El Imperio en el mar: El paso de ida y vuelta entre el Atlántico y el Pacífico
Navegante, explorador y cosmógrafo, nacido hacia finales del siglo XV o principios del XVI (quizá el año 1505), en la localidad onubense de Moguer, Juan Ladrillero fue el primero en navegar el estrecho de Magallanes en ambos sentidos.
Con una serie de previas travesías a las Indias y al Nuevo Mundo, en 1535 viajó a América ya en calidad de piloto y cabe la posibilidad que por la ruta trazada por él mismo.
En 1537 navegó por el Mar del Sur (océano Pacífico) y con sus exploraciones entre los ríos Lili y San Juan y la isla Gorgona fue el primer navegante en determinar latitudes al sur de Panamá.
Hombre de sobrada valía y consideración, en 1539 le ofreció Pascual de Andagoya (militar, explorador y descubridor que participó en las conquistas de Panamá, Colombia y Perú, fundador de la ciudad de Panamá, nombrado Adelantado y Gobernador del río San Juan; escribió una Relación de los sucesos de Pedrarias Dávila en las provincias de Tierra Firme y Castilla del Oro, en la que relató la conquista de Perú y los hechos acaecidos con este gobernador, y proporcionó numerosas noticias sobre los indios.) el mando de una flota expedicionaria de tres navíos y dos bergantines; con ella descubrió la bahía de la Cruz y en 1540 fundó el pueblo de la Buenaventura; y posteriormente se integró en el contingente del Administrador y Pesquisidor Real Cristóbal Vaca de Castro que por orden del emperador Carlos I se trasladó a Perú para acabar con las luchas intestinas que inestabilizaban el poder legal.
A continuación, corriendo el año 1545, fue requerido en Quito, y comisionado por el virrey Blasco Núñez Vela formó en el ejército de Pedro de la Gasca (o Pedro Lagasca), clérigo, diplomático, militar y magistrado, para, de nuevo, reestablecer la autoridad real en el virreinato de Perú.
Viaje de Juan Ladrillero
Imagen de memoriachilena.gob.cl
Superada la edad de cincuenta años, pero intactas sus facultades e instinto, Juan Ladrillero fue requerido por el virrey Andrés Hurtado de Mendoza para que acompañara a su hijo, García Hurtado de Mendoza, que partía hacia Chile en calidad de Gobernador y al que se le encomendó prioritariamente por una Real Cédula el reconocimiento de la boca occidental del estrecho de Magallanes. Esta misión conllevaba el trazado de las cartas náuticas del peligroso estrecho de Magallanes y de la costa hacia el norte, un litoral festoneado por miles de islas e islotes, con objeto de facilitar la navegación a los navíos españoles entre los océanos Pacífico y Atlántico y viceversa una vez seleccionada la mejor vía. El encargo incluía la necesidad de impedir el paso a los ingleses y demás enemigos de la Corona en dirección al Lago Español (el Mar del Sur u océano Pacífico).
Para conseguir estos objetivos, Juan Ladrillero zarpó del puerto chileno de Valdivia el 17 de noviembre de 1557 con dos naos (otras fuentes informan de que la flota estaba compuesta por tres bergantines), de 450 toneles cada una y tripuladas por 60 hombres; Juan Ladrillero mandaba la San Luis, de la que era piloto Hernán Gallego y Francisco Cortés Ojea (también Hojeda u Ojeda su segundo apellido) el mando de la San Sebastián con Pedro Gallego como piloto.
Con rumbo sur recalaron en el golfo de Penas (las toponimias en adelante, salvo indicación contraria, son las actuales), que denominó ensenada del Alcachofado, y siguieron hasta los canales de la Patagonia chilena entrando en ellos por el de Fallos. En este punto geográfico las naos perdieron contacto. Cortés Ojea recorrió durante ocho semanas aproximadamente el vericueto de canales entre la isla Wellington y el estrecho de Magallanes, hasta que en el golfo Trinidad transformó su maltrecha nao en un pequeño bergantín que llamó San Salvador y con el que regresó por el litoral Pacífico fondeando en Valdivia el 1 de octubre de 1558.
Por su parte Ladrillero, navegando rumbo este en busca del paso hacia el Atlántico exploró numerosos canales, como el Kirke, y senos de aquella región, como el Obstrucción, hasta llegar al seno de última Esperanza, donde hoy se asienta Puerto Natales. Localizada la boca del estrecho, la flota de Ladrillero se adentró por el dédalo de vías engañosas y durante nueve meses lo surcó en navegación errática hasta dar con el paso más ancho entre los dos océanos. En este trayecto reconoció la isla Desolación y tomó posesión de aquella región en el cabo Posesión el 9 de agosto de 1558.
A continuación dio inicio el retorno desde la zona atlántica, que aún resultó más penoso que el viaje de ida. Las tormentas, los vientos huracanados, la escasez de vituallas y el cansancio obligaron a los expedicionarios a detenerse e invernar durante cinco meses en un lugar que llamaron Nuestra Señora de los Remedios, aproximadamente un punto intermedio en la travesía del estrecho.
Reanudada la marcha, alcanzaron el Pacífico y allí fueron también recibidos con una terrible inclemencia atmosférica a la que faltó muy poco para hundir los barcos.
Transcurridos casi dos años desde la partida en Concepción, la capital de Chile, pudo entregar Ladrillero antes de fallecer el informe para el rey Felipe II, que tituló Descripción de la costa del Mar Océano desde el sur de Valdivia hasta el estrecho de Magallanes (llamado entonces Estrecho de la Madre de Dios), que proporcionó a los navegantes de esas regiones información imprescindible sobre la geografía, canales, surgideros, recursos y población de la Patagonia meridional y la Tierra de Fuego. El resumen de la exploración anulaba la idea de hallar un territorio habitable y fértil en la región del estrecho dada su latitud y meteorología.
Imagen de amigosdelamili.com
A lo largo de su vida como gran marino, siempre leal a la Corona española, Juan Ladrillero había navegado los océanos y reconocido las costas de Panamá y Colombia, convertido en un excelente cosmógrafo y geógrafo.