Reinados de Carlos I y Felipe II: La primera divisa de la historia
En la cumbre de su prestigio, acción política y proyección allende y aquende los continentes y los mares, con los reinados de Carlos I y Felipe II, España alumbra una divisa internacional, por nombre Real de a Ocho, la moneda de plata de mayor acreditación y demanda durante tres siglos. Esta moneda de plata sirvió de referente a las monedas circulantes del resto de Estados con peso específico para comerciar con garantías y solvencia en todo el mundo. También se denomina a la moneda como peso de ocho, peso fuerte, peso duro, duro y dólar español (spanish daller, luego spanish dollar).
Por consiguiente, el Real de a Ocho fue la primera divisa de carácter y trascendencia universal en la historia, o lo que es lo mismo: la primera divisa mundial; y también moneda de reserva, patrón de cambio equivalente para todos los territorios de la Monarquía española y los Estados que a ella acudieron para efectuar toda clase de transacciones financieras y económicas.
El Real de a Ocho se convirtió en el principal producto de exportación de España, incluido su inmenso imperio.
Real de a Ocho acuñado en 1747.
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El Real de a Ocho, desde su nacimiento mediado el siglo XVI, viajó todas las rutas comerciales del mundo, tanto terrestres como marítimas, hasta mediados del XVIII. Y al mérito de ser la primera moneda universal se añade el de haber mantenido un muy prolongado dominio en los mercados aún no igualado por moneda alguna, además de servir en grado patente a la recuperación demográfica y económica de Europa occidental en el siglo XVI y en adelante, e introducir en dicha época el mercantilismo y la formación liberal de las sociedades y las economías.
La unánime aceptación y el continuo uso de la moneda convirtieron a España en la fábrica de moneda del mundo; una aceptación derivada de dos factores básicos: su valor como mercancía, debido a su contenido en metal fino, su ley alta e invariable, y la seguridad de que el rey de España no iba a alterar ni su ley, ni su peso ni su valor.
El Real de a Ocho, moneda acuñada por el Imperio español después de la reforma monetaria de 1497, era una unidad de plata establecida y regulada por los Reyes Católicos en la pragmática de Medina del Campo, fechada el año 1497; tenía un peso de 27,468 gramos y una pureza de 0,93055%, conteniendo 25,560 gramos de plata pura; las monedas tenían un valor de ocho reales. Inicia sus emisiones en las cecas de Burgos, Segovia, Sevilla y Toledo entre 1543 y 1566.
En este año de 1566, Felipe II refuerza el papel de la moneda con su pragmática de la Nueva Estampa, por la que cambia las normas de las emisiones de moneda anteriores y determina el valor cambiario del Real de a Ocho en 272 maravedíes y sus divisiones: 4 reales, 2 reales, 1 real y ½ real.
Las primeras citas que mencionan a los Reales de a Ocho son el libro de Diego Covarrubias de Leyva, de 1556, y la petición XXXVI presentada en las Cortes de Valladolid de 1558.
La Monarquía española difundió e impuso el Real de a Ocho, con ligeras variantes, en todos sus territorios, y en los Estados vecinos y a las potencias en liza.
Real de a Ocho acuñado en 1761.
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La moneda española lideró las transacciones financieras del comercio universal, y además fue tomada como modelo de unidad monetaria de otros Estados y sistemas económicos; es el caso del dólar americano, aunque la moneda de curso legal en Estados Unidos fue el Real de a Ocho hasta 1857; también es el caso del dólar canadiense, el yuan chino y la mayoría de monedas en Hispanoamérica y Filipinas.
A lo largo de su larga y fecunda vigencia muchos y variados fueron los mercados de la moneda española, pero el principal China (que no emitió moneda propia de plata, el Tael, hasta 1899, según el modelo del Real de a Ocho) y los pueblos asiáticos, que aceptaron el Real de a Ocho por su valor intrínseco y sujeción a la ley de la oferta y la demanda, y un indiscutido prestigio que la configuraban como único medio de cambio del comercio internacional para los tratos con el inmenso Oriente.
En definitiva, el Real de a Ocho fue la unidad del comercio mundial hasta el siglo XIX, precediendo a la Libra esterlina de oro inglesa y al Dólar de plata estadounidense en la hegemonía financiera mundial.
Incluso a finales del siglo XIX, el papel desempeñado por el Real de a Ocho era notorio en Oriente, donde mantenía su autoridad frente a otras unidades de plata emergiendo con fuerza, como el dólar norteamericano, el yen japonés, el thaler austriaco, la piastra francesa, la rupia india, el chelín de plata británico; y prevalecía como moneda de reserva en China, India y los Estados del Medio Oriente.
Hasta que las divisas europeas respaldadas por el patrón oro acabaron con la dilatada hegemonía de la moneda española.
Nota
Para profundizar en el conocimiento del Real de a Ocho sugerimos los estudios de María Ruiz Trapero, catedrática emérita de Epigrafía y Numismática, de la Universidad Complutense de Madrid, y de Guillermo Céspedes del Castillo, de la Real Academia de la Historia en Madrid; que han servido de base para este artículo.