El Imperio en América: El descubrimiento del Cabo de Hornos
Del marino español Francisco de Hoces se conoce mejor el año de su muerte, 1526, y el lugar, embarcado en una travesía oceánica, que el de su nacimiento, a finales del siglo XV, y el de la localidad donde se produjo. Y aun olvidado casi por completo, merece ser rescatado para los anales de la historia, la de España y la Universal, por recaer en su persona, y su navegación, el haber descubierto el cabo de Hornos, extremo meridional del continente americano y vértice de los océanos Atlántico y Pacífico.
Cincuenta y tres años, nada menos, separan la travesía de Francis Drake por ese territorio marino inhóspito entre la punta meridional de América, el cabo de Hornos, y las hoy denominadas islas Shetland, al norte de la Antártida, de la efectuada por Francisco de Hoces en 1525. Tal es así que el hoy denominado Mar de Drake se llamó entonces Mar de Hoces, en honor a su verdadero descubridor.
En 1925, Francisco de Hoces aparece incorporado a la expedición de García Jofre de Loaysa (también Loaísa, que tenía por objeto, a petición del emperador Carlos I, de arribar a las islas de las Especias, la Especiería, concretamente a las Molucas, denominadas en aquella época del Maluco. Zarparon de La Coruña el 24 de julio de 1524 en los siete barcos de la expedición, para un total de cuatrocientos cincuenta hombres, personajes célebres como Juan Sebastián Elcano, el primer navegante en dar la vuelta al mundo entre el 10 de agosto de 1519 y el 6 de septiembre de 1522, Rodrigo de Triana, el marinero que desde la cofa de la carabela Pinta el 12 de octubre de 1492 avisó con gritó ilusionado de la presencia en el horizonte del Nuevo Mundo, y fray Andrés de Urdaneta, el magnífico piloto y cosmógrafo que averiguó la ruta de vuelta de Asia a América, el tornaviaje. Francisco de Hoces mandaba la carabela San Lesmes.
La expedición a partir de la isla de la Gomera, donde realizó una escala, siguió una ruta en paralelo a la costa africana que permitió descubrir la isla de Annobón, bautizada como San Mateo; después los barcos arrumbaron hacia Brasil cruzando el océano Atlántico y desde allí pusieron la proa hacia el sur hasta el estrecho de la Madre de Dios (o de Magallanes), región meridional a la que llegaron el 14 de enero de 1526; con dos barcos perdidos en una tormenta. La expedición sufrió otra terrible, habitual en la zona, que provocó el naufragio del tercer barco, la dispersión de dos, posteriormente reunidos, y la salida hacia el sur de la San Lesmes empujado por fuertes vientos que lo condujeron hasta los 55º de latitud, a la vista del cabo de Hornos. Según Urdaneta “hasta cincuenta e cinco grados que les parecía que allí era el acabado de la tierra”. Finalizaba enero de 1525 cuando Francisco de Hoces sobrepasaba el extremo meridional del continente americano, que sus palabras definieron como el acabamiento de la Tierra. El resto de la flota se reunió con la carabela en febrero, salvo la nao Anunciada, que intentó llegar a las Molucas doblando el Cabo de Buena Esperanza, la ruta conocida; al poco imitó su ejemplo la nao San Gabriel. Ambas fracasaron.
La última noticia concerniente a Francisco de Hoces, facilitada por la nao Santa María de Parral, al mando de Juan Sebastián Elcano, y el patache Santiago, es que estaba gravemente enfermo y había tenido que ser relevado del mando por su segundo, Diego Alonso de Solís.