Diego Clemencín y Juan Antonio Pellicer son dos comentaristas excepcionales de la obra cervantina. Célebres e imprescindibles para una idónea interpretación del texto son sus respectivos Comentarios a la obra El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
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Diego Clemencín Viñas (Murcia, 1765 – Madrid, 1834), fue un erudito. Hombre de varias y simultáneas vocaciones, dedicó estudio a la Filosofía, la teología y la jurisprudencia en una primera fase de su vida, en la que profesó la religión como sacerdote. En una segunda fase, abandonada la carrera eclesiástica, activó el ejercicio docente y con gran intensidad y rigor el estudio de la lengua y la literatura española.
Su pasión por la literatura de caballerías y un profundo análisis de la obra cumbre del género, le condujo a escribir sus Notas y edición del Quijote de Cervantes, un ensayo de referencia, amplio y documentado (5.554 notas en seis volúmenes, iniciadas en 1833 y completadas por sus hijos en 1839), para todo aquel que quiera adentrarse en el extraordinario mundo de la obra señera cervantina.
Además de lo indicado, Diego Clemencín también fue un político de altura y liberal, y académico de número de la Real Academia Española y de las de Bellas Artes y Ciencias Morales y Políticas.
En 1813 participó en las Cortes de Cádiz y durante el Trienio Constitucional (1820-1823) fue ministro de Ultramar y de Gobernación (1822) y presidente de las Cortes (1823). Mal visto por la Regencia debido a su ideología liberal provocó que Fernando VII le desterrara a Murcia, donde residió hasta 1927; muerto el rey sería nombrado bibliotecario de la reina Isabel II.
En 1834, a poco de morir, le llegó con honores el título de Prócer del Reino.
También es autor de una semblanza histórica: Elogio de la reina católica Doña Isabel, escrito en 1820.
Diego Clemencín Viñas
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Juan Antonio Pellicer y Pilares (Encinacorba, Zaragoza, 1738 – Madrid, 1806), fue historiador, humanista y filólogo. Inspirado en el espíritu ilustrado y enciclopédico de su época, contribuyó a difundir el conocimiento de las fuentes culturales españolas. Es un eminente intelectual del siglo XVIII.
La vocación pedagógica se refleja en su obra escrita, entre la que destaca la faceta biográfica de personalidades como Miguel de Cervantes, Lupercio, Bartolomé Leonardo de Argensola, Melchor Cano, Gonzalo Pérez y Jiménez de Rada; junto a sus adiciones a la Biblioteca Hispana de Nicolás Antonio y el Ensayo de traductores españoles de la Biblia al castellano (1778); la traducción de obras como las Oraciones (1777), de Carlos Neuville; y autor del Discurso sobre las antigüedades de Madrid y origen de sus parroquias (1721), de la Carta histórico-apologética en defensa del marqués de Mondéjar y de la Historia de la Real Biblioteca en los reinados de Felipe V y Carlos III.
La pasión por la obra cervantina de Juan Antonio Pellicer alcanzó su cénit con notas sobre el autor y sus fuentes y una ortografía corregida según las normas de la Real Academia Española en la primera edición rigurosa del texto de Don Quijote de la Mancha, en 1797 por la editorial Sancha.
Fue académico de la Historia y su nombre figura entre los eximios del catálogo de Autoridades de la Real Academia Española.