárceles Modelo, San Antón y Porlier, sacados durante la tarde y la noche del mismo día 7. La fosa número 3 recoge los cadáveres de los presos procedentes de las cárceles Modelo y Porlier sacados el día 8 de noviembre, junto con los fusilados ese mismo día en Soto de Aldovea, en el límite entre San Fernando de Henares y Torrejón de Ardoz. La fosa número 4 recoge los cadáveres de los presos procedentes de las cárceles Modelo y Porlier sacados el 9 de noviembre, de los fusilados los días 18, 22 y 24 de noviembre en diversos lugares, y los procedentes de las cárceles Modelo, San Antón, Porlier y Ventas, cuyas sacas ocurrieron los días 15, 17, 18, del 20 al 22, 27, 28, y del 29 al 30 de noviembre. La fosa número 5 recoge los cadáveres de las víctimas procedentes de las cárceles de San Antón, Porlier y Ventas, sacadas los días 28 y 29 de noviembre y 3 de diciembre. La fosa número 6 recoge los cadáveres de los presos procedentes de las cárceles de San Antón, Porlier y Ventas (sacas la de esta última ocurridas los días 1, 2 y del 3 al 4 de noviembre, junto a cadáveres trasladados de otras exhumaciones. La fosa número 7, excavada al final de la guerra, recoge los cuatrocientos catorce exhumados de Soto de Aldovea, sacados en varias tandas de las cárceles Modelo y Porlier, fusilados el 8 de noviembre, junto a los asesinados en Boadilla del Monte y en Madrid capital, alrededores y otras poblaciones cercanas, de imposible identificación muchos de ellos.

El Frente Popular quiere eliminar las pruebas del genocidio

El episodio en detalle está publicado en el siguiente artículo:

El derribo del avión Potez de la embajada francesa. La valija delatora.

En resumen, el gobierno del Frente Popular y los asesores soviéticos decidieron impedir que las pruebas del genocidio llevado a cabo con las sacas de las cárceles y las matanzas inmediatas en lugares previamente seleccionados llegaran a conocerse en el Consejo de Seguridad de la Liga de Naciones, organismo sito en Ginebra.

    El 8 de diciembre de 1936, el avión correo Potez 54 de la embajada francesa que volaba de Madrid a Toulouse fue atacado por cazas de la Aviación republicana, pilotados por militares soviéticos, provocando su derribo en tierras alcarreñas, concretamente en el término municipal de Pastrana. A bordo viajaban el doctor George Henny, representante de la Cruz Roja Internacional enviado a Madrid, el corresponsal del diario Paris Soir, Louis Delaprée, y el de la agencia Havas, M. Chateau, y dos secretarias del doctor Henny. Acompañando al cónsul Félix Schlayer, el doctor Henny descubrió las matanzas y en su valija diplomática portaba los testimonios para mostrarlos al mundo.

    A pesar del ataque y derribo, y de la búsqueda desesperada de los agentes gubernamentales enviados de urgencia desde Madrid, las pruebas fueron recuperadas y protegidas hasta su entrega al secretario de la embajada francesa. Afines en la obediencia y objetivos, el también gobierno de Frente Popular en Francia ocultó cuanto pudo el hecho y los documentos en un intento por evitar el perjuicio al gobierno de Frente Popular de la República.

Nota: El número de personas asesinadas por el Frente Popular entre julio de 1936 y marzo de 1939 con la identidad acreditada es aproximadamente de doce mil. Al no ser una relación exhaustiva ni incluyente de otras muchas víctimas cuya identidad no ha podido completarse fidedignamente, los asesinados superan la cifra aproximada. 

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