Las exploraciones por el Suroeste norteamericano y las Montañas Rocosas de Antonio Rivera y Vélez de Escalante
Las expediciones de Juan María Antonio Rivera
El reclamo de un lingote natural de plata vendido por un nativo ute al herrero de la localidad de Santa Rosa de Abiquiú, en Nuevo México, determinó al comerciante Juan María Antonio Rivera (o Ribera), nacido en 1738 en el virreinato de Nueva España, por tanto un novohispano, a organizar una expedición en busca del lugar de origen de aquel cotizado metal y otros del mismo provecho que pudieran hallarse.
Desde el 25 de junio al 30 de julio de 1765 recorrió extensas regiones de los actuales Estados norteamericanos de Colorado y Utah, cruzando ríos algunos de los cuales bautizó a su criterio y otros cuyo nombre tradujo de las lenguas nativas: ríos Navajo, San Juan, Piedra (por la famosa Piedra Parada que hoy en día se conoce como Chimney Rock, cerca de Pagosa Springs, en Colorado), Pinos (cerca de la actual ciudad de Bayfield, en el condado de La Plata, Colorado), Florido (en la actualidad Florida) y el gran río Ánimas donde jefes utes se ofrecieron a llevarlo a la sierra de La Plata (integrada en las montañas de San Juan); visitó el río La Plata y el Lucero (hoy de nombre Mancos), remontando el arroyo McElmo para divisar la simbólica roca llamada Casa de Navajo que pudiera ser el indicativo que señalizaba la fuente de la plata, en realidad una divisoria de aguas de los afluentes del río San Juan, hasta dar con el río que bautiza Nuestra Señora de los Dolores (hoy Dolores, afluente del Colorado), acontecimiento que se produjo el 11 de julio.
Sin plata que llevarse a las alforjas regresó al punto de partida por el río San Joaquín (que es el La Plata); poco después se dio cita con otro jefe indio de buen recuerdo y junto a él descubrió los restos de un gran poblado con torreones en la cima del cerro Tumichi (posiblemente el actual yacimiento de Sacred Ridge, correspondiente a los indios pueblo). Nada de metal precioso tampoco.
La noticia del viaje llegó a conocimiento del gobernador de Nuevo México, Tomás Vélez de Cachupín, quien deseaba explorar el norte de su territorio para averiguar las posibilidades mineras y la indeseada presencia de tribus hostiles y europeos en competencia con los españoles. Entrevistado con el comerciante viajero, el gobernador le asignó una nueva exploración para ir más al norte, en aras a satisfacer las pretensiones citadas.
Corría el año 1765 y Rivera reanudaba desde Santa Fe su descubierta por territorios ignotos de los actuales Estados de Colorado y Utah, en esta ocasión con el aval del gobernador.
Los expedicionarios, en primera instancia, discurrieron por caminos conocidos de los comerciantes españoles y utes. Luego se internaron en el valle del río Dolores, afluente del Colorado que entonces se llamaba Tizón, hasta la actual Dove Creek, en fecha 6 de octubre de 1765, hito que lo convierte en el primer europeo que se adentra en Utah, al NE de la actual localidad de Monticello y que Rivera bautiza La Soledad; al día siguiente prosigue los encuentros con los nativos que ha conocido por la mutua actividad comercial, bautizando el lugar de encuentro con el nombre de Puerto de San Francisco (en el futuro se denominará Ojo del Cuervo, en español, y al cabo, en inglés, Raven Springs; siguiendo una ruta NO, los expedicionarios recorrieron el actual Lisbon Valley, al SO de las montañas La Sal, y por el Valle del español (Spanish Valley) llegaron al río Tizón-Colorado por la actual ciudad de Moab (capital del condado de Grand, al E de Utah), que pudieron cruzar por el excelente vado que acababan de descubrir.
En este vado del Tizón-Colorado, dará posteriormente inicio al genuino Camino Español (Old Spanish Trail), una ruta entre Santa Fe, en Nuevo México, y Los Ángeles, en California.
