El Imperio en el mar: Liberados de invasiones y capturas
La guerra por mar entre españoles e ingleses seguía dando victorias a los primeros en 1590. La Armada de Alonso Bazán derrotó a su enemiga inglesa en la isla de las Flores, archipiélago de las Azores, apresando al galeón real Revenge que había sido el buque insignia del corsario Francis Drake (Francisco Draque). Desde 1588, repuesta la marina de guerra española de la inclemente adversidad sufrida por la Grande y Felicísima Armada, los británicos no pudieron capturar ninguna de las flotas que navegaban de América a España ni tampoco adueñarse de la menor extensión de terreno de las inmensas posesiones hispanas.
En vista de tanto fracaso, el corsario Drake propuso a Isabel I, reina de Inglaterra, una renovada expedición de castigo contra el Caribe español para, además de los consabidos saqueos, establecer una base naval que pusiera en jaque al dominio español. Isabel I accedió, pero impuso le acompañara en el mando el corsario John Hawkins y que Thomas Baskerville mandara la fuerza de desembarco.
Esta expedición patrocinada por la corona británica fue las más grande enviada contra la América española de Felipe II, formada por seis galeones reales con veintidós embarcaciones de diferente tamaño y prestaciones, para un total de mil quinientos marineros y tres mil soldados.
Del puerto de Plymouth zarpó la escuadra británica el 7 de septiembre de 1595. El primer objetivo de Drake y Hawkins fue dirigirse a Canarias para aprovisionarse y, suponiendo una victoria fácil, elevar la moral del conjunto y mermar la española. El 6 de octubre se llegó a Las Palmas.
La entonces pequeña ciudad insular apenas pudo reunir mil hombres para la defensa, la mayoría civiles inexpertos. Sin embargo, las barcazas de desembarco británicas fueron repelidas causando a los invasores un importante número de muertos y heridos. Otro intento a continuación fue también desbaratado, mientras buques ligeros en misión de aviso navegaban a toda vela hacia la península y América.
Los británicos tuvieron que buscar un fondeadero medio seguro para aprovisionarse cuanto fuera posible de agua y leña, encontrándolo en un lugar desierto de la isla de La Gomera. El 4 de octubre partieron con rumbo a la isla de Puerto Rico.
Drake y Hawkins querían alcanzar pronto el Caribe español, pero más rápidas, por venir de más lejos, que su armada fue la flotilla de nuevas fragatas al mando de Pedro Téllez de Guzmán. A la par llegaron, de manera que las fragatas dieron vista, e inmediato ataque, a la retaguardia de la armada británica. Gracias a la victoria de los cinco barcos españoles sobre siete británicos, con captura de uno de éstos, se conocieron las intenciones de atacar San Juan, capital de Puerto Rico. Las fragatas acudieron prestas a San Juan reforzando la guarnición antes de la presencia enemiga.
El 22 de noviembre de 1595 se avistó desde San Juan, exactamente desde punta Escambrón, al enemigo británico que navegaba confiado en su poder y en el nulo contrario. Pero en cuanto estuvieron los barcos a tiro de las baterías costeras, los británicos entendieron su error. Drake escapó de la muerte por bien poco (Hawkins había muerto de enfermedad fechas antes), y lejos de arredrarse mantuvo su propósito al anochecer del día 23, queriendo trasladar mil quinientos soldados en treinta barcazas dirección a las fragatas, que fondeaban acoderadas en la bocana del puerto para cubrirlo con su artillería, para incendiarlas posibilitando, acto seguido, el asalto a la ciudad. El resultado de la acción fue el incendio de una fragata española, con cuarenta muertos, y el hundimiento por disparos de cañón, arcabuz y mosquete de nueve barcazas asaltantes, con cuatrocientos muertos.
No obstante tamaño fracaso, Draque lo intentó dos veces, fracasando ambas, de modo que el 25 la armada levó anclas abandonando el escenario sin tesoro ni conquista.
Magnífica campaña la de las fragatas de Pedro Téllez de Guzmán, que una vez resuelta la peligrosa situación, navegaron hacia España con el botín que deseaba hacer suyo el corsario inglés, llegando sin novedad y rápido a su destino.
Aspiraba todavía Drake a obtener una victoria resonante en aquellas aguas españolas, así que el 6 de enero de 1596 su armada se situó frente a la ciudad de Nombre de Dios, tiempo ha abandonada, en el istmo de Panamá; apoderarse de este territorio hubiera compensado las anteriores derrotas.
La tropa desembarcada del general Baskerville avanzó por tierra en dirección a la ciudad de Panamá para tomarla, a la vez que Drake, con barcazas, remontaba el río Chagres con idéntico objetivo. Poco después, Drake volvía a embarcar y el general Baskerville sufría una humillante derrota, pues sus mil soldados fueron vencidos por ciento veinte españoles.
Desolado y enfermo, Francis Drake fallecía el 28 de enero, pasando el mando de la escuadra a Thomas Baskerville.
Para recuperarse de las sucesivas derrotas y disponer en las mejores condiciones posibles el regreso a Gran Bretaña, los británicos pusieron proa a la cubana isla de Pinos.
Entretanto, organizada a toda prisa en España para oponerse a esta incursión, la escuadra al mando de Bernardino de Avellaneda, llevando como segundo jefe a Juan Gutiérrez de Garibay, integrada por ocho galeones, quince embarcaciones menores y tres mil hombres, surcaba el Atlántico desde el 2 de enero de 1596. Tras diversas vicisitudes, el 11 de marzo fue avistada la escuadra británica en la isla de Pinos. Hubo un primer combate de la vanguardia española con la escuadra británica que se hacía a la mar para su regreso, y una inmediata persecución del grueso de la flota española a la en fuga británica, que arrojaba por la borda cañones y mojaban las velas para ganar velocidad y distancia, hasta el canal de Bahama.
Los españoles no alcanzaron una victoria total, pero la escuadra inglesa restaba veinte barcos a los veintiocho que pretendían conquistar el Caribe.
Curiosamente, la expedición inaugural de Drake y Hawkins el año 1568 había concluido en un desastre similar frente a la ciudad novohispana de Veracruz.
Cuenta el historiador naval Agustín Ramón Rodríguez González, a colación de este venturoso episodio, que en 1598, Félix Lope de Vega y Carpio, soldado de Marina en la expedición de conquista de las islas Terceras (Azores) en 1583 y a bordo de la Grande y Felicísima Armada en 1588, escribió su poema épico La Dragontea, en recuerdo de la hazaña descrita, con dedicatoria al todavía príncipe Felipe, futuro rey Felipe III, en el año del fallecimiento de su padre el rey Felipe II:
“Dos cosas me han obligado a escribir este libro y las mismas a dirigirme a V. Alteza: la primera que no cubriese el olvido tan importante victoria, y la segunda que descubriese el desengaño lo que ignoraba el vulgo; que tuvo a Francisco Draque en tal predicamento, siendo la verdad que no tomó grano de oro que no costase mucha sangre”.
La obra ilustra su portada con un águila, emblema heráldico de la Casa de Austria, matando a un dragón, emblema heráldico de la monarquía británica, con la leyenda Tandem Aquila Vincit (Por fin venció el Águila).
Artículos complementarios
Victorias sucesivas ante las incursiones británicas
Desembarcos españoles en Gran Bretaña e Irlanda
Campañas marítimas en el siglo XVI
Control marítimo en el siglo XVII