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La primera actuación de una escuadrilla de aeroplanos en operaciones de guerra. Julio Ríos y Manuel Barreiro

En noviembre de 1913 una escuadrilla de aeroplanos intervenía por primera vez en operaciones de guerra con misión ofensiva.

    Dos meses antes, a instancia del Alto Comisario el general Marina, llegó a Marruecos una escuadrilla de aeroplanos mandada por el capitán Alfredo Kindelán Duany, uno de los artífices de la Aviación Militar española. Componían la citada escuadrilla nueve pilotos y siete observadores, responsables del manejo de los once aparatos:  cuatro biplanos M. Farman MF-7, cuatro biplanos Lohner y tres monoplanos Nieuport IV G; la escuadrilla se instaló en el campamento de Adir, próximo a Tetuán, en la llanura delimitada por la confluencia de los ríos Martín y Xexera.

    Julio Ríos Angüeso, natural de la localidad oscense de Lanajos, donde nació en 1888, era uno de los pilotos. En 1912 había obtenido los títulos de piloto militar y observador de aeroplano.

    Manuel Barreiro Álvarez, natural de la pontevedresa localidad de Bayona, donde nació en 1880, era otro de los pilotos. En 1913 obtuvo el título de piloto militar y observador de aeroplano.

    La escuadrilla inició sus vuelos de guerra el 3 de noviembre de 1913, con misiones de reconocimiento en la zona enemiga de Laucién, sobrevolando las cabilas de Uad Ras y Beni Ider, las alturas de Ben Karrik y los montes de Beni Osmar. El día 19 el mando requirió al teniente Ríos, en calidad de piloto, y al capitán Barreiro, en calidad de observador, informes de los núcleos rebeldes establecidos en la ladera occidental del monte Cónico. Ambos volaron el biplano Farman n.º 1. Despegaron del aeródromo de Adir a las 8 horas. El enemigo se hallaba oculto por la espesura del matorral en el monte Cónico, por lo que hubo que descender hasta casi rozar el suelo y por debajo de las guardias enemigas apostadas en terreno elevado y con gran facilidad de disparo. De hecho, una certera descarga de los tiradores yeblíes alcanzó de lleno al aparato e hirió de gravedad a los dos aviadores: a Barreiro en el pecho y a Ríos en el vientre y las piernas.

    Los dos aviadores mantuvieron el temple pese al dolor y capacidad reducida por las lesiones, decididos a que el aparato no cayera en territorio enemigo; con gran pericia y sereno valor iniciaron el regreso al campo español logrando alcanzarlo y aterrizar sin provocar daños en el mismo ni al aparato. Los soldados del campamento sacaron a los dos aviadores que no podían por sus propias fuerzas. La primera cura se produjo en el puesto de socorro del campamento, y luego, de urgencia, fueron trasladados al Hospital Militar de Tetuán. Pasado el riesgo vital, fueron trasladados al Hospital Militar de Carabanchel, en la península.

    La hazaña de los aviadores Ríos y Barreiro tuvo repercusión internacional; en toda Europa se prodigaron los mensajes de felicitación y deseo de pronta mejora para ambos. Merecedora la acción de la Cruz Laureada de San Fernando, ascendido al empleo inmediato superior Julio Ríos Angüeso la obtuvo en agosto de 1921, siendo la primera concedida a un aviador, y Manuel Barreiro Álvarez, igualmente ascendido al empleo superior, la obtuvo en septiembre de 1921.

Artículos complementarios

    Los vuelos del capitán Haya

    Joaquín García Morato

    José Calderón Gaztelu

    El primer puente aéreo de la historia

    La primera operación aeronaval para desembarco en zona hostil de la historia 

    Padre e hijo laureados


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