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Virtea repertorio: Estampas

Cinco estampas representativas del conjunto.     La primera es de una celebridad en boca de entusiastas, allegados, conocidos, rivales, detractores y contendientes, que no gusta de pasar inadvertida. Pertinaz de la mañana a la noche, se esmera para que su nombre circule junto al sonido y la imagen publicada, con el mérito, puede que también picardía, de seguir manteniendo una distancia íntima; aspecto que le confiere un encanto perdurable. De esa clase de personas cuya divisa es objeto de culto y objeto de odio, destinataria de halago y oprobio según quien lo profiera, encumbrada por la adhesión y la repulsa en una contienda sin tregua ni alianza esporádica. Su luciente vida de modo parejo a su obra, la tangible, propaga una copiosa leyenda que toma forma y se alimenta de la pugna incesante entre los sahumerios y la bilis. Pasea capa de raso y antifaz de pedrería encima de su doble atractivo —querer y no poder— y su agudo ingenio, reincidiendo en aquellas tesis de las que...
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Virtea repertorio: El don de la memoria

“¿Qué te dice la memoria?” En un susurro o a gritos, ¿cuál es su lección?     A menudo se preguntaba María Ruiz que le diría su memoria al preguntarle en un trance hipotético —con visos de realidad—, confiando en que no la defraudaría; si las circunstancias apremiaban a definir o a definirse, y puede que las dos cosas a la vez, una voz de conciencia y de consciencia le formulaba la pregunta en el sentido mayéutico con el que el maestro instruye al discípulo: “¿Qué te muestra, en qué incide, de qué te advierte y aconseja la memoria? Escucha, atiende.” Después actuaba en consecuencia, confiando en no defraudarla.     Quien posee una memoria en buen funcionamiento —equivalente a un tesoro inagotable—, mantenida a punto como se hace con una máquina que no debe fallar cuando se la necesita —en cualquier momento—, dispone de una respuesta inmediata que a buen seguro le servirá para no perderse en el laberinto, orientándose hasta en la oscuridad, para no tropezar ...

Teórico pionero de la dinámica. Domingo de Soto

Segoviano nacido el año 1494, estudió en las Universidades de Alcalá, donde profesó, y París. Integrante de la Orden de los Predicadores, en 1532 obtuvo la cátedra de vísperas de Teología en la Universidad de Salamanca, donde en 1520 había impartido clases de Filosofía manifestándose como un extraordinario intérprete de Aristóteles. Desde 1545 hasta 1547 intervino en las deliberaciones del Concilio de Trento.     Humanista, jurista, filósofo, economista y científico pionero en el estudio de la física mecánica y la gravedad, fue confesor de Carlos I antes de regresar a Salamanca en 1550 para hacerse cargo de la cátedra de prima de Teología. Domingo de Soto Imagen de rah.es La obra de Domingo de Soto es numerosa y variada: de exégesis bíblica, de Teología, de Filosofía y de Derecho; toda ella inspirada en Santo Tomás de Aquino y alentada en las conferencias sobre Derecho de Francisco de Vitoria.     Entre las obras filosóficas, de orientación general tomista,...

La industria automovilística de Eduardo Barreiros

Familiarizado con el transporte por carretera y los motores de los vehículos desde la infancia, pues en 1927 su padre había adquirido la línea de autobuses que cubría la ruta de veinte kilómetros entre Orense y Los Peares, Eduardo Barreiros Rodríguez, nacido en la localidad orensana de Gundiás el año 1919, empezó a trabajar en la empresa familiar desde la base, primero como revisor y después como mecánico, hasta que en 1945 la familia vendió la línea y él optó por adentrarse en las obras públicas; aunque momentáneamente, pues retornó a la actividad mecánica, que le apasionaba, especializándose en la transformación de los vehículos industriales soviéticos utilizados en la guerra. Fue exitoso el procedimiento de transformación a diésel de esos motores primarios, de modo que en 1951 lo patentó. Al año siguiente se trasladó a Madrid.     En la capital de España constituyó junto a sus hermanos el año 1954 la sociedad anónima Barreiros Diesel con el propósito de explotar el mot...

El blocao de la muerte

El blocao era una instalación militar de vigilancia, a modo de fuerte improvisado, de pequeña o mediana dimensión, situada en zona predominante del terreno con interés estratégico y defensivo, edificado con piedras, troncos y sacos terreros, en diferente proporción, y rodeado por una alambrada. Los que menos agrupaban a un cabo y cuatro soldados, los que más, y según la exigencia inmediata, podían albergar a una o dos secciones. Blocao  el malo . Blocao  de la muerte Corría septiembre de 1921 cuando el ejército español inició la reconquista del territorio perdido tras el llamado desastre de Annual. Llegaron a la Comandancia general de Melilla con las unidades encargadas de la decisiva tarea la flamante Primera Bandera de La Legión.     En la ladera este del imponente macizo del Gurugú, dominador por la vista y altura de la plaza de Melilla, el Atalayón y la Mar Chica, se erigía modesto y frágil el blocao de Dar Hamed enfilado por el enemigo rifeño apostado en el barr...