Afirmada la soberanía española en el simbólico vado con la erección de una gran cruz y su leyenda conmemorativa, los expedicionarios, aún con ganas de aventura, se adentraron en territorio del actual Colorado por el norte de las montañas La Sal. Fueron remontando el Tizón-Colorado hasta la confluencia con el río Gunnison, bautizado San Xavier, y su caudaloso afluente el río Uncompahgre, bautizado San Francisco, en la zona occidental del Estado de Colorado, buscando el mítico lago Copala Gran Teguayo, asentamiento de una atractiva civilización supuestamente visitada por Vázquez de Coronado; pero aunque no hallaron rastro de ella, queriendo dar fe de la presencia española, Rivera grabó su nombre en un acantilado del cañón Roubideau, al SO de Delta (actual capital del condado homónimo).
Punto límite de la expedición, que no pudo reportar abundancia de metales preciosos, tan solo unas muestras de oro, las primeras halladas en aquella región, que apenas despertaron interés, ni asentamientos europeos amenazadores, lo cual suponía una preocupación menos.
El mayor logro obtenido fue la localización del magnífico vado para cruzar el río Tizón-Colorado; posteriormente utilizado en lo que la historia conocerá como el Antiguo Camino Español (Old Spanish Trail), sin desmerecer la aportación documental que supuso la descubierta por Utah y Colorado, ruta que, asimismo, años después, en 1776, seguirían los franciscanos Silvestre Vélez de Escalante y Antonio Francisco Domínguez, español y novohispano respectivamente.
La expedición de Silvestre Vélez de Escalante
Nacido en La Herrería-Valdáliga, municipio cántabro, en 1749, Silvestre Vélez de Escalante fue un misionero franciscano y explorador en América del Norte, con memoria viva de su persona en el Estado de Utah, con la ciudad de Escalante y el río homónimo que la atraviesa, y otros lugares de Estados Unidos donde su nombre luce en calles, colegios, institutos y en el Parque Nacional Grand Staircase Escalante, ubicado en los cañones del río Colorado. Sus exploraciones, junto al también franciscano novohispano, Francisco Atanasio Domínguez, nacido en Ciudad de México, comprendieron los territorios de Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México.
En 1776, acompañados los dos franciscanos por diez hombres, dieron en averiguar una ruta segura entre las ciudades de Santa Fe, en Nuevo México, y Monterrey, en la Alta California, tomando como referencia la abierta en 1765 por el comerciante español Juan María Antonio Rivera. A la par que comprobaban el estado de las misiones tras el abandono sufrido por la expulsión de los jesuitas, decretada por el rey Carlos III en 1772, pretendían establecer una conexión vial estable entre los puntos geográficos citados.
Parte del recorrido que efectuaron en su doble tarea, como sucediera con la ruta de Rivera en busca de la fuente de la plata, ha pasado a la historia como el Antiguo Camino Español (Old Spanish Trail), especialmente el tramo que franqueaba el desierto de Mojave, un camino de 2.000 kilómetros transitado en su momento por cazadores y comerciantes para enlazar Nuevo Méjico con California.
A pesar de que no fue posible conseguir la delineación física de la ruta, sí pudieron recorrer extensas zonas que los llevaron por la parte meridional del río Tizón-Colorado para bordear la zona oriental del Gran Cañón y las zonas desérticas de Nuevo México. Vélez de Escalante y sus expedicionarios anduvieron por Utah, Colorado y Arizona, los tres Estados por los que discurren las Montañas Rocosas.
Imagen de miraguano-sa.es
La denominada Expedición Domínguez-Escalante, partió de Santa Fe el 29 de julio de 1776 y terminó en el mismo lugar el 2 de enero de 1777. Durante su transcurso recorrieron entre otras las naciones de los indios yutas, comanches, lagunas, cosninas, tyrangapuy y barbones.
El 23 de septiembre de 1776 la expedición misionera de los padres franciscanos Silvestre Vélez de Escalante y Francisco Antonio Domínguez llegó a un descampado hoy conocido como Spanish Fork (actualmente una ciudad en el condado de Utah), desde donde divisaron el valle del lago Utah (futuro emplazamiento de Salt Lake City, la capital del Estado), siendo fray Silvestre Vélez de Escalante el primer europeo (“los primeros pies blancos”) en contemplarlo. En la expedición figuraba el soldado y cartógrafo Bernardo Miera y Pacheco, que dibujó un mapa detallado de las zonas visitadas, posteriormente utilizado por exploradores y científicos; Alejandro de Humboldt, por ejemplo, lo incluyó en sus obras.