Combate en aguas de Cartagena
El 19 de diciembre de 1796, un episodio de la guerra naval de España contra Inglaterra ofreció el duelo de cuatro fragatas, dos por cada nación: las españolas Sabina y Matilde, capitaneadas respectivamente por Jacobo Stuart y Miguel Gastón Iriarte; las inglesas Minerve, enarbolada la insignia del comodoro Horacio Nelson, y Blanche. La artillería de las fragatas inglesas era superior a la que montaban las españolas, y ello manifestó su influencia en el combate de tres horas sostenido por las dos mayores, Sabina y Minerve. La fragata española fue capturada y acto seguido remolcada, pero con la llegada de la Matilde, que se había despegado de su rival, la Sabina fue liberada para facilitar el enfrentamiento de la Minerve con la intrépida Matilde, de prestaciones notablemente inferiores.
A la media hora de combate, aparecieron en aquel lugar de guerra tres barcos españoles de la escuadra de José de Córdova y Ramos, que navegaban con rumbo a Cartagena, alertados por los disparos: el navío Príncipe de Asturias con las fragatas Perla y Ceres. En vista de la nueva situación originada por estas incorporaciones, la Minerve de Nelson y su acompañante Blanche optaron por la retirada dando la popa al inacabado combate. Dos de las fragatas españolas se dirigieron a perseguirlas, mientras la dotación de presa inglesa en la Sabina era rendida y apresada.
Los ingleses sufrieron nuevas bajas por la certera persecución.
Bloqueo del puerto de Cádiz
A finales de marzo de 1797 era un hecho el bloqueo al puerto de Cádiz por la escuadra inglesa del almirante John Jervis que contaba con la participación del comodoro Nelson.
Para la defensa de la ciudad, José de Mazarredo dispuso una flotilla de lanchas cañoneras que tuvo una destacada actuación en el conjunto de las operaciones para liberar el cerco, lo que ocurrió en julio, obligando a la flota inglesa a retirarse lejos de la costa gaditana impidiendo el ataque a la plaza.
Bombardeo de Cádiz
El fracaso del bloqueo impulsó en el almirante Jervis una acción de castigo sobre la plaza de Cádiz. El plan consistía en utilizar una serie de embarcaciones basadas en Gibraltar, provistas de morteros, las bombarderas, para el ataque que mandaría el contralmirante Nelson.
La madrugada del 4 de julio de 1797 se produjo el ataque con las mencionadas bombarderas, fragatas, balandras y el navío Goliat. José de Mazarredo, en previsión de lo que sucedería, dispuso una oportuna defensa; de manera que al ataque se enfrentaron tres divisiones de lanchas cañoneras al mando de Federico de Gravina. Las descargas de los barcos españoles, alternando balas y metralla, inutilizaron las bombarderas y obligaron a la retirada de los atacantes ocasionándoles grandes pérdidas; sólo 16 bombas cayeron en Cádiz sin causar daño de consideración.
Un nuevo intento de bombardeo contra la plaza gaditana tuvo lugar al anochecer del día 5 de julio y duró hasta la madrugada del 6, logrando las cañoneras españolas una nueva victoria.
Los intentos británicos de los días 9 y 10 fracasaron antes la presencia rápida de las cañoneras españolas que impidieron el disparo de los proyectiles de las bombarderas que retornaron a su base en Gibraltar con notorios daños.
Ataque y desembarco en Tenerife
Durante el bloqueo del puerto de Cádiz, los barcos españoles procedentes de ultramar desembarcaron sus mercancías en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, plaza fortificada. Enterados los británicos de ello, el almirante Jervis decidió enviar una escuadra al mando de Nelson para que asaltara la ciudad tomando cuanto de valor hallara. La escuadra de Nelson constaba de tres navíos, cuatro fragatas, una balandra y una bombardera, sumando cuatrocientas bocas de fuego, más una dotación de infantería y artilleros para el desembarco de aproximadamente mil doscientos hombres, y partió de Cádiz el 15 de julio de 1797.
Santa Cruz de Tenerife contaba unos siete mil habitantes, y estaba defendida por varios puestos artillados, una línea de castillos y fortines paralela a la costa y cercana al mar, y otros fuertes en las alturas próximas a la plaza dominando la bahía: un total de 79 cañones y de 1.700 efectivos en la milicia.
La escuadra británica de Nelson fue avistada en la madrugada del 22 de julio, eliminando así el factor sorpresa. Las fuerzas de la isla del teniente general Antonio Gutiérrez de Otero fueron movilizadas y los puestos de vigilancia y artilleros de Santa Cruz, La Laguna y La Orotava dispuestos.
Las tres fragatas británicas se situaron a tres millas de tierra, distancia mínima posible, y lanzaron sus respectivas lanchas con la tropa de desembarco rodeando Santa Cruz. Pero la maniobra no surtió efecto por la ya citada alerta defensiva, de modo que los botes regresaron a sus barcos dando por concluido el primer intento de desembarco. El segundo intento acaeció a las diez horas de ese 22 de julio, desembarcando 1.000 soldados en la zona del Bufadero (el barranco del Bufadero, acceso inmediato al castillo de Paso Alto). Los defensores apostados en el monte Altura impidieron la progresión de la tropa desembarcada; el combate duró todo el día 23 y por la noche fue retirándose el contingente invasor consumándose el segundo fracaso.
Las fragatas levaron anclas en busca de un lugar mejor para el desembarco y los bombardeos. Mientras, el general Gutiérrez, con su puesto de mando en el castillo de San Cristóbal, modificó el despliegue de su ejército reforzando la capital Santa Cruz. El punto elegido para el desembarco fue el muelle, para a continuación tomar dicho castillo y ocupar la entonces plaza de la Pila, hoy de la Candelaria, sofocando la resistencia. A última hora del día 24, envueltos en máximo sigilo, los británicos iniciaron el desembarco con 700 hombres; pero la fragata española San José, fondeada a un tercio de milla del muelle, y los vigías del castillo de Paso Alto, dieron la alarma con lo que se desencadenó el fuego de las baterías costeras sobre los atacantes y sus lanchas. Sólo las dotaciones de cinco lanchas pudieron desembarcar, las restantes chocaron contra las piedras donde sufrieron el fuego de cañones y fusiles; a su vez, las baterías de costa hundieron la balandra Fox causando un centenar de muertos y multitud de heridos.
El contraalmirante Nelson iba en una de las lanchas que lograron arribar al muelle. Pero antes de poner pie en suelo español recibió un impacto de bala de cañón en el brazo derecho que se le amputó; fue enviado de vuelta a su buque insignia. Los desembarcados se distribuyeron por la ciudad haciéndose fuertes en la plaza de la Pila y en las inmediaciones del convento de Santo Domingo hasta que los defensores consiguieron rendirlos y encerrarlos.
Las tropas de Gutiérrez ocuparon el muelle, impidiendo la llegada de refuerzos, que por otra parte sucumbieron a la puntería de las baterías de costa. El tercer y último intento de tomar Santa Cruz de Tenerife había fracasado.
La rendición de los británicos se firmo el día 25. Los invasores británicos padecieron un total de 400 bajas vistas, 180 ahogados y aproximadamente 125 heridos; las bajas españolas ascendieron a 32 muertos y 40 heridos.
En poco más de medio año cuatro derrotas sucesivas de los británicos frente a los españoles de mar y tierra.
Artículos complementarios
Control marítimo en el siglo XVII