Exploraciones a Patagonia en el siglo XVIII. Juan José de Elizalde, Domingo Perler y Ramón de Clairac
El Imperio en Sudamérica: El redescubrimiento
del extremo sur de América
A principios del siglo XVIII, las costas de la Patagonia recibían las frecuentes visitas de numerosos buques extranjeros, en especial ingleses, en busca de materias primas de origen animal como la piel y grasa de lobo marino.
La ausencia de enclaves civiles y militares fijos españoles en la zona del Estrecho de Magallanes y la Tierra de Fuego, unido al desinterés de los nativos por la explotación de estos recursos codiciados por los europeos, perjudicaba a los intereses de España.
En aras de asegurar el territorio de la América meridional, la Corona española patrocinó durante el siglo XVIII expediciones de carácter combinado científico y militar, precursoras de las posteriores comisiones hidrográficas. Una pionera fue la de José Pizarro entre 1740 y 1745; una aventura malograda que obligó a embarcar a oficiales avezados y a una importante inversión en medios científicos.
La primera de esta nueva época fue la expedición al meridión del Río de la Plata protagonizada por los jesuitas Cardiel, Strobel y Quiroga, entre 1745 y 1746, destinada a favorecer la colonización de la zona y su defensa de las agresiones británicas. A continuación se organizaron otras expediciones de carácter estrictamente comercial enfocadas a las pesquerías y salazones, promovidas por el funcionario virreinal y armador Domingo Basavilbaso en viajes realizados entre 1752 y 1754.
Pero el objetivo fundamental era el de conseguir un puerto de recalada en la costa del estrecho de Magallanes a modo de refugio para los barcos que no pudieran doblar el cabo de Hornos.
En 1767 zarpó de Montevideo el jabeque Andaluz al mando del capitán de fragata Domingo Perler Rabasquino, nacido en Alicante el año 1724, con la misión de reconocer la costa patagónica y levantar los planos hasta el estrecho de Magallanes y las islas Malvinas.
En la primera etapa de su travesía llegó a la desembocadura del río Colorado, al golfo de San Matías y al cabo de Santa Elena, y prosiguió tocando en la bahía de Camarones, la de San Gregorio y los cabos Blanco y Tres Puntas, hasta arribar a Puerto Deseado. En la segunda etapa la derrota siguió rumbo sur hacia los cabos Vírgenes y Espíritu Santo, y desde aquí viró rumbo este hasta las islas Malvinas; regresando al año siguiente de su partida.
Otras exploraciones por la región fueron las de Manuel Pando, en 1768 y 1769, las de Francisco Gil y Lemos y José de Goicoechea, que precedieron a la de los superintendentes Juan de la Piedra y Francisco Viedma. La expedición de éstos supuso la preparación para fundar núcleos urbanos como el de Carmen de los Patagones, en Río Negro, y por ende para la sólida colonización regional desarrollada en 1778.
El antiguo gobernador de las islas Malvinas, Ramón de Clairac, nacido el año 1748 en la localidad tarraconense de Torredembarra, en 1789 protagonizó una expedición con objeto de averiguar los movimientos de los navíos extranjeros que cazaban lobos marinos y ballenas. Además, debía continuar la tarea geográfica e hidrográfica de las anteriores exploraciones, logrando la inspección y definición cartográfica de Puerto Deseado.
La expedición que llevó a cabo el teniente de navío Juan José de Elizalde, al mando de la corbeta San Pío y acompañado del piloto José de la Peña en el bergantín Nuestra Señora del Carmen, zarpó del apostadero de Montevideo a finales de 1791.
Tras varios meses de navegación acopiando informaciones sobre la presencia extranjera, dirigieron la actividad hacia el siguiente objetivo que era la Tierra de Fuego, donde prosiguieron los trabajos hidrográficos y la relación con los nativos. Se confirmó la ausencia de asentamientos extranjeros en la zona a la par que fueron estudiando los lugares adecuados para las fundaciones españolas que se pretendía establecer, especialmente en la isla de los Estados; mejorando los mapas existentes de la región.