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Entradas

Virtea repertorio: Reportaje denuncia

Mala cara en un cuerpo malo arrastraba cada uno de los vecinos afectados por la epidemia de incivilidad. A simple vista era notoria la degradación del ambiente y el deterioro de la convivencia en su barrio. Si dentro de las viviendas pasaban miedo, en la calle era pánico lo que sentían a diario esos vecinos; si en el refugio masticaban una papilla de indignación, al raso era de asco e impotencia la que mordían, además de la lengua, esos vecinos no pocas veces señalados burlona o amenazadoramente por sus agresores.     Salir a tomar el aire, dar un paseo, en el barrio suponía correr un alto peligro de contagio nocivo para la salud, mientras que ir a comprar el alimento diario representaba con demasiada frecuencia perder el dinero o las mercancías por robo o sufrir daños físicos de diversa consideración por la violencia desatada, incluso con riesgo vital.     Pero no todos los vecinos del barrio, ni los comerciantes, aunque afectados en apariencia, compartían...
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Virtea repertorio: Por el buen camino

Los Oliver-Palau siempre han sumado un perro a la familia. Desde que se casaron los iniciadores de la saga y hasta el momento presente, a la familia Oliver-Palau se la ve en los espacios públicos al aire libre con un perro al menos.     Padres, hijos y nietos, en sus respectivos lugares de residencia, pasean con traza y afición al perro que con ellos comparte hogar y época; unos perros que a la vista de todos resultan de carácter apacible, morigerados en sus maneras y con el instinto obediente.     —¿A la calle?     —Vamos.     El perro del matrimonio Oliver-Palau sale tres o cuatro veces al día a recorrer y olfatear el mundo —el pequeño, gran y único mundo—, salvo inclemencia atmosférica o fuerza mayor que reduce más la duración que el número de las salidas, cogido delicadamente por el arnés y la correa. El tiempo de paseo es variable dentro de una pauta que establece la necesidad, ese mismo factor de amplio concepto que deter...

Virtea repertorio: Objeciones en circunvalación

Con el badil en la mano y de pie, Francisco Lostau Quiñones asomó su cuerpo al desapacible exterior permaneciendo un rato insuficiente para calentar la zona abierta, pero bastante para enfriar la cerrada. Se le notaba una impresión placentera ante la eterna competencia de esos dos ambientes en el límite discrecional; por lo de la variación, morada del gusto. Era la suya entonces una imagen repetida en el tiempo, con cualquier clima fuera y dentro; una imagen característica, de las que definen con la precisión de un diccionario académico.     La memoria y los ojos de Francisco contemplaban un paisaje conocido soportando el paso cíclico de las estaciones. Nada nuevo ni extraordinario a la vista, ya que era el paisaje que le había tocado en suerte vivir. Para bien y para mal, también a ratos. Piensa que te piensa de cara al mundo, había adquirido la certeza de que la estación presente no correspondía a origen ni término alguno, pues sólo era otra que pasaría con ratos de pen...

Virtea repertorio: Hágase la luz

Llamaba Fabiola  Confidencial  a su canal de difusión, un nombre apropiado, de calculada imprecisión, que era bien acogido por su creciente audiencia; pero hubiera podido llamarlo con la misma propiedad  El   mayor desprecio , título este sí preciso que deriva de ignorar consciente y selectiva las voces furibundas del acoso y derribo actuando contra su voz, sincrónicas y en comandita a la orden de una instancia vociferante superior pagadora a las secuaces en bienes o servicios.     Era el de Fabiola un canal doble, no sólo en el sentido de circulación comunicativa en ida y vuelta, favorecida la participación, sino también en que las emisiones viajaban el mundo por las vías digitales de sonido e imagen. Un aprovechamiento eficiente de la tecnología.     Su  Confidencial  desde  el mayor desprecio , arrostraba una vigilancia intensa y preocupada. Molestos por la amplitud de los contenidos, pendientes de la innegable repercus...

Virtea repertorio: Las mil palabras de una imagen

Ante una fotografía de carácter específico, con el protagonismo de una persona, lugar o grupo, o genérico, estampa social, artística o industriosa de muchos ingredientes, el observador deduce su vida o la muerte y el tránsito propio y ajeno a velocidad alternada entre ambas estaciones opuestas.     Si el observador respira, parpadea y mueve su cuerpo es que vive y, en consecuencia, ha escapado de esa instantánea representando la felicidad, la tragedia, el compás de espera al que sucede la indefinición de los actores o las circunstancias; el telón sigue izado. Si respiración, parpadeo y movilidad brillan por su ausencia allende la instantánea es que el observador ha sido despedido o se ha despedido del escenario; cae el telón.     Según la época de revista, la fotografía en mano y en mente cuenta situaciones distintas; pero sólo una de las versiones es la verdadera, la única que debe ser válida, el epítome quizá de una vida o el motivo de la muerte. Una vers...