14 de agosto de 1860 en Alicante
El logroñés Cosme García Sáez, nacido en 1818, merece un capítulo en la historia de la invención española que reconozca su mérito y capacidad técnica.
Básicamente, cuanto ha llegado de él como inventor hasta la fecha es su prototipo de nave sumergible, que no es poco, aunque mejor es en justicia añadir un sistema de impresión tipográfica y la máquina automática de franquear, incorporada al servicio de Correos durante veinticinco años, con inclusión de la tinta apropiada para su óptimo funcionamiento; tres modelos de fusil de retrocarga; y otras seis patentes de invento en España y dos en Francia.
Su trabajo se desarrolló en Madrid, adonde se trasladó pronto con ese propósito. Aficionado a la mecánica desde niño, recibía encargos por doquier para fabricar mecanismos, y en su atapa militar aportó innovaciones de calibre al armamento.
El “Aparato-Buzo”
La prueba del prototipo tuvo lugar en Alicante en 1860, resultando satisfactoria tal y como refleja la crónica periodística de La Época en su edición del martes 14 de agosto del citado. También un notario dio fe del éxito de la inmersión. Y si no fue Cosme García el pionero mundial del submarino moderno con su “Aparato-Buzo” como él lo llamaba, pues carecemos de referencias explícitas, más allá del extraordinario Jerónimo de Ayanz, también español, con su barca submarina, a quien consideramos padre de los sumergibles con humanos en su interior, nosotros otorgamos a su invento la calidad y función que Cosme García proyectaba en él.
El “Aparato-Buzo” en el que se introdujeron Cosme García y su hijo, permaneció en inmersión sin tubo, cuerda u otro objeto que le comunicase con la atmósfera, empleando en las pruebas de cuarenta y dos a cuarenta y cinco minutos.
La Guerra de Marruecos, que exigía una riada de caudales, impidió los fondos necesarios para culminar su invento, unido a la siempre perniciosa y congénita desidia en la Administración que gusta poco de apostar por el futuro propio; y a su fallecimiento en 1874.