Vientos de guerra soplan por doquier, aunque, disimulados, no se califican como una emergencia mundial en ninguno de los cuatro puntos cardinales. Es cosa de otros lo que ocurre, también lo que pueda suceder en la distancia; son asuntos que afectan a terceros habitualmente en discordia. Se reprueba el alarmismo que transmite noticias que confunden e inquietan al cuestionar la propaganda, dizque versión oficial. “Esto no pasa aquí, esto no va a pasar aquí, esto no puede pasarnos, nos libraremos de las amenazas y catástrofes gracias a la cornucopia que alimenta el estado placentero, con la provisión ingente de dinero pagando el bien supremo de la tranquilidad, con la garantía harto probada del recurso a los favores y las cesiones”. Queda censurada la difusión de noticias alarmantes; censura y pena a los divulgadores malintencionados, a esos agoreros con ganas de prender fuegos, de avivar incendios, de sacar provecho de las desgracias. Terminantemente prohibido dirigir el foco a la ...
Cinco estampas representativas del conjunto. La primera es de una celebridad en boca de entusiastas, allegados, conocidos, rivales, detractores y contendientes, que no gusta de pasar inadvertida. Pertinaz de la mañana a la noche, se esmera para que su nombre circule junto al sonido y la imagen publicada, con el mérito, puede que también picardía, de seguir manteniendo una distancia íntima; aspecto que le confiere un encanto perdurable. De esa clase de personas cuya divisa es objeto de culto y objeto de odio, destinataria de halago y oprobio según quien lo profiera, encumbrada por la adhesión y la repulsa en una contienda sin tregua ni alianza esporádica. Su luciente vida de modo parejo a su obra, la tangible, propaga una copiosa leyenda que toma forma y se alimenta de la pugna incesante entre los sahumerios y la bilis. Pasea capa de raso y antifaz de pedrería encima de su doble atractivo —querer y no poder— y su agudo ingenio, reincidiendo en aquellas tesis de las que